Patricia Vidanes Sánchez

Jueves, 25 de septiembre 2025, 23:38

Martí es uno los tres nuevos galardonados con el Premio Internacional Aglaya, que concede la Fundación Artisophia en reconocimiento a una trayectoria en la que ha brillado un compromiso con «la cultura, la paz y la ecología». Agradecida por el reconocimiento, acudirá este sábado al Auditorio Alfredo Kraus de la capital grancanaria a recoger el premio junto a su marido Jacobo Siruela, fundador de la editorial Atalanta.

–Paz, ecología y cultura son tres conceptos muy amplios que casualmente hoy en día están bastante tocados mundialmente. ¿Qué tiene que decir a esto?

–Es lo que más me sorprendió del premio cuando llegó, porque es un premio a contracorriente, lo que es muy interesante. Es decir, que desde Canarias haya establecido una fundación como Artisophia, que tiene un premio Aglaya a lo resplandeciente, a la luz. Curiosamente, hace dos días me llamó mucho la atención una película de dibujos animados que para los niños y los jóvenes está resultando un atractivo impresionante, Las guerreras del K-Pop. Me interesa saber todo, tengo mucha curiosidad siempre por las corrientes subterráneas, por decirlo de alguna manera. Y la moralidad de la película es que frente a la guerra y la violencia sólo se consigue la victoria a través del amor. Lo que enlaza con que me parece que hay una corriente en este momento que está buscando ya nuevos caminos, nuevos senderos, una energía humana que está fluyendo hacia otros lugares. Y cuanta más tragedia vemos, más guerra, más injusticia, creo que, o espero, más esperanza.

–¿Pese a todo?

–Es que la esperanza nunca muere. Creo que nunca debe morir en nosotros. Por ejemplo en el proyecto ecológico que estamos haciendo en Salamanca, en el que llevamos ya diez años batallando y que curiosamente está también muy atrasado. Es decir, todo el tema de la naturaleza es algo como que hemos abandonado, creando un sistema económico que únicamente contempla la extracción y la explotación. Allí, cuando me vengo abajo pensando que el ser humano no tiene remedio, siempre me digo a mí misma: prefiero morir con las botas puestas, seguir luchando por esa posibilidad de cambio. Y es evidente que en esta película o en estos premios estamos viendo que sí hay una corriente humana que está buscando romper ese dique erróneo, ese muro que parece infranqueable, cuando vemos ahora todas las guerras, tanto en Ucrania y Rusia como en Gaza e Israel. Claramente hay una sensación de desesperanza enorme, de que el ser humano es incapaz de cambiar y de transformarse. Pero yo creo que sí, que hay algo que se está moviendo de forma muy potente.

–Un movimiento abanderado por ciudadanos anónimos o por voces, como puede ser la suya y la de su marido, que no están en la primera línea política.

–Claro, y hay otro tema muy interesante que enlaza, que ha sido el boicot a Disney, con la expulsión de (Jimmy) Kimmel, cómico crítico, dentro de Estados Unidos, que ya llevaba 25 años. Y a (Stephen) Colbert se le acaba el contrato tras 27 años, lo van a echar. Han estado con muchos gobiernos (de Estados Unidos) y criticado a muchos gobiernos. Han sido gente activa. Y el movimiento potente de boicot a Disney, perdiendo 4.000 millones de euros en tres días, ha obligado a devolver el espacio a Kimmel por la ola de seres humanos que se han desconectado de Disney. Y esto significa que sí se está reaccionando, es un ejemplo del poder que tiene gente.

–¿Yes la cultura en tiempos de crisis un salvavidas?

–Es esencial. De ahí también que no sólo prohiben programas o periodistas que sean incómodos, sino que también actúen contra la cultura y la educación. La batalla también es vamos a eliminar la cultura, empezar a lanzar esos bulos de que la cultura es élite o, por ejemplo, pagar a creadores de contenido que dicen barbaridades como que no leen libros, sumándose a una especie de oleada de ‘qué fantástico es ser ignorante’, cuando ser ignorantes los hace esclavos. Así, evidentemente la cultura y la educación es uno de nuestros pilares, igual que la sanidad, sobre los que hay un ataque directo. Y ahí vemos lo que incomoda y lo que quieren quitar pues claramente son los puntos que pueden hacer caer a formaciones dictatoriales o formaciones de control.

–Atalanta cumple dos décadas, ¿qué balance hace?

