La Universidad de La Laguna ha celebrado hoy 23 de septiembre un acto para presentar su programa de microcredenciales, avaladas por el Ministerio de Universidades. Se trata de una oportunidad única para formar a profesionales de toda índole, con o sin formación previa, con el objeto de recualificarlos a través de cursos cortos que les permitan adquirir determinadas habilidades específicas y mejorar su perfil laboral.

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Con todo ello se rompe el paradigma de las universidades como centros de formación para personas con unos conocimientos previos, y se abre el campo formativo a nuevos perfiles, al tiempo que supone una alianza con el sector productivo, tejiendo una clara complicidad con empresas e instituciones para ofrecer formaciones rápidas, de alto valor y de acreditación inmediata.

El evento, celebrado en el Hotel Mencey, acogió a una cincuentena de personas interesadas en este nuevo reto universitario: colegios profesionales, directivos de empresas, representantes de la CEOE y medios de comunicación, quienes mostraron su enorme interés en esta nueva línea formativa.

Vista general de la sala.

La sesión fue abierta por el rector, Francisco García, quien describió al centro universitario como generador de nuevo conocimiento con gran potencial de transformación social. “Detrás de las medidas de mitigación del cambio climático en Canarias o de los nuevos retos que plantea un turismo más sostenible está la Universidad de La Laguna”, una institución con 47, 38 másteres y 22 programas de doctorado. “No solo enseñamos competencias profesionales, sino que formamos a futuros investigadores para iniciarlos en la carrera científica”.

El rector explicó que una de sus primeras acciones al estrenar el mandato fue realizar una radiografía de cada título de grado, con la participación de antiguos estudiantes, empresariado y expertos. El objetivo de todo ello era reorientar el catálogo de títulos, y de hecho ya se han tomado las primeras medidas: siete nuevos dobles grados, un doble máster, varios recorridos sucesivos y se están ultimando los perfiles de titulaciones abiertas, con el propósito de renovar las titulaciones, hacerlas más flexibles y más acordes con las demandas actuales.

También relató el rector que de los casi cinco mil estudiantes de nuevo ingreso, un 11% procede de la Formación Profesional, “lo que da pistas de las conexiones que tenemos que establecer con otros itinerarios”. Con todo, dijo, tener una titulación universitaria es un signo de mayor éxito laboral, puesto que la tasa de inserción es mayor, con mejores contratos y remuneraciones más altas.

En este contexto, la universidad pública tiene que jugar un papel relevante en la formación del tejido productivo, sostuvo el rector, ya que el 50% de los trabajadores y trabajadoras va a necesitar recualificarse en los próximos años. Para ello cuenta la Universidad de La Laguna con su Centro de Formación Permanente, dirigido por la profesora Isabel González.

La idea es que todas las peticiones de microcredenciales que lleguen del sector productivo se vertebren a través de este centro. Esta universidad ha accedido a la financiación del Ministerio de Universidades para este fin, y este curso tiene la posibilidad de emitir 2.500 acreditaciones, “y eso no tiene sentido si no hay una colaboración público-privada; no podemos ni queremos hacerlo solos. Es imprescindible que las empresas se impliquen, en el diseño y en su ejecución”.

Pedro Martínez, del Ministerio de Universidades (i), y el vicerrector de Docencia, José Manuel García Fraga (d).

Nuevo paradigma

Para ahondar en este asunto participó Pedro Martínez, subdirector general de Relaciones Institucionales del  Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, quien empezó hablando de las transformaciones del entorno, la revolución tecnológica y la movilidad de bienes y servicios que está experimentando la sociedad. “Hay que reducir la brecha entre el mundo formativo y el laboral, reforzar la alianza entre lo público y lo privado y mejorar la competitividad a través de la formación continua”, señaló.

Así, el Plan Microcreds pretende además fortalecer las relaciones entre universidad y sector productivo, busca también la transformación de las universidades como entidades de formación permanente, la facilitación de los itinerarios formativos y la formación a lo largo de la vida.

Se trata de formaciones cortas, flexibles, certificables y diseñadas desde el punto de vista de la demanda, lo cual es clave para cambiar el paradigma de la formación continua. Por tanto, el diseño de la microcredencial debe ser compartido entre la universidad y la empresa, que debe orientar qué habilidades deben procurarse, posiblemente incluso colaborando con su docencia. “No es una formación que vaya a sustituir a los títulos oficiales. Se trata de poder trabajar y producir de forma inmediata, según se obtiene la microcredencial, que debe proporcionar una serie de cualificaciones o ventajas competitivas”, explicó.

Es un elemento flexible, que se debe adaptar casi mes a mes a las necesidades del mercado, puntualizó Martínez. La idea es animar a las empresas a encontrar esas necesidades de formación, para que las universidades diseñen los programas, acompañados de ellas mismas. “Tenemos los recursos económicos para arrancar con esta iniciativa, si no los aprovechamos las universidades no seremos capaces de formar a las personas”.

Por su parte, el vicerrector de Docencia, José Manuel García Fraga, añadió que no solo se trata de formar solo  a nuevos profesionales, sino a aquellos otros que llevan ya una larga trayectoria, pero necesitan nuevas habilidades. “La microcredencial le ‘convalidaría’, en cierta medida, esa experiencia” y además formará parte del Europass, con lo cual es digital y transportable”, añadió.

Una necesidad compartida

Es una necesidad. Esta es la principal conclusión a la que llegaron los tres miembros de la mesa redonda que hubo tras las primeras presentaciones, y en la que participaron Sara Mateos, directora

Un instante de la mesa redonda con Sara Mateos, a la izquierda, Daniela Postiglione, al centro, y Manuel Pestano.

de la Fundación DISA; Daniela Postiglione, directora de Personas de Cajasiete y Manuel Pestano, consultor. Resulta de máxima urgencia contar con una formación continua en un mundo tan cambiante, sostuvieron los tres.

También indicaron que no podemos perder de vista las llamadas ‘habilidades blandas’. “Parece que en este mundo en el que todo pasa tan rápido las habilidades personales han quedado atrás: es necesario trabajar en equipo, liderar y saber adaptarse a distintos escenarios”. Por tanto, el valor vuelve a estar en las habilidades socio comunicativas, que quizá las nuevas generaciones no sepan dominar, apuntaron.

La adaptación, por ejemplo, a nuevas modificaciones legislativas que pueden suponer un cambio drástico en una empresa, que a su vez tiene que seguir prestando el servicio, no es fácil de acometer. “Por tanto hay que ser muy flexibles en los puestos de trabajo y formarse continuamente”. En este punto, los tres intervinientes consideraron vital la colaboración con la universidad. “Nosotros no sabemos elaborar una asignatura para un plan de formación completo, por eso creemos que vamos a hacer grandes cosas con la ULL”.

Las empresas interesadas en formar parte del plan de microcredenciales de la ULL deben ponerse en contacto con el Centro de Formación Permanente a través del correo electrónico dircfp@ull.edu.es. Desde allí se agendará un encuentro para conocer las demandas concretas y elaborar la formación, que de forma inmediata se pondrá en marcha. “Necesitamos confianza en la universidad para poder forjar esta alianza”, afirmó el rector al final de esta cita.