Fueron 23 minutos de aplausos en Venecia y la ovación se ha repetido en San Sebastián. La voz de Hind, la película de la directora tunecina Kaouther Ben Hania, ha sobrecogido el festival en un pase que ha tenido tanto de denuncia como de auténtico funeral por la crudeza de su trama real: las conversaciones de un equipo palestino de emergencias de la Media Luna Roja con una niña gazatí de seis años que, en un coche lleno de cadáveres de su familia, pide ser rescatada mientras es disparada por el ejército israelí, que terminó por asesinarla.
La película recrea la tragedia, ocurrida el 29 de enero de 2024, dramatizando la angustia de los trabajadores de emergencias, pero manteniendo un elemento real: la voz de la niña, que es la real de Hind Rajab. Hora y media de película difícilmente soportable cada vez que se escucha su miedo, que destroza a sus interlocutores, reales y ficticios, y a todo el patio de butacas sometido a pura congoja.
Un asesinato que -debido al registro de la grabación- debería ser tan simbólico “como el de Anna Frank”, según la directora, ausente en el festival, que sí ha contado con sus dos protagonistas, los intérpretes palestinos Motaz Malhees y Saja Kilani. Al terminar la proyección, entre un mar de lágrimas, los dos se han unido a los miles manifestantes reunidos en la Plaza de Okendo, marchando en la cabecera en la que se encontraban los cineastas Isaki Lacuesta o Julio Medem, y a la que se ha acercado también el ministro de Cultura, Ernest Urtasun.
La voz de Hind -la de la película y la de la niña- se ha amplificado en la calle, donde los manifestantes han marchado por las calles de San Sebastián al grito de “¡Isarel, boicot. Palestina askatu!”, en una protesta convocada por la comunidad palestina del País Vasco y numerosas organizaciones del sector cinematográfico y de la solidaridad con Palestina.
Cinestas como Isaki Lacuesta o Julio Medem, marchan junto a los actores de ‘La voz de Hind’. Esteban Ramón/RTVE
«España ha tenido una postura muy firme”
Horas antes del pase, los dos actores atendían a RTVE.es declarando sentirse genuinamente agradecidos a la sociedad española. “Agradecemos mucho la respuesta de la comunidad española”, dice Saja Kilani. “Lo que ha pasado aquí esperamos que inspire a otros países a seguirlo. España ha tenido una postura muy firme”.
En una escena de la película, mientras los trabajadores esperan que se resuelva el kafkiano trámite burocrático para que Israel pueda autorizar que una ambulancia rescate a la niña viva, un personaje plantea subir la voz de la Hind a internet, pero desisten porque no creen que despierte empatía de las tropas israelís.
“Y lo entiendo”, explica el actor Motaz Malhees. “Cada día hablan con gente que está a dos minutos de morir. Yo también crecí en esa zona y no quería que nadie me dijera nada. No me importaba lo que dijera el mundo, solo mi seguridad, que es lo mínimo. Es duro pensar que la única preocupación de la gente ahí es estar seguro”.
Lo cierto es que La voz de Hind, a la que una vez acabada se unieron como productores Brad Pitt, Rooney Mara o Joaquin Phoenix para visibilizarla aún más, ganadora del Gran Premio del Jurado en Venecia, es algo más que una de las películas del año.
Al finalizar la manifestación, actrices como Nerea Barros, o cineastas como Dolores Fonzi han leído un texto: “Recordamos a Hind Rajab no solo con lágrimas, sino con la urgencia de no olvidar. Que su nombre sea un faro que ilumine la conciencia del mundo. Que su historia nos sacuda. No más asesinatos de víctimas inocentes. Que no haya más víctimas sin justicia. Que no haya más pueblos condenados al olvido”.
Imagen de la manifestación convocada por la comunidad palestina del País Vasco y numerosas organizaciones del sector cinematográfico. EFE/ Javier Etxezarreta
La proyección de La voz de Hind culmina la denuncia de la masacre en Israel, que ha corrido en paralelo la celebración del certamen. A diferencia de los Cannes o Venecia, la dirección del festival emitió un comunicado días antes de su inauguración en el que condenaba inequívocamente “el genocidio” que el “Gobierno de Benjamin Netanyahu está sometiendo al pueblo palestino”.
Igualmente, el primer día del festival una protesta acompañó la entrada en los invitados a la gala de apertura. Banderas, pancartas y pegatinas han sido una constante junto a los discursos de condena a Israel como el de Eduard Fernández, al recoger el Premio Nacional de Cinematografía.
La actriz Saja Kilani resumía para RTVE.es: “A los palestinos solo nos queda la esperanza. Y estoy feliz de lo que ha hecho una película: con esperanza, crecerá más y tendrá impacto entre quienes están en el poder”.