Vuelve Poquita fe, una de las comedias más aclamadas de los últimos años por crítica y público, un reconocimiento que se tradujo en varios premios (entre ellos un Ondas y un Feroz) para la serie de Movistar Plus+ e incluso la noticia de una adaptación en Alemania. Una repercusión que Raúl Cimas, su protagonista junto a Esperanza Pedreño, asegura haber notado más “en el pulso de la calle” que en las cifras de audiencia. “El éxito en números para mí nunca valió para nada, aunque entiendo que es fundamental”, declara el actor en palabras a verTele.
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El cómico recuerda que siempre confió en este proyecto, del que asegura que llegó a grabar un piloto hace 10 ó 12 años: “Fue autogestionado, con la idea de venderla. Y ya cuando me contaron la premisa hace tantos años, que ahora ha cambiado mucho desde aquella idea inicial, yo siempre le vi el encanto”, afirma el humorista. “Siempre vi que era una serie que podía llegar a todo el mundo porque reflejaba la vida de todos”, añade Cimas, que señala que otra de las claves de su buena acogida es la corta duración (15 minutos) de sus episodios.
“Es que hay que hacerse a los tiempos también. Hoy en día, el ojo humano está acostumbrado a ver vídeos de muy corta duración. Ahora mismo, ver una comedia de 45 minutos o de una hora, hora y pico, ya es difícil para cualquiera, hasta para quien le guste”, valora el manchego, que da algunas claves sobre lo que depara a los protagonistas en la segunda temporada de Poquita Fe. A la crisis de pareja que ya arrastraban José Ramón y Berta se les une ahora un nuevo problema, muy ‘de moda’ en nuestra sociedad: el de la vivienda.
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El matrimonio es expulsado de su piso y, a la espera de poder entrar en uno nuevo, deberán irse a vivir con los suegros y la cuñada, lo que tensará la cuerda entre los personajes principales: “En la primera temporada a ellos les ocurrían pocas cosas y aquí sí que sufren”, avanza el intérprete, que cree que la ficción catalizará un grave conflicto transversal a la gran mayoría de la población española: “El humor no se puede despegar de la realidad tampoco. Aunque sea comedia, si no está la realidad ahí con toda su amargura… El humor de las cosas felices no existe”, empieza reflexionando.
“La comedia está en el sufrimiento de la gente. Y la vivienda, que no creo que haya nadie que se plantee que tenemos un problema con eso, pues hace sufrir a la gente. Y dentro del sufrimiento está la risa porque se creó para eso. Es el único sentido que tiene el humor”, concluye el televisivo, que afirma que seguirá colaborando con Andreu Buenafuente en la nueva temporada de Futuro Imperfecto en RTVE y que se moja con el apasionante duelo televisivo entre El Hormiguero y La Revuelta: “Quiero creer que la sangre no llegue al río, que forma parte también de un espectáculo y de un negocio. Porque en cualquiera de los dos casos es buena noticia para los dos”.

Fran Araujo (Movistar Plus+) ha definido Poquita Fe como «un milagro» por la repercusión que ha tenido, teniendo en cuenta su tamaño y su lanzamiento en plataforma. ¿A ti te ha sorprendido el éxito que ha tenido la serie?
Sinceramente, no tengo ni idea de números, ni de repercusión, ni de todo eso. Yo sé el pulso que noto por la calle. El éxito en números para mí nunca valió para nada, aunque entiendo que es fundamental. Yo sí que sabía que esta serie era muy buena. Nosotros hicimos un piloto de esta serie hace ya 10 ó 12 años. Fue autogestionado, con la idea de venderla y demás. Y ya cuando me contaron la premisa hace tantos años, que ahora ha cambiado mucho desde aquella idea inicial, yo siempre le vi el encanto. Pero bueno, nunca he sido tampoco un gran visionario. Si no, estaría de jefe, no de actorcillo.
En ese pulso de la calle, muchas escenas de la serie consiguieron una gran viralidad en redes, han surgido memes, etc.
