50 años de arquitectura moderna en Burgos: así es El Soto, un icono racionalista diseñado por Juan Ignacio Sendín

Diseñado con esa libertad poco habitual en encargos institucionales, el edificio se concibió como un homenaje sobrio a la arquitectura del Movimiento Moderno. Cubiertas planas, estructura vista, materiales sencillos —hormigón, ladrillo y madera— y una modulación clara definen una construcción de planta baja, fragmentada y escalonada, que se adapta suavemente al terreno.

Sendín explica que su intención no fue hacer un edificio protagonista, sino “uno que se integrara en el paisaje”, y para ello evitó los tejados convencionales a varias aguas, muy comunes entonces en clubes sociales, optando por una estructura horizontal que dialogara con la vegetación existente y con las zonas ajardinadas proyectadas a su alrededor.

“Quisimos que la ampliación no se notara, que mantuviera la continuidad del proyecto. Y creo que lo conseguimos”

Juan Ignacio Sendín

Una arquitectura silenciosa, pensada para acompañar la vida social y no eclipsarla.@ Javi Rico / Realización: Eduardo Boillos

Una identidad propia, casi artesanal

La ejecución fue igualmente singular. Toda la estructura se construyó directamente a pie de obra, sin prefabricados externos. “Las cubiertas, los pilares, los elementos de hormigón… todo lo hicimos allí mismo. Eso le dio al edificio una identidad propia, casi artesanal, y ha contribuido a que envejezca con tanta dignidad”, señala Sendín. El resultado es un conjunto que ha resistido el paso del tiempo con notable coherencia formal y material.

La decoración original, firmada por las hermanas Sáenz de Cenzano, mantiene intacto su encanto clásico.@ Javi Rico / Realización: Eduardo Boillos

Mobiliario hecho a medida y distribución escénica de la luz: interiores pensados para perdurar.@ Javi Rico / Realización: Eduardo Boillos

En 1990, el arquitecto fue convocado de nuevo para abordar una ampliación que respondiera a las nuevas necesidades del club, manteniendo su arquitectura moderna. La sala de juegos se había quedado pequeña, y era una de las actividades más demandadas durante el invierno. La solución fue añadir cerca de 100 metros cuadrados respetando escrupulosamente el diseño original. “Quisimos que la ampliación no se notara, que mantuviera la continuidad del proyecto. Y creo que lo conseguimos”, afirma el arquitecto de un edificio que impacta por su materialidad y estilo único.