El aeropuerto de Asturias vivió esta mañana una escena poco habitual. Unas 300 personas se agolparon en la terminal para recibir al FC Barcelona, que esta noche, a las 21.30 horas, se mide al Oviedo en el Tartiere. Hubo quien madrugó: desde las 5 de la mañana, con el primer autobús, comenzaron a llegar los seguidores azulgranas. Algunos llevaron consigo hamacas de playa y sillas de camping para hacer más llevadera la espera. El control policial fue mucho más exhaustivo que cuando el Real Madrid pisó tierras asturianas.
Las horas pasaban lentamente, incluso más de lo previsto por un pequeño retraso en el vuelo del equipo culé. En ese tiempo, sonaron cánticos, algún que otro himno del Barça y no faltaron los pronósticos de goleadas. El ambiente era claramente de superioridad culé: la mayoría de los presentes eran aficionados del Barcelona y del Sporting, mientras que los pocos seguidores del Oviedo que acudieron se vieron en clara minoría.
La llegada del avión desató la euforia. El ruido de la multitud se confundía con el de los propios motores en pista. El primero en aparecer fue Raphinha, que se detuvo con calma para firmar camisetas y hacerse fotos. Tras él, uno a uno fueron saliendo los futbolistas del Barcelona, con Hansi Flick a la cabeza y figuras como Lewandowski, que también dedicaron minutos a los seguidores. La emoción fue tal que algunos aficionados no pudieron contener las lágrimas al ver de cerca a sus ídolos.
Después de los saludos y autógrafos, la expedición azulgrana se subió al autocar que puso rumbo a Las Caldas, donde el equipo quedará concentrado hasta la hora del encuentro.
El cumpleños más especial de Llara
A las 11 de la mañana ya se concentraban en el hotel de Las Caldas decenas de aficionados dispuestos a esperar al Fútbol Club Barcelona, que se alojará allí antes del partido de esta noche en el Tartiere frente al Real Oviedo. Entre ellos se mezclaban camisetas azulgranas, azules y rojiblancas: culés, oviedistas y sportinguistas unidos por la curiosidad de ver de cerca a los jugadores.
“Quiero mostrar que todavía queda gente del Oviedo, que no todo es Barcelona ni Barça”, decía Héctor García, que aguardaba al autobús del equipo azulgrana.
La mayoría de los presentes eran adultos, pero también había algún rostro infantil, como el de Llara Alonso, de 9 años, que se saltó el colegio por un motivo especial. “Hoy es un día un poco especial, es el cumpleaños de Llara”, explicaba su madre. La pequeña no consiguió la firma de los futbolistas, pero sí la del presidente Joan Laporta, que además la felicitó personalmente por su cumpleaños: “El presi me felicitó”, contaba emocionada.
La visita también despertó sentimientos encontrados en algunos aficionados. Alejandro Álvarez reconocía que es “del Oviedo desde pequeño, pero también del Barça”. Confesaba que quería ver a los jugadores, aunque su deseo era claro: “Quiero que gane el Oviedo”. Entre risas, añadía que preferiría que “cualquier jugador del Oviedo no jugase hoy” y, si pudiera fichar a uno del Barça, se quedaría con Pedri.
El primero en llegar al hotel fue Laporta, que se presentó a las 12:52 horas. Nueve minutos después lo hizo la plantilla, recibida con gritos coreando los nombres de los jugadores. Aunque la mayoría no se acercó a firmar autógrafos, la expectación y la ilusión quedaron patentes en los aficionados, que se conformaron con verlos de cerca, algunos con la pequeña decepción de no llevarse la firma, pero con la emoción intacta.
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