De los cuatro excadistas que están en el Ceuta hay uno más cadista que nadie por sus siete años vestidos de amarillo. A Bodiger, Manu Vallejo y Matos se unió una vez terminado el mercado de invierno Salvi Sánchez, que se encontraba sin equipo tras rescindir con el Espanyol a principios de año. Será, la de este domingo, la segunda vez que visite Carranza con otro escudo -antes lo hizo con el Rayo en Primera-. «No llegué a jugar porque salía de lesión», recuerda el sanluqueño de 34 años en Deportes Cope Cádiz.
Donde sí ya está jugando es en su nuevo equipo, la AD Ceuta. Y se muestra ‘encantao’. «Estoy ya jugando, con nuevas sensaciones», dice un jugador que lleva sin equipo desde el pasado mes de enero tras rescindir con el Espanyol. Mucho ha pasado de un tiempo a otro, un mundo en el contexto de un futbolista. Para explicar su fichaje por el Ceuta también hace una parada por su antiguo club. «Decidimos esperar al mercado de verano y en cuanto se generó la oportunidad esta de venir aquí a Ceuta no lo pensamos dos veces. La verdad es que estoy muy contento. La familia súper contenta, súper feliz. Estamos cerca de casa», dice antes de resaltar las virtudes de la ciudad autónoma. «La verdad es que la ciudad es muy parecida a Cádiz, a Cádiz capital. La gente es muy cercana, muy servicial. La ciudad pequeñita, acogedora», define. ¿Y el club, el estadio? «El estadio aprieta; es pequeñito, pero aprieta. Son 5.000 personas, pero aprietan bien. Y lo importante es que el club está con muchísimas ganas de crecer», asegura.
Inactivo desde enero, Salvi dice haberse cuidado desde entonces en un gimnasio de primer nivel en Sanlúcar. «He estado todas las mañanas entrenando en un centro deportivo cualificado y con todo tipo de máquinas», asegura aunque matizando que «sí es verdad que lo que no tienes es el ritmo de partido».
En ese sentido, ya ha empezado a cogerlo después de jugar unos minutos el pasado fin de semana en la victoria del Ceuta ante el Zaragoza. «Llevo aquí dos semanas y la verdad es que muy contento, muy feliz. Cada vez me encuentro muchísimo mejor. Las formas de jugar, las formas de apretar y las ganas de crecer que tiene este club y este entrenador, pues me vienen de anillo en el dedo; estoy en un equipo muy valiente».
Salvi analiza su equipo de la siguiente manera. «Hay muchos jugadores que conocen la categoría; otros un poco menos, pero que se irán soltando a medida que vayan pasando jornadas e irán perdiéndole ese pequeño miedo. Hay una muy buena plantilla, con muy buenos compañeros. El nivel irá subiendo seguro a lo largo del año. Y bueno, feliz de estar aquí y aportar mi granito de arena», dice orgulloso el nuevo jugador caballa. Y para este domingo planea pelea. «Ahora vamos a Cádiz a hacerlo lo mejor posible y que ellos no tengan el día», desea.
Amago de regresar
Llega a un estadio donde él lo ha sido todo tras llegar procedente del Villanovense en Segunda B y dejar de vestir la amarilla en Primera División. «Yo siempre digo que Cádiz será mi casa y si al Cádiz le hace falta cualquier cosa, siempre estoy disponible para hablar con ellos, para cualquier cosa: ya me pasó cuando rescindí en Barcelona, que me senté con el presi», desvela el extremo de una conversación que tuvo con Vizcaíno en el último mercado de invierno. «Pero bueno, hay épocas de que no está para ti. Y bueno, respetar todo», cuenta de que al final no se llegó a acordar su regreso a Carranza, donde ha sido «una de las personas más felices por llevar al club desde el fango a la gloria y dejarlo en ella».