–Atalanta es otro fenómeno extraño. Nosotros celebramos, y además me encanta porque el pistoletazo de salida son los Premios Aglayade, que el 6 de octubre de 2005 empezamos Atalanta, hace ahora 20 años. Celebramos también que Jacobo (Siruela) cumple como editor 45 años. Hace nada menos que esos años que empezó su andadura editorial con ‘La muerte del rey Arturo’, un libro que era como una locura. Porque, ¿a quién se le ocurre publicar un libro medieval, algo minoritario? Y resulta que ese libro se convierte en un fenómeno cultural, gana premios de edición, funda Siruela, que luego deja por considerar que ha perdido su esencia, y entonces fundamos Atalanta. Y eso en un momento de grandes editoriales, cuando le decían literalmente que no se iba a comer un rosco, que iba a ser un fracaso, que cómo iba a tener una editorial pequeña desde el campo, ¿sabes? Y de repente Atalanta, que publica de siete a diez libros al año, ha conseguido colocarse con una columna propia en la Casa del Libro, un símbolo de éxito. Una editorial de ensayos centrada en la lealtad de nuestros lectores, reeditando. Ahora ya tenemos como Acantilado, que es una literatura mucho más potente y que publica muchos más libros que nosotros; así que tener nuestra propia columna es una maravilla. Y vemos también que en España hay un fenómeno de pequeñas editoriales que han conquistado al lector. A nosotros en su día nos legó una carta de Apple para hacernos digitales y nos negamos porque apostamos por el libro de papel. Y es que hay en estas épocas que saber que lo malo va muy rápido, pero lo bueno también.

–¿Y cómo llegan al lector?

–No tenemos equipo de marketing. En redes no atormentamos, subimos poco. No hay que aturullar a las personas con demasiada publicidad. Y nos funciona. Informamos de forma personal y directa. Y siempre contesto en redes. La editorial funciona sin prodigarnos. Hay fidelidad de lectores, de Siruela a Atalanta. Los libros salen del corazón sin mirar números.

–Libro de papel y de calidad. ¿Se vuelve a los orígenes?

–O mejor, si me dices que es a los templos egipcios, diría ojalá. En realidad el ser humano siempre vuelve a los orígenes después de la oscuridad. Ahora estamos en una oscuridad, pero se está contraatacando. En este caso, con editoriales con ediciones cuidadas. El libro no sólo es un objeto platónico, de belleza, que cuando uno lo abre tiene que tener su interlineado, su espacio para colocar los dedos; que las manos tengan el poder de maniobrar el libro; sin letras apretujadas. Y volver a tener en las manos libros platónicos es una herencia que sobrevive. Atalanta siempre ha incidido en la traducción y la corrección, son libros muy elaborados. No hay nada más complicado y maravilloso que hacer un libro, un reto. Los que estamos en el mundo del libro somos unos románticos, estamos por pura vocación. Y no se mueven grandes cantidades de dinero.

–¿Hay precariedad?

–El trabajo de producir un libro es tan extraordinario, que obviamente nadie está bien pagado si lo miramos desde el punto de vista económico. A nivel de riqueza interior, es extraordinario lo que nos da. Hay ejemplos, como Blackie Books o Páginas de Espuma, que trabajan mucho y están funcionando muy bien.

–¿Hay que tener olfato para ser editor?

–Jacobo dice que hay que ser un poco tahúr. Aunque hay autores que tienen mala suerte.

–¿Con tal de que la gente lea, da igual el qué?

–No. Hay una escala de valoración de los libros. Sí creo que los libros que apasionen a las personas, que los llevan a la lectura y luego a ampliar lectura, son necesarios. Pero, ¿qué es lo que nos lleva a leer? O qué es alta literatura, baja, o como lo queramos llamar. Sí creo fundamental tener padres lectores, mis padres los dos leían en muchas lenguas, y claro, yo lo heredado. Leo en alemán, en inglés, en francés con naturalidad.

–Defensora del lobo, a pesar de ser un personaje con mala prensa. ¿Cómo llega al mundo rural?

–El verde me ha fluido desde niña. Siempre he sido ecologista. ¿Qué podemos hacer útil para los demás? Nosotros en Salamanca, en 4.000 hectáreas, convirtiéndolas en un referente. Escuchando a la gente del medio rural y dialogando. Y con el lobo en la zona, hemos demostrado que la coexistencia es posible.

Comenta

Reporta un error