Ágil de pensamiento, conversador hábil, joven por definición. Con 34 años vividos, expone su ideario con pausa, vehemente, convencido de lo que dice, aparentemente feliz por haber aterrizado en Alicante. Roberto Aguayo Díaz, que nació en la estadounidense Tucson «por accidente» y se crio en Hermosillo (Sonora), es afable, directo y franco. Heredero de un linaje cafetero de emprendedores brillantes, ha conseguido resolver con éxito el divorcio anunciado hace meses por este periódico que ha necesitado de su buen hacer en los negocios para cerrarse bien, sin fisuras, sin lastres aunque con alguna cicatriz. El Lucentum, liberado de la pesarosa sombra del Intercity, inicia ahora un camino prometedor con una meta precisa: devolver a la entidad la grandeza deportiva que llegó a alcanzar en los dosmiles, pero tratando, en esta ocasión, de no asesinarla en el camino… como aquella vez. El HLA Alicante de los Aguayo echa a andar este sábado. Última parada: «la Final Four».
— ¿Cuánto le gusta el baloncesto?
— El baloncesto es especial para mí porque es el deporte que más he practicado desde chico, en la escuela, en la universidad. Tenemos otro club en Ciudad de México, un equipo profesional. Vengo de una familia de baloncesto. Un tío mío, hermano de mi abuela, fue a tres olimpiadas, Roma 60, Tokio 64 y México 68. Fue el capitán de la selección en la época dorada del baloncesto mexicano. Ahorita no pasamos ni al premundial. Mis papás recuerdan que lo escuchaban por la radio, que se reunían alrededor de la radio para escucharlo. De ahí nace nuestra pasión. Yo siempre fui muy alto y eso me acercaba al basket, pero al principio jugaba fútbol porque mi abuelo me decía que me pagaba 20 pesos si me metía a jugar al equipo de fútbol de la escuela. Pensaba que perdía mi tiempo en otros deportes. Le hice caso a medias porque desde chico soy muy aficionado al baloncesto.
— ¿En qué momento se convierte en una aspiración personal dirigir un club profesional?
— No estoy seguro. Tengo un primo que es muy inquieto, que hace eventos de boxeo, organiza eventos deportivos que no tienen nada que ver con el baloncesto. Pero en mi ciudad natal hay un equipo local muy pequeñito que fue enganchando con la gente y nos empezó a llamar la atención, así que decidimos invertir en ellos. Nos salió esa oportunidad y terminamos en Ciudad de México. Vimos un vacío, algo similar a lo que vemos aquí. Así que decidimos apostar por el deporte, por su crecimiento a nivel global. Ninguno de los últimos cuatro jugadores más valiosos de la NBA es americano, todos son de diferentes partes del mundo. Pues estamos apostando a eso. La relevancia que tiene FIBA ahorita cada vez es más en todo el mundo. En el Eurobasket ya ves estrellas con los mejores contratos del mundo del deporte. Entonces creemos que esto va a seguir creciendo. Es muy fácil jugarlo y, además, es un deporte muy inclusivo. En México hay más canchas de baloncesto que de fútbol. Esto va a seguir creciendo y cada vez habrá más aficionados, será más global.
— Y cuando piensa en el futuro de este HLA que ahora es suyo, ¿qué ve?
— Una oportunidad de ser el club de referencia, no solo de la ciudad, sino de la región. Creemos que hay un vacío. Aquí siempre hubo afición por el baloncesto, pero ni Elche tiene un club que juegue ni cerca de estas categorías. Por eso nos ilusiona esta inversión. Aquí ya hubo pasión por este deporte. Durante la mejor época deportiva del club, hubo 60 llenos seguidos en el Centro de Tecnificación, y eso es algo a lo que podemos llegar a aspirar en algún momento. Ahí sí se consideraba al Lucentum como un equipo de la región. Entonces tenemos que empezar generando masa social aquí en la ciudad y poco a poco ir ganando más espacios para empezar a motivar, atraer talento joven.
Roberto Aguayo, durante la entrevista en la redacción de INFORMACIÓN, en Alicante. / Rafa Arjones
— ¿Cuándo se produjo el primer contacto real para establecer esta comunión vuestra con el Lucentum? ¿Cómo fue ese momento?
— En febrero o marzo de este año, y fue a través de un agente. Como nosotros estamos en el mundo del baloncesto en México, no teníamos como un objetivo real o una meta entrar en un equipo en España tan rápido. Entonces se nos presentó la oportunidad y nos dimos cuenta de que un club con tanta historia y que estaba en esta situación, un poco complicada representaba una oportunidad. Entonces visité Alicante y me enamoré de la ciudad muy rápido. Vimos el potencial. Para abril ya estaba aquí. Asistí a un partido que ganamos. Nos involucramos y empezamos a solucionar temas internos, los más urgentes. Y aquí seguimos.
