El último gran evento deportivo al que acudió Donald Trump fue la final del US Open de tenis, que se tuvo que retrasar una hora debido a las importantes medidas de seguridad implementadas para acceder al parque de Flushing Meadows y al estadio Arthur Ashe. De hecho, cuando comenzó el encuentro entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, ni mucho menos estaban todos los asientos de las gradas ocupados.
El presidente de Estados Unidos se ha convertido un habitual en los grandes eventos deportivos de su país. Este año ha estado en la Super Bowl, las 500 Millas de Daytona, los campeonatos de lucha libre de la NCAA, en un par de veladas de UFC, el torneo LIV Golf Miami, la final del Mundial de Clubes de la FIFA y la final del US Open de tenis. El dispositivo de seguridad que lo suele acompañar es impresionante y el reciente asesinato de Charlie Kirk tiene aún más en alerta a su equipo y demás agencias estatales de cara a este tipo de eventos.
A Trump se le espera en el campo de Bethpage Black (Nueva York) el viernes por la tarde para la sesión de fourball de la Ryder Cup, donde habrá unos 50.000 espectadores. “La probabilidad de que alguien intente utilizar un evento como este para hacerse notar, aumenta”, ha declarado a BBC Sport el mayor Stephen Udice, de la Policía del Estado de Nueva York y oficial encargado de las emergencias de la Ryder Cup. “Estamos planificando como si hubiera amenazas. Tenemos múltiples capas diferentes que alguien que quiera causar caos y daño tendrá que atravesar”, explica.
“Este evento está a la altura de un Super Bowl y unas Series Mundiales de béisbol, pero lo que lo hace aún más desafiante es que se lleva a cabo en una extensión enorme de terreno, no en un estadio cerrado», subraya Udice, que destaca parte del dispositivo movilizado: «Tenemos drones, vamos a tener varios helicópteros de la policía estatal, tenemos unidades químicas, biológicas, radiológicas y numerosos perros detectores de bombas».
El gran desafío para el responsable de emergencias de la Ryder Cup tendrá lugar el viernes. «Estamos tratando de lograr ese equilibrio entre minimizar la interrupción a todos los espectadores y, al mismo tiempo, mantener la seguridad del presidente”, dice Stephen Udice, que no cree que vaya a suceder como en el US Open: “No retrasaremos el juego, eso está prácticamente decidido en nuestra forma de operar. No podemos darnos el lujo de empezar al amanecer y acabar a las 20 o 21 horas».