El parque de Los Nogales, en Cangas del Narcea, recibirá en poco más de una semana una imponente escultura que rendirá homenaje a los ganaderos. Se trata de una escultura de 11 toneladas y 13 metros cúbicos de roble autóctono, creada por el artista multidisciplinar cangués Francisco Redondo, que define su creación como “una pieza dolménica”.
La madera utilizada tiene su propia historia. Procede de un bosque centenario de la parroquia de Noceda de Rengos, que había sido cortada hace décadas y que ahora se recuperó para convertirse en un monumento que busca conectar con el pasado y la tradición.
“La pieza está trabajada como se trabajó la madera toda la vida en nuestra zona”, explica Redondo, que en esta labor contó con el apoyo del maestro maderero José Garrido. En este sentido, el artista reivindica el uso del roble: “Los pegollos de los hórreos más antiguos eran de roble y ahí siguen, después de 400 o 500 años, con una belleza extraordinaria. El paso del tiempo no deja de ser paisaje, no deja de ser belleza. Por eso pienso que esta pieza, dentro de 300 años, será mucho más bella, tendrá esa piel que le da el tiempo”.
La escultura, de más de cuatro metros y medio de largo, de unos tres metros y medio de alto y dos y medio de ancho, evoca tanto figuras animales como antropomórficas. “Es una bestia, es el terreno en sí mismo”, resume el creador, que se inspiró en la huella que ha dejado la ganadería en el paisaje del Suroccidente desde tiempos neolíticos. “Los pastores fueron los primeros en abrir caminos por los cordones de las montañas. Las primeras tribus que se asentaron en este territorio fueron los ganaderos que llegaban de la costa buscando pastos, llenando el Suroccidente de dólmenes y estelas. La presencia del ganadero es fundamental para entender todo lo que aconteció después en nuestra zona”, subraya.

Francisco Redondo trabajando sobre su pieza de homenaje a los ganaderos. / José Ramón Puerto
El artista destaca de su obra que es “muy nuestra” y matiza que además de rendir homenaje a los ganaderos con ella quiere “hacer un homenaje a lo nuestro”. Para ello cree que influirá haber apostado por una madera y una forma de trabajarla “tan reconocible”. Insiste en que “estamos muy acostumbrados a verlo en hórreos, en estacas de praos, aquí es lo mismo pero incorporado a una pieza de arte contemporánea y ancestral”.
Redondo explica que recibió el encargo por parte del alcalde, José Luis Fontaniella, y se tomó medio año para investigar, recabar datos y diseñar el proyecto. “Como un acto milagroso aceptaron la propuesta, algo que fue sorprendente para mí, que sin ningún tipo de pega se aceptara una pieza de estas características”, rememora.
Inauguración el 3 de octubre
La obra de arte se instalará en el último tramo del paseo fluvial de Los Nogales recientemente reformado. Con un presupuesto de 50.904 euros, se renovó el pavimento, se colocaron barandillas nuevas y mobiliario y además se realizó un ensanchamiento del tramo hacia la plaza en forma de media luna que integra unas escaleras para unir la plaza con el paseo y que servirá de peana para acoger la escultura.
Una ubicación que convence al artista porque considera que su pieza podrá convivir muy bien con el entorno, a pocos metros de la capilla del Carmen y casco histórico de la villa, además del puente colgante. Aparte, Redondo ha encontrado un nexo de unión entre Los Nogales y su creación: la madera. Cuenta que este rincón de la villa canguesa fue utilizado durante casi dos siglos para recibir la madera que se talaba en los bosques del concejo y allí se cargaba en barcazas para llevarlo hasta el astillero real de Pravia. “Me gusta que mi pieza, con la cantidad de madera que tiene, esté en un sitio donde la madera fue importantísima”, recalca.
La instalación de la escultura se llevará a cabo la próxima semana y la inauguración oficial será el viernes 3 de octubre en un acto en el que intervendrá el crítico de arte Ángel Antonio Rodríguez. Esta será la segunda obra de arte del artista cangués que se instale en su villa natal. La primera se puede ver en la entrada del polideportivo municipal y es conocida como el “balón de rugby”.