— En una liga que no da dinero (Primera FEB), con un club que arrastra dificultades contables en el que la aspiración máxima es llegar a una competición como la ACB, que tampoco está atravesando su mejor momento financiero, ¿qué interés puede despertar para quien viene de fuera sabiendo que el techo no es precisamente alto?
— Me he dado cuenta de que la gente que viene de fuera ve más potencial que la gente de aquí. Vamos a llegar hasta donde la ciudad nos permita. Tenemos una responsabilidad que va muy de la mano de los resultados deportivos. Creemos que tenemos que tener un buen producto en la cancha y, a la misma vez, hacer esfuerzos para construir masa social. Cuando tengamos esas dos, confiamos en que la ciudad responda, que el número de abonados aumente, que el pabellón se llene… Vamos a ir llegando hasta donde la ciudad nos permita. No esperamos ser nosotros los únicos que estemos contribuyendo, pero sí vamos a estar de inicio apoyando económicamente para salir, estabilizar y tratar de afrontar esas dos frentes, el deportivo y el de masa social. Cuando esas dos cosas pasen, podemos empezar a hablar de dónde estamos y hasta dónde podemos llegar.
«El año pasado, cuando yo aterricé en Alicante, la conversación giraba alrededor de salvar la categoría. Y eso es algo que no nos podemos permitir»
— ¿El HLA es el fin de vuestro objetivo o es el principio de algo más amplio?
— Es el principio. Todavía no sabemos de qué. Pero mientras más nos familiarizamos con el club y con la ciudad, más ganas nos dan de seguir haciendo cosas aquí. Sabemos que el club es una plataforma y que mientras mejor lo hagamos, más oportunidades van a surgir. Y si además sirven para apoyar al equipo, mejor aún.
— Habrá malpensados que digan que esto, en verdad, es un capricho de rico. ¿Qué le diría a esa gente?
— Que no son tan malpensados (risas). En mi familia también hay gente que piensa eso. Es responsabilidad nuestra demostrar lo contrario. Lo queremos estabilizar económicamente. No se trata de venir a despilfarrar, ni mucho menos. Con este proyecto nos compramos un trabajo, por decirlo de alguna manera. Esto nos gusta, nos apasiona, pero siempre cuidando la salud financiera del club. Obviamente, va a tener sus redes de seguridad para evitar las situaciones como en las que ha estado en el pasado o ahora. Afrontar los presupuestos, y todo lo demás, con responsabilidad. Pero no, no es un capricho de rico.
Roberto Aguayo Díaz, sonríe, mientras responde a las preguntas de este medio en la redacción de INFORMACIÓN. / Rafa Arjones
— Si pudiera cumplir un sueño con este equipo, ¿cuál sería?
— Ganarle al Barcelona. Yo soy aficionado al Barça en el fútbol desde chico. Hay mucha cultura del fútbol español en México. Inclusive, hasta más del fútbol mexicano. Muchas personas conocidas tienen equipos en la liga de acá y no tienen equipo en la liga mexicana. Algún día, poder llegar a compartir cancha con ellos y ganarles va más allá de un sueño. Y tengo primos que piensan igual, pero del Madrid.
— Cuando estén reunidos y haya que tomar decisiones de calado, ¿quién va a tener la última palabra? ¿Quién decide lo que se hace y lo que no?
— Quisimos llegar con cierto grado de humildad, de respetar y reconocer las cosas que se estaban haciendo bien. No llegamos a imponer ni tampoco con una mentalidad de sacar a todos los que estaban para meter gente nueva. Entonces yo creo que va a ser un poco de las dos partes. Lo deportivo me apasiona mucho a mí. Hemos sido muy partícipes en la formación de esta plantilla. Daniel (Adriasola) es el presidente, y va a seguir siéndolo. Hubo un vacío tras la marcha del director deportivo, le tocó entrar en esa parcela y lo hizo bien. Pero a él le gusta más el tema de la Fundación, el desarrollo de la base, del talento joven. Él va más por ahí, también por las relaciones institucionales. Entonces yo creo que puede ser una sinergia muy positiva. A la par reconocemos que España es cuna de entrenadores, directores deportivos y jugadores profesionales. Entonces también para nosotros es una oportunidad de aprender y mejorar y complementar los esfuerzos…
«Creemos que tenemos que tener un buen producto en la cancha y, a la misma vez, hacer esfuerzos para construir masa social. Cuando tengamos esas dos, confiamos en que la ciudad responda»
— Sí, pero no me responde: ¿quién va a tener la última palabra?
