De todos los nombres que nacieron del fenómeno televisivo de Operación Triunfo, pocos han logrado permanecer tan vigentes y coherentes como el de Chenoa (Mar del Plata, 1975). Dos décadas después de aquella primera edición que cambió la historia de la música en España, la artista no solo sigue ligada al formato, sino que se ha convertido en su anfitriona. Repite como presentadora de la nueva temporada, esta vez desde Prime Video, y lo hace con la ilusión intacta.
En conversación con El Mundo, Chenoa confiesa que volver a OT significa reencontrarse con sus propios orígenes: «Es adrenalina y emoción. El programa me vio nacer y, de alguna manera, siempre vuelvo a sentir lo que viven los chicos». Esa empatía, asegura, es su forma de conectar: «Sé lo que sufren y también lo que disfrutan. Eso nunca se olvida».
Juzgada
La cantante reconoce que quizá su perfil hubiera encajado mejor en una edición actual, más abierta y menos crítica con las mujeres que se mostraban firmes o feministas. «Sí, hubiera tenido más espacio para expresarme sin ser tan juzgada. Aunque, claro, ahora también hay más medios para criticar», reflexiona.
El look de Chenoa en la semifinal de ‘OT’.@Chenoa
Su carácter -a veces tildado de fuerte, otras de incómodo- ha terminado por convertirse en una de sus marcas de identidad. «Soy bastante obvia, para bien o para mal. Lo que ves es lo que soy. Ahora le pongo más humor, porque el carácter desgasta, pero si me buscan, me encuentran. Va en mi sangre», admite.
A punto de cumplir 50, no teme a la edad ni a lo que conlleva. Con ironía y naturalidad, desmonta cualquier tópico: «Cómo voy a tener crisis de los 50 si hago deporte cuatro veces por semana, levanto kilos que da gusto verme y aguanto una plancha de un minuto aunque sude como un perro». No presume de genética ni de físico perfecto, pero sí de constancia y vitalidad: «Me gusta entrenar en casa, pongo vídeos en YouTube, quito la mesa del salón y me pongo a darle caña. Y si me despisto y me como unos turrones, tampoco pasa nada».
La serenidad, sin embargo, no le ha robado ambición. Chenoa se reconoce como «juglar» moderno, una figura que, según ella, sirve para recordar que su misión es entretener: «En un mundo lleno de tertulias y todólogos, yo me dedico a divertir. No me meto con nadie y me río primero de mí».
Su carrera, asegura, no ha estado exenta de caídas, pero nunca de fracasos: «Yo no sé caerme a medias, me caigo bien, fuerte, pero siempre con ganas de volver a levantarme. El sol sigue saliendo y la vida mola bastante».
Convertida en presentadora estrella, cantante a ratos y símbolo generacional, Chenoa afronta esta etapa con madurez y sentido del humor. Lo del famoso chándal gris, dice, pertenece a otra vida: «Es como hablar de un exnovio de hace mil años. Yo ya soy otra». Además, afirma que no sábe «cómo aguanté sin darles en la cabeza a los fotógrafos que metían la cámara debajo del vestido para sacarte las bragas».