El fabricante de vehículos de lujo Porsche recula en su plan de electrificación y lo sufre en Bolsa. La marca perteneciente al grupo Volkswagen se ha desplomado este lunes un 7,2% en el parqué de Fráncfort tras descartar la producción de un futuro SUV eléctrico y aumentar su apuesta por los coches de combustión, algo impensable en el sector hace tan solo unos años. El giro estratégico le costará unos 1.800 millones de euros en el ejercicio actual, según ha explicado Porsche en un comunicado, donde ha indicado a su vez que el margen de beneficio sobre ventas será del 2%, en vez de entre el 5% y el 7% previsto inicialmente. Volkswagen, por su parte, también cae un 6,6% en Bolsa.
Porsche, que habla de una “reorientación estratégica integral”, ha explicado que el mencionado SUV, que iba a ser completamente eléctrico y se iba a situar por encima del Cayenne, se ofrecerá en versiones de combustión e híbridas enchufables, “debido a las condiciones del mercado”. La compañía apuesta ahora por mantener sus motores de combustión en el mercado “durante un periodo más prolongado” y su plataforma eléctrica, prevista para 2030, “se reprogramará”.
“Hemos dado los pasos definitivos en la reorientación de nuestra estrategia de producto. Estamos experimentando un cambio radical en el sector automovilístico. Por eso, estamos reorientando Porsche en todos los ámbitos. De esta manera, queremos adaptarnos a las nuevas realidades del mercado y a las cambiantes demandas de los clientes”, ha dicho el consejero delegado de Porsche, Oliver Blume, quien a su vez es el máximo directivo del grupo Volkswagen. La importancia de la marca dentro del consorcio alemán es clave, ya que si bien no le ofrece un gran volumen de ventas, es la marca que le ofrece tradicionalmente un mejor margen de ganancias.
El anuncio ha sido recibido con escepticismo entre las firmas de análisis. Los expertos de RBC destacan que “las revisiones de Porsche ponen de relieve importantes presiones a corto plazo, con retrasos en la plataforma de vehículos eléctricos y un giro hacia los híbridos y los sistemas de propulsión de combustión, lo que supone un reto para su estrategia de electrificación”. Una situación que les lleva a incrementar sus dudas sobre “la capacidad de Porsche para competir eficazmente en el segmento de los vehículos eléctricos prémium y de lujo en un contexto de intensificación de la competencia, lo que nos lleva a mantener una actitud cautelosa”.
Una incertidumbre que ha llevado a Deutsche Bank a ejecutar un relevante recorte de precios objetivos al reducir la valoración de Porsche de 55 a 50 euros por acción, mientras que su precio objetivo para Volkswagen AG pasa de 125 a 120 euros. “Con el cambio muy brusco en las condiciones operativas y la lenta reacción de Porsche para cambiar completamente de rumbo, Porsche ha estado decepcionando a los inversores durante más de dos años”, aseguran en Citi pese a que mantienen un consejo de compra.
El anuncio de Porsche llega en medio de una profunda crisis del automóvil alemán, que ha visto cómo Volkswagen acordó a finales de 2024 una reducción de plantilla en sus factorías alemanas hasta 2030 de 35.000 personas, debido a la caída de ventas y la fuerte competencia con China. Alemania ha presenciado, además, cómo sus automovilísticas han sufrido severas reducciones de beneficios en el primer semestre del año —Mercedes contrajo sus ganancias un 57%, BMW un 29% y Volkswagen un 37%—, un periodo en el que se han visto golpeadas por los aranceles del presidente estadounidense Donald Trump.
A todo esto se suma que el eléctrico no está creciendo al ritmo al que creían en el sector hace unos años. En el motor ya se ha perdido el miedo a pedir abiertamente a Europa que cancele la prohibición de vender vehículos de combustión en 2035, una línea roja que nadie cuestionaba hasta ahora. ACEA, patronal que aúna al sector en el Viejo Continente, la preside hoy el CEO de Mercedes-Benz, Ola Källenius, la única automovilística europea que no está en camino de cumplir el objetivo de emisiones para el periodo 2025-2027, según un informe de Transport & Environment.
“El plan de transformación de Europa para la industria del automóvil debe ir más allá del idealismo y reconocer las realidades industriales y geopolíticas actuales. Cumplir los rígidos objetivos de CO2 para coches y furgonetas para 2030 y 2035 es, en el mundo actual, simplemente inviable”, dijo Källenius en agosto en una misiva dirigida a la Comisión Europea. Otros fabricantes como Renault abogan, sin embargo, por un cambio en la contabilización de las emisiones para que se tenga en cuenta toda la contaminación producida desde el inicio de la fabricación del coche hasta que se achatarra. Esto en la práctica golpearía al automóvil chino, por la energía que usa para producir y las largas distancias que recorren sus coches para llegar a los mercados europeos.