— Son dos temas diferentes. Lo deportivo le corresponderá a una figura que todavía no tenemos, pero le daremos el poder a él. La Fundación, y todo lo relacionado con ella y las instituciones, le corresponderá a Daniel, y nosotros participaremos en todo.
— ¿Qué grado de implicación institucional hace falta para que se lleve a buen término el proyecto que quieren desarrollar?
— Ya tuvimos las primeras reuniones con autoridades del municipio. Reuniones excelentes, muy constructivas. Con la Generalitat, aún no, sigue estando un poco más lejano. Ahora lo principal, y en lo que sí pedimos un poco de apoyo, es en las instalaciones, en el pabellón. Seguimos sin disponer de elementos obligatorios, como el reloj de tiro, por el que nos siguen multando. Hay ciertas cosas que les compete a ellos, pero están mostrando muy buena disposición para avanzar. Al mismo tiempo queremos hacer la experiencia dentro del Arena un poco más moderna. Para eso consideramos muy importante instalar pantallas. No hay un Arena moderno que se construya sin las pantallas como algo central porque es necesario para muchos aspectos, tanto de publicidad como de interacción entre los mismos aficionados. Entonces eso consideramos que es muy importante también. Los marcadores tienen más de 20 años. No marcan las faltas de los jugadores. No es un capricho, es una necesidad. Pero hemos recibido muy buena aceptación por parte de las autoridades locales. Y conforme vaya creciendo el proyecto, a lo mejor podemos necesitar más o menos. Cuanto mejor hagamos las cosas, más se querrán involucrar.
Roberto Aguayo Díaz, nuevo dueño del Lucentum junto a su familia, posa con la equipación del HLA Alicante. / Rafa Arjones
— El objetivo del HLA Alicante Primer Equipo para esta temporada, ¿cuál tiene que ser?
— Número uno: enamorar a más aficionados para el año que entra. Aumentar el número de abonos. Ese es nuestro primer objetivo. Eso será muy fácil de comprobar porque va a ser una meta numérica. Y queremos aumentar de un 50 a un 100% para la próxima temporada. Ese es el objetivo. En lo deportivo, tenemos que competir. Necesitamos que nuestra casa se defienda y se proteja. Que los equipos rivales, antes de jugar aquí, sepan en el calendario que no la tienen fácil. Al revés, que saquen cuentas pensando en que lo más probable es que pierdan aquí. Nos ilusiona llegar a play-off. Llegar al Final Four. Eso se nos hace un muy buen objetivo para nuestro primer año. No hablamos de ascenso, pero sí de estar lo más cerca posible del ascenso. Como es mi primer año aquí, no me siento con la información suficiente como para marcarme un horizonte de ascenso. Sabemos que hay equipos que tienen mucho más presupuesto. Sin embargo, vamos a encontrar maneras creativas de competir. Y sí, el plan es estar peleando con los grandes. La Final Four se me hace a mí un éxito.
«Los marcadores tienen más de 20 años. No reflejan ni las faltas de los jugadores. Cambiarlo no es un capricho, es una necesidad»
— Viendo el tipo de empresario que sois, con negocios en los dos lados del océano, ¿el tutelaje en el trabajo diario cómo se va a realizar? ¿Cómo vais a gestionar eso en el día a día?
— La organización tiene que dar un paso adelante en temas de institucionalización. Estamos trabajando mucho en sistemas de contabilidad, reporteo. Todo eso que al final del día repercutirá en la estabilidad que queremos para el club, al que queremos profesionalizar. Y estar a distancia muchas veces ayuda a eso. Obliga a tener las cuentas claras. Dos de mis primos van a vivir aquí. Tenemos experiencia manejando a distancia porque tampoco vivimos en Ciudad de México y gestionamos un club allí. Como aquí la temporada dura cinco meses más que en mi país, dos se quedan para agilizarlo todo más aún.
— Hemos hablado de lo aspiracional, de todo lo positivo que puede llegar a suceder. Pero cuando usted se pone a pensar, entiendo que es inevitable que alguna vez también se pone en el lugar de que algo pueda salir mal. En ese escenario, ¿a qué le teme más?
— Al descenso. El año pasado, cuando yo aterricé en Alicante, la conversación giraba alrededor de salvar la categoría. Y eso es algo que no nos podemos permitir. Es un tema deportivo que tiene repercusiones económicas y con la ciudad, y eso es justo lo contrario de lo que estamos buscando. O sea, bajar de categoría no está permitido.
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