Sí, sí, a mí eso gusta un montón y me fascina. Porque igual que me gusta mucho también mi faceta de monologuista, la ficción me ha encantado siempre. Y mola conseguir hacer una comedia o participar en una comedia que tenga ese proceso. Pero ya digo que es algo que no me extraña. No me extraña porque siempre vi que era una serie que podía llegar a todo el mundo porque reflejaba la vida de todos. Y luego tiene muy a favor esos 15 minutos de duración y ese formato ultra ágil. Es que hay que hacerse a los tiempos también. Hoy en día el ojo humano está acostumbrado a ver vídeos de muy corta duración. Ahora mismo, ver una comedia de 45 minutos o de una hora, hora y pico, ya es difícil para cualquiera, hasta para quien le guste.
Ver una comedia de 45 minutos o de una hora ya es difícil para cualquiera, hasta para quien le guste
Raúl Cimas
En la presentación alguno de tus compañeros, como Enrique Martínez, comentó que los creadores de la serie habían hecho una proyección de vuestras personalidades en los personajes que interpretáis. ¿Qué hay de Raúl Cimas en José Ramón?
Hay un 70%. Sí, sí, sí [Risas]. ¿Y no hay algo de todos también en José Ramón? Puedo entender a Enrique, pero Enrique también tiene algo de José Ramón, y yo de su Ricky [el personaje de Enrique Martínez en la ficción]. Creo que logran hacer personajes que, en sus particularidades, consiguen ser universales.
A nivel interpretativo, ¿os dan libertad para sumar cosas a vuestros personajes? ¿Os dejan improvisar, o está todo muy medido al guión?
Está muy medido. Esta es una serie en la que el guion ya te viene montado. En otra serie igual luego hay un guion que le pasas al montador, pero en esta es el que pasamos los actores. Aquí son escenas cortas y muchas veces son complementarias de otra cosa que se ha grabado una semana antes. Es decir, acabas la frase que dice otro personaje en la escena anterior. No puedes improvisar, ni falta que hace. También me gusta cuando en otros proyectos me han dicho: ‘Aquí tenemos un personaje al que le falta algo. ¿Le das algo de lo tuyo?’. Sí, pero en este caso está todo muy medido. Alguna apreciación habré hecho, pero ha sido mínima.

En esta segunda temporada, ¿se seguirá apostando por esa comedia de lo cotidiano?
Sí, lo que pasa es que en la primera temporada a ellos les ocurrían pocas cosas y aquí sí que sufren. En otro tipo de películas o de comedias es fundamental un gran desencadenante (una tormenta, un naufragio o la muerte de alguien…), yo creo que esta se nutre de los personajes, no de algo que pasa, sobre todo en la primera. En esta segunda está el problema de la vivienda y lo pasan muy mal, pero no debería ser, a priori, nada sorprendente que alguien tenga que buscarse otro piso [Risas].
¿Hay cierta voluntad de denuncia social en ese hecho de centrar las tramas de esta temporada en el problema de la vivienda para visibilizarlo?
Es que el humor no se puede despegar de la realidad tampoco. Aunque sea comedia, si no está la realidad ahí con toda su amargura… El humor de las cosas felices no existe. La comedia está en el sufrimiento de la gente. Y la vivienda, que no creo que haya nadie que se plantee que tenemos un problema con eso, pues hace sufrir a la gente. Y dentro del sufrimiento está la risa, porque se creó para eso. Es el único sentido que tiene el humor.
Es instinto de supervivencia del ser humano…
Sí, claro. Comienzas a superar un problema cuando empiezas a bromear con ello. Y estás desanimado o estás deprimido y necesitas unas risas con un amigo. Está para esos momentos. A lo mejor el día más feliz de tu vida te da igual que te hagan cucamonas, lo mismo es el día que te pones a ver Love Story [Risas].
Dentro del sufrimiento está la risa porque se creó para eso, es el único sentido que tiene el humor
Raúl Cimas
Llevas muchos años de la mano de Andreu Buenafuente, ahora también en su Futuro Imperfecto en RTVE. ¿Crees que, dentro de la tele en abierto, Andreu tiene más encaje en la pública que en ningún otro sitio?
