Está meridianamente claro que las plazas de primera que han crecido han sido aquellas en las que su gestores han sabido captar las exigencias de sus aficiones: gustos y comodidad, esas han sido las claves por las que Sevilla y Madrid se han situado en el mascarón de proa de la temporada. La andaluza, aprovechando la bonanza del clima primaveral, potenciando al máximo su Feria de Abril al gusto de su afición, pero al mismo tiempo ofreciendo abonos conjuntos -garantizando la presencia de las máximas figuras- para San Miguel, celebrando así el retorno veraniego de sus gentes.

De Sevilla a Madrid. Quien fue visionario, don Livinio Stuick, para crear la Feria de San Isidro, también llegó a ver que en el otoño podía ser factible ofrecer otro abono. No cuajó como el dedicado al santo patrón. Fue a través del tiempo, cuando la economía crecía, que otro ilustre del empresariado taurino, Manuel Martínez Flamarique, en los albores de la década de los ochenta, quien apostó, aprovechando el tirón de Victorino Martín -el toro siempre como gran reclamo en Las Ventas- para potenciar el abono otoñal hasta convertirlo en otro gran referente de la temporada. El cartel de la presente edición lo avala, no sólo por figurar en el mismo ganaderías y coletudos que han tenido protagonismo destacado en el coso venteño, sino porque además de estar representados becerristas, novilleros con picadores, espadas de alternativa y un festival de lujo, hasta sumar nueves festejos, viene a confirmar que cuando la oferta es atractiva y el clima invita, el respaldo de los aficionados está asegurado.

Y ahora Valencia. La que presumió de ser la plaza con la feria más extensa y siempre cuajada de figuras -los gustos importan-, la otrora célebre Fira de Juliol, dejó de serlo. La razón, o razones que cercenaron su crecimiento: el calendario y el no acertar con los gustos y comodidades que su afición ha venido exigiendo. Si el abono de Fallas creció, julio, menguó. Sin embargo, octubre, que siempre había sido mes propicio para que los grandes, Joselito y Belmonte, por citar dos glorias que se sentía muy queridas en Valencia, cerraran su temporada, nadie cayó en la cuenta de que podía ser una alternativa a considerar, y más desde que el 9 d´Octubre se convirtió en fecha festiva. Queda la pregunta, ¿y qué se hace con la Fira de Juliol, con sus pobres entradas en los tendidos de sol? Adecuarla a la demanda. No hay otra.