Duje Caleta-Car es de Sibenik, una localidad que en Croacia dicen que imprime carácter. Y no solo por ser la cuna de Drazen Petrovic, … seguramente el mejor jugador de baloncesto europeo de todos los tiempos, quien con una personalidad arrolladora y un talento descomunal llevó al Cibona a reinar en Europa en los ochenta, sino también por ser escenario de algunas de las batallas que aún perduran en el imaginario colectivo del país.

En el siglo XV sus murallas detuvieron la invasión del imperio turco y en los años noventa del pasado siglo fue testigo de la batalla clave en el futuro de Croacia. Yugoslavia albergaba allí una importante base naval que en mayo de 1991 pasó a manos croatas con la declaración de independencia y que el ejército serbio trató de recuperar por la fuerza en septiembre. Pero perdió la batalla, la base naval y los 15 buques de la armada yugoslava que se encontraban allí, la cuarta parte de la fuerza naval del país, que pasaron a manos croatas y consolidaron al nuevo país.

La guerra dejó una ciudad devastada que perdió su industria metalúrgica y textil y vio seriamente dañado su patrimonio cultural como la Catedral de San Jacobo, posteriormente reconstruida, pero también forjó una identidad de resiliencia por la que es reconocida. En esa Sibenik de posguerra nació Caletar-Car el 17 de septiembre de 1996, quien comenzó su carrera en el HNK Šibenik antes de trasladarse con 17 años a Austria para continuar su desarrollo. Fichó por el FC Pasching, un conjunto de la tercera categoría del país, antes de recalar en la estructura del Red Bull Salzburg. En su academia terminó de formarse y dio el salto al fútbol profesional arropado por compañeros como Sadio Mané, Minamino, Sabitzer, Kampl o Upamecano. En el Salzburgo ganó cuatro ligas y tres copas, lo que le valió su fichaje en 2018 por el Olympique de Marsella a cambio de 19 millones.

Han pasado siete años desde entonces y ahora en la Real tratará de recuperar el terreno perdido en las tres últimas campañas en el Southampton y el Lyon, donde no ha podido mostrar el mismo nivel que exhibe cuando se enfunda la camiseta de la selección croata.