Bueno, lo de la televisión pública no sé… Yo he ido con Andreu allá donde me ha llamado. Como si el día de mañana se va a Radio María y me llama, pues iré. Porque es un tío que me dio una oportunidad cuando yo era un niño. Yo empecé a trabajar con El Terrat, yo que sé, como en el año 2000 o 2000 y poco. Era un programa en la ETB junto a Carlos Sobera e Iñaki López del que guardo muy buenos recuerdos. Desde entonces, pues he ido trabajando con él a ratos, porque también este trabajo es así. También estoy siempre con Coronas y los Ilustres Ignorantes. Me gusta, en una vida tan difusa, tener algunos anclajes, y Andreu lo es.
¿Te da total libertad para tu sección cuando os sentáis en el sofá?
Sí, pero eso siempre ha sido así. Andreu ni siquiera sabe de qué le voy a hablar, y obviamente es porque no quiere. A él le gusta sorprender y sorprenderse, es un amante de la improvisación también. Y de buscar en los shows de televisión ese momento ‘verdadero’, por llamarlo de alguna manera. Eso es muy importante, por lo menos para mi manera de entender ese tipo de programas de televisión. Hay otros a los que les va muy bien con un guión muy estructurado, o incluso hay gente que ha protestado mucho porque alguien se saltaba el guión en una gala y tal. Pues a mí no, a mí me gusta el vivo, aunque tenga a veces malas consecuencias o malos resultados. Esto es vivir en el alambre.

¿Crees que el público se merecía su regreso?
Sí, la gente y el propio Andreu se merecía volver a las casas. A la vez que es fundamental que esto siga trayendo nuevas caras y estemos viendo nueva gente, respetando eso y entendiendo que eso también forma parte de la vida y que nosotros vamos tranquilamente caminando hacia nuestro descanso, a veces creo que nos pasamos con una obsesión por buscar nuevas caras cuando aún tienes ahí a un tío que es el mejor, en mi humilde opinión. Y encima él tiene ganas de trabajar, que eso es una cosa que le honra, porque después de esa carrera podría dedicarse a viajar y a hacer su vida. Pero le apetece, y le apetece hacerlo en vivo en un teatro, sin mesa, con él de pie… Más crudo que nunca.
Ahora que también estás en RTVE, ¿te veremos más con Broncano en La Revuelta?
Si es que con Broncano nunca he estado. Con Broncano lo que pasa es que cuando le falla un invitado voy yo [risas]. Yo encantado que me asocien a La Revuelta porque es otro programa que me encanta. Con Castella también es un tío con el que he trabajado desde que empecé hace 25 años. Me alegro mucho de su éxito. Y yo estaré, como siempre, cada vez que no pueda otro. Cada vez que le falle una estrella, ahí estaré yo [risas]. Pero bueno, iré a promocionar cosas, es la contraprestración por mis servicios como entrevistador sustituto. Cada vez que hago alguna mierda pues se la vendo allí.
¿Cómo viviste tú la temporada pasada esa vorágine del duelo entre El Hormiguero y La Revuelta?
A mí me pareció bien, porque hacía muchos años que no estaba ese debate del prime time. Yo creo que me tengo que remontar a cuando estábamos con Buenafuente y Crónicas Marcianas. Justo ayer hablaba con Xavier Deltell, que él estaba en Crónicas Marcianas y yo en Buenafuente. Y grabábamos ambas cosas en unos platós de Sant Just Desvern en los que en uno se grababa Crónicas y en otro lo nuestro. Y no había nada más. Y en ese pequeño polígono se batía el prime time de toda España [risas]. Entonces, por ese lado sí que me gustó. Quiero creer que la sangre no llegue al río, que forma parte también de un espectáculo y de un negocio. Porque en cualquiera de los dos casos es buena noticia para los dos. Es bueno para los dos y es bueno para el humor, así que no quiero que la sangre llegue al río. Desde luego, yo me llevo muy bien con los dos, y yo creo que entre ellos también.
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