Robert Redford, ganador de un Oscar y leyenda de Hollywood, fallecido el 16 de septiembre a los 89 años, deja un legado artístico descomunal. Pero no menos impresionante es su legado económico, estimado en unos 200 millones de dólares, fruto de una carrera de seis décadas y una visión empresarial sin parangón en el mundo del cine.
Al principio, Hollywood no fue generoso con él. En 1962, por su papel en Soldado o cazador, Redford recibió apenas 500 dólares. Pero en pocos años su carrera ya había tomado un rumbo diferente: con Dos hombres y un destino (1969) ganó 750.000 dólares, una cifra que hoy equivaldría a unos 6,5 millones.
A partir de ese momento, Redford se convirtió en uno de los actores mejor pagados de la gran pantalla. En los años setenta y ochenta ganó cifras astronómicas con cintas como El golpe, Un puente lejano y El jinete eléctrico, consolidando su estatus de estrella internacional. En los años noventa, sus cachés rondaban los millones, como los 4 millones que ganó con Una proposición indecente (1993), que protagonizó junto a Demi Moore. Sin embargo, su mayor remuneración la obtuvo en 2001 con La última fortaleza, que le reportó nada menos que 11 millones de dólares.
Pero Redford no solo fue actor. En su debut como director con Gente corriente (1980) ganó el Oscar y posteriormente se impuso con títulos como El río de la vida (1992) y Quiz Show (1994), películas que le dieron un mayor prestigio y reforzaron su solidez económica.
Paralelamente, invirtió en inmuebles y proyectos que llevaron su nombre mucho más allá de las fronteras de Hollywood. Con los ingresos de Dos hombres y un destino compró 1.200 hectáreas de terreno en el monte Timpanogos, Utah, donde fundó Sundance, un lugar que pasó de ser un simple complejo turístico a convertirse en un símbolo cultural y una marca global, además de la cuna del Festival de Cine de Sundance. A lo largo de los años, compró y vendió con gran habilidad propiedades en California, Nueva York y Nuevo México: desde la villa frente al mar en Malibú, que vendió por 6 millones de dólares junto con el terreno adyacente, hasta el ático de la Quinta Avenida, que compró por 3,7 millones y los revendió por 10, pasando por varias casas repartidas entre la coste oeste y la costa este, por un valor total estimado en más de 20 millones de dólares.
Aunque no se han hecho públicos los detalles de su testamento, fuentes cercanas al actor informan de que su segunda esposa, Sibylle Szaggars, será la principal heredera de su patrimonio. Es razonable pensar que el resto se repartirá entre sus dos hijas supervivientes y sus nietos: Robert Redford tuvo cuatro hijos con su primera esposa (Lola Van Wagenen): Scott (fallecido pocos meses después de nacer), Shauna, James (también fallecido en 2020) y Amy.
Artículo publicado por Vanity Fair ‘Italia’ y traducido por Isabel Escribano Bourgoin. Acceda al original aquí.