Con Vizcaíno habló en enero, pero no en este verano. Precisamente, mucho se habló de su marcha del Cádiz CF por la puerta de atrás, algo que ha dejado en el olvido y que el propio Salvi le resta importancia. Gajes del oficio que se llama porque «al fin y al cabo, el mundo del fútbol es así».
Su marcha la cuenta así. «Cuando acabé el contrato no tenía una oferta de renovación apropiada en el Cádiz CF y sí que la tuve de Madrid para irme al Rayo. Ya está, y no pasa nada. Todo es respetable», recuerda Salvi, que jugó su último encuentro de amarillo ante el Real Madrid una semana antes de conseguir la permanencia en Vitoria y ser manteado por sus compañeros en pleno júbilo cadista.
Lo que ni el olvido ni nada puede evitar es que desde el club no se le hizo una despedida a su altura después de tantos años en el equipo. En la misma línea, Salvi le quita hierro. «Hubo un malentendido entre muchas personas y creo que él (Vizcaíno) optó por una rama y mi representante optó por la otra y ya está. Mi representante está para pelear por mí y él está por pelear por el Cádiz CF. Pasa en muchísimos equipos», resume sin mayor importancia aunque «sí es verdad» que le hubiera gustado despedirse «de otra manera y no tan malamente». De todas formas, él se queda con lo que se queda. «Mira, yo siempre he dicho a la gente de confianza que he tenido en mi vida que me despedí del Cádiz CF dejándolo en Primera División», suelta con orgullo.
Cervera, un antes y un después
Sobra decir que a Salvi se le recordará como el cadista que ha sido y como un jugador que conquistó la elite gracia a un entrenador, Álvaro Cervera, del que no puede decir más que aspectos positivos para su carrera. «Ha sido el entrenador que más me ha marcado con mucha diferencia, con mucha diferencia», repite. «Para mí hay un antes y un después en mi carrera deportiva, y si soy sincero, el 80, 90% se lo debo a él. Creo que supo exigirme de tal manera que supo ver cómo explotar de la mejor manera mi condiciones», atestigua.
Y sigue. Porque Cervera era Cervera «hasta entrenando», insiste. «Cervera era tan exigente que, por ejemplo, al que no corría los parámetros que él quería entrenando, no jugaba, ¡es que no jugaba! Es que a muchos los crucificó porque no corrían lo que tenían que correr, pero es que después te dabas cuenta que en el partido el que entrenaba a ‘full’ como él quería, en el partido iba volando», comenta con honor. Tanto marcó el hoy entrenador del CD Tenerife que años después los compañeros lo siguen hablando cuando tienen la ocasión. «Nosotros entrábamos a los campos de Primera y Segunda y nos decían de todo, que éramos muy malos, que nos dábamos dos pases, que no sé cuánto, que no sé qué, y cuando se daban cuenta íbamos ganando 0-2, 0-3 o 0-4; como se ‘encantillaba’ el día igual les metíamos cinco», apostilla. «Tú sabías matemáticamente que si él te decía una cosa es que se iba a cumplir. Y era muy difícil pararnos porque cuando tú tienes un banda rápido en el equipo te intentan tapar, pero cuando tienes a dos bandas rápidos y lo tienes bien trabajado, es mucho más difícil que te tapen», recuerda del tándem que hizo con Alvarito García.
Este domingo se verá de nuevo con Juanito el utillero, un empleado del que destaca su forma de ser y que tanto dice de una entidad que ha perdido a Antonio Navarrete (DEP) y Salvador Chirino y para los que también tiene palabras de elogio. «Son esas personas que eran canela en rama, que se te preguntaban por tus hijos, por su tu familia; que se preocupaban porque los nuevos estuvieran bien atendidos. Son personas que hacen mucho más fácil el día a día de los jugadores; hacen un trabajo invisible indispensable para el buen funcionamiento del club», dice antes de bromear con el único que queda en el club. «A Juanito le daré un abrazo y me guardaré la cartera por si acaso», ríe un cadista que siente «el cariño de la afición cada verano» durante sus vacaciones, las que siempre pasa en la provincia.
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