¿Es Donosti, capital de Guipúzcoa y una de las mecas gastronómicas ya no de España, sino del mundo, una ciudad vegan friendly? Pues, a tenor de los resultados de una pareja estadounidense, parece ser que no.
Al punto de que, como explicaban a Business Insider, reservaron más de un mes en un alojamiento Airbnb en el casco viejo de San Sebastián, a apenas dos minutos del Paseo de Miraconcha, pero apenas se mantuvieron en él unos diez días.
La razón, según sus propias palabras: «nos estábamos quedando sin planes». Con amargura y resignación, contando que «después de cuatro días, teníamos la sensación de que no nos quedaban cosas que hacer», explicaba Mar Yvette, la protagonista de esta historia junto a su marido, que iban a compaginar las vacaciones en San Sebastián con unos días en París y Londres, sirviendo así la capital guipuzcoana como retiro.
La decepción, según sus palabras, se hizo extensible también a Bilbao. Confesaban que «no podíamos quitarnos la sensación de haber cometido un error al alquilar el apartamento todo el mes«, así que aprovecharon para ir a Bilbao, pero tampoco les satisfizo: «Esperábamos que estas excursiones nos revelaran nuevas y emocionantes razones para quedarnos», lamentaba.
Pero no fue así. Entre sus quejas, para sorpresa de nadie, estaba la protesta por la masificación turística de San Sebastián. «Pensábamos que no iba a haber tantos turistas, ya que no es tan grande como otras ciudades de España, pero nos equivocamos», seguía Yvette en su carta, lamento o protesta.
«Caminar entre multitudes para entrar en sus iglesias era de todo, menos una experiencia espiritual, y encontrar un buen lugar en la playa en un día caluroso era una misión imposible», indicaba en Business Insider.
Con semejante retahíla, uno esperaría que, al menos, la cocina de San Sebastián salvara el expediente y a nuestros queridos viajeros esta parte de la aventura les saliera a cuenta, pero tampoco resultó ser así.
«Sabíamos que era una región famosa por su cocina, sobre todo por sus pinchos», explicaba, pero luego reconocía que tanto ella como su marido siguen una dieta vegana en la que solo comen algo de marisco, por lo que no toman nada que tenga que ver con carne, lácteos, huevos o sus derivados.
«Durante nuestra visita, comimos tantos pinchos iguales que era cómico: un trío de atún en lata, pimientos y tapenade», concluyendo que debían haber hecho algo más de investigación, en vez de asumir que había suficiente variedad.
Por fortuna para esta pareja, hubo algo de luz entre tanta oscuridad: una cafetería llamada Gogoan Kafetegia, que servía bebidas vegetales, y el restaurante Mapa Verde, un establecimiento vegano con vinos accesibles.
Imágenes | Turismo de Euskadi
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