La cineasta argentina Milagros Mumenthaler describe a la protagonista de ‘Las corrientes’, la cinta con la que compite en Sección oficial, como «una mujer al … borde del estallido, igual que su país». El filme explora cómo los anhelos individuales se cruzan con los mandatos sociales y económicos en una sociedad «ultracapitalista», donde la apariencia y el éxito funcionan como exigencias inevitables. «Me parecía interesante que el personaje, que necesita cambiar de vida, optara por esa vida de aparentar. Tiene fragilidades, pero también mucha fuerza, y transitar ese estado es muy valiente», explicó la directora.
Los actores han subrayado que esa tensión interior de la protagonista se construyó principalmente en los ensayos. «El contacto, el conocernos, el sentirnos como amigos con muchas vivencias fue lo que ayudó», confesaba Jazmín Carballo. Mientras que su compañero Esteban Bigliardi, señalaba que «nuestro rol era completar el viaje interno de la protagonista» y que para ello «hay que ser muy sutil», ya que no es sencillo «lograr esa conexión y que se transmita». Isabel Aimé González-Sola lo resumió así: «Aunque hable, mi personaje mantiene un interior hermético; dentro ocurre un mundo».
La actriz explicó en la rueda de prensa de este martes que en los largos ensayos previos al rodaje se trabajó sobre la voz, el cuerpo y la relación con los objetos, para que el silencio no fuera vacío sino expresivo. «En la película existe mucho lo material, los colores, las texturas… y es muy valioso buscar al personaje desde ahí, desde lo concreto del oficio, más allá de lo psicológico. Es como bucear en lo profundo a través de lo físico», señaló. Para ella, el reto estuvo en encarnar a una mujer que dice menos de lo que siente, pero cuya intimidad late en cada gesto.
La puesta en escena también responde a esa dualidad: lo cotidiano frente a lo íntimo. Una paleta dominada por azules, verdes y grises, con rojos a modo de pinceladas, refuerza la tensión emocional. «Es un diseño pensado desde decorados y vestuario, para que cada plano transmita algo», añadió la directora, que reconoce ecos pictóricos y cinematográficos de Hitchcock y Zulawski en la construcción del relato.
El proyecto, definido como «muy autoral» por la productora Rosa Martínez Rivero, atravesó serias dificultades de financiación en un contexto hostil para el cine argentino. «Nos atravesó un cambio de gobierno que vino a destruir el cine y encima este tipo tan específico es más difícil de sacar adelante», indicó. La también productora Violeta Bava estuvo de acuerdo con las trabas que la crisis cultural y económica en el país impusieron al rodaje, ya que tuvieron «momentos muy duros, pero desde que escucharon la primera idea de la boca de Milagros Mumenthale se unieron al proyecto».
Con esa mezcla de riesgo artístico y compromiso político, la película se presenta como un retrato personal y colectivo, íntimo y social. O, en palabras de su directora, una historia donde «Nina parece tener libertad propia».