Porsche ha puesto en jaque ha todo el sector automotriz con su último profit warning. La firma alemana se hunde más de un 6,82%, después de retrasar su nuevo coche eléctrico y anunciar un golpe en sus ingresos. Instantáneamente la ha seguido su matriz, dueña de un 75% del capital, Volkswagen, que cede un 6,81%. Más allá del golpe instantáneo el sector empieza a asumir que el anuncio del gigante germano de los deportivos pone de manifiesto una realidad más complicada, todo el sector afronta una nueva era de dolor y el final de la crisis que lleva atenazando al sector está lejos de terminar.

Pero, ¿Qué ha sucedido concretamente? Porsche canceló un futuro SUV de lujo eléctrico (que queda retrasado sin fecha) y anunció que añadiría más modelos con motor de combustión e híbridos para reforzar su cartera. Este cambio de estrategia ha supuesto un impacto de 1.800 millones de euros en el beneficio operativo y ha obligado a Porsche y Volkswagen a recortar drásticamente sus previsiones para el año . Se trata de un nuevo revés para la industria automovilística alemana, que se enfrenta a unos costes elevados y unas ventas moderadas. La compañía advirtió el viernes que asumirá un deterioro no monetario de aproximadamente 3.000 millones de euros relacionado con las medidas de Porsche, y redujo su pronóstico de retorno operativo sobre las ventas este año al 2% al 3%, desde un máximo del 5%.

Este profit warning supone un duro golpe para el motor alemán, que venía ya atrapado en una crisis desde hace años, con la debilidad industrial alemana, los mayores costes y, especialmente, la menor demanda. Estos problemas chocaron con un mercado chino a rebosar (su principal fuente de ingresos) que hacía cada vez más difícil no solo el crecimiento, sino sostener las ventas actuales. El anuncio de Porsche y Volkswagen supone un nuevo revés para una crisis que no termina.

Porsche ya ha realizado cuatro recortes de previsiones de ingresos y beneficios solo este año y sus acciones ya caen un 30%. La crisis llega hasta el punto de que tendrá que abandonar el Dax tras un tortuoso camino desde su debut en bolsa en 2022. En aquel entonces la histórica empresa alemana debutaba como un spin off de Volkswagen cargada de buenas recomendaciones pero ya se deja la mitad de su valor.

Por un lado, el retraso de su coche eléctrico de lujo muestra a las claras los problemas que va a tener el sector con la electrificación. Sin embargo, el gran problema es el doble golpe de China y EEUU, dos grandes frentes de presión que el sector tiene que sostener al mismo tiempo. Por un lado, el mayor mercado del mundo, el del gigante asiático, está viendo como queda en manos de las empresas locales que se llevan todo el mercado de coches eléctricos y donde es muy difícil crecer en todos los segmentos. Por otro, Porsche es de las empresas más afectadas por los aranceles de EEUU.

Volkswagen está viéndose afectada muy seriamente por la situación de Porsche, lo que indica una tendencia general peligrosa para todo el sector alemán. Si bien Volkswagen está logrando hacer avances en el sector eléctrico, donde ha superado a Tesla, Stellantis y BYD (en Europa), la realidad es que está teniendo que dar marcha atrás y atrapado por todos los problemas mencionados, está envuelto en un plan para reducir costes y soportar mejor el impacto de un contexto complicado. Todo esto a solo 10 años de que tengan que dejar de venderse cualquier coche de combustión en Europa. Si bien políticos como el canciller alemán, Friedrich Merz, han dicho que se trata de algo poco realista, la realidad es que esta ‘espada de Damocles’ todavía supone un gran riesgo para un sector en horas bajas.

Frente a todos estos problemas, las marcas de lujo de Volkswagen solían ser el salvavidas para rentabilidad de la compañía. Daba igual la crisis, los modelos deportivos siguen siendo demandados y los altos precios (y capacidad de subirlos) suelen ser un comodín para un grupo como el alemán. Sin embargo, el conjunto de todas sus marcas de lujo, con Bentley, Lamborghini o Ducati, también redujeron sus previsiones debido a la debilidad de China y EEUU.

El motor alemán (y europeo) contra las cuerdas

En ese sentido, la nueva alarma de Porsche supone un aviso para todo el corazón industrial germano (y europeo) y es por ello que las caídas en estas empresas han seguido a las de su rival. Mercedes Benz se hunde cerca de un 3%, mientras que BMW hace lo propio un 2,19%. Stellantis, por su parte, cede un 2,92%.

En cualquier caso donde más se nota es, precisamente, en el corazón del motor europeo, Alemania. Según Jorg Kramer, analista de Commerzbank «en los últimos años, la industria automotriz alemana ha pasado de ser un modelo a un problema. El año pasado, se produjeron más de un 10% menos de automóviles en Alemania que antes de la pandemia de coronavirus; en respuesta, tanto los principales fabricantes como los proveedores han anunciado recortes de empleo significativos».

Según el experto, aunque se está avanzando a la electrificación, «la transición de la industria dista mucho de estar completa». Por su parte, «la competencia de los fabricantes de automóviles chinos se ha intensificado». Al margen de la gran inversión del país asiático en la electrificación, que ha desembocado en un desembarco masivo, «a esto se suman las ventajas de coste de la producción en China, que hacen que los fabricantes de automóviles chinos sean muy competitivos».

«Como el mercado automovilístico chino se caracteriza por el exceso de capacidad y las guerras de precios, las empresas automovilísticas chinas recurren cada vez más a las exportaciones y ahora también ofrecen modelos de motor de combustión impresionantes y asequibles en Europa para penetrar en el mercado, especialmente porque estos no se ven afectados por los aranceles punitivos de la UE a los automóviles eléctricos chinos», explica Jorg. Esto ha llevado a que «la fuerte competencia, cause graves problemas en la industria alemana». El resultado ha sido un sorpasso total de China a Alemania.

Esto ha chocado también con «unos punitivos aranceles del 25% a los automóviles de la UE». Uno de cada siete automóviles alemanes acaban en EEUU, por lo que el golpe es importante. Según Commerzbank, «es probable que el acceso al importante mercado de EEUU siga siendo notablemente difícil». Esto sumado a «unos costes laborales significativamente más altos que en otros países con industria automotriz importante», provocan que «sea muy dudoso que se produzca un cambio en la situación de Alemania. Una crisis que está lejos de terminar».

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