Desde que con seis años me adentrase en el mundo del toro, y a punto de cumplir el medio siglo, han sido varias y diferentes facetas taurinas en las que he dedicado y ocupado gran parte de mi vida. Y siempre, en todas, he creído saber cuándo era el momento de cerrar las etapas de cada una de ellas.

Ha llegado el momento de despedirme, de cerrar esta etapa mía como crítico taurino en Diario de Mallorca, donde desde el año 2014 y hasta el día de hoy, he recorrido un enriquecedor y vibrante trayecto, tocándome lidiar con los peores tiempos para la tauromaquia en Balears, cuando sectores externos iban a contracorriente, pero valió la pena. Es el momento preciso de decir adiós. La decisión, meditada a lo largo de un no menos largo espacio de tiempo, y que me ha costado llegar a asumirla, es meramente personal y ocasionada por cuestiones éticas y morales. Por dignidad. Porque en el toreo, como en la vida, la honestidad debe prevalecer por encima de todo.

Nunca pude llegar a imaginar que la determinación de finalizar mi labor en este medio fuese a estar motivada por la degradación y degeneración de las corridas de toros en Mallorca. Por una fiesta de la que siento ya vergüenza ajena y que, como aficionado, no me identifico con ella. Lo acontecido en los festejos en este 2025 ha mermado mi afición a los toros y, con ello, se ve resentido mi compromiso de sentarme frente a la pantalla del ordenador para narrarle al lector una crítica taurina honesta no perjudicial para el toreo.

El indigno encierro de la decepcionante corrida de Miura en Inca, en abril; la indecente corridita del Coliseo Balear; un cúmulo de disparates en la verbena de agosto celebrada también en Inca y la ridícula gatada, no carente de despropósitos y tintes festivaleros en Muro, con circunstancias similares, denunciadas año tras año, festejo tras festejo, son hechos que quiero evitar que den al traste con mis principios e integridad profesional. Se acabó.

Hastiado de soportar la prostitución y manipulación que deshonran la integridad y valores de la tauromaquia de lo cual son cómplices los medios de comunicación especializados en materia taurina y máximos responsables autoridades, veterinarios, empresarios, matadores, banderilleros, presidentes, asesores, ganaderos, personal de plaza y los acoplados a los nuevos empresarios que, arrastrados en la mendicidad, han perdido sus principios, la decencia y la honradez profanando la fiesta de los toros. Los peores enemigos de la fiesta están dentro de la propia fiesta. Mantener las corridas con vilipendio es mil veces peor que suprimirlas. De continuar así, ni el PACMA ni asociaciones antitaurinas serán necesarias para acabar con los toros en Balears.

El haber colaborado para Diario de Mallorca solo me ha aportado grandes satisfacciones. La que más me enorgullece y agradezco es la de haber sido libre para narrar la verdad de lo acontecido. Han sido más de doscientos artículos los publicados en este medio durante estos doce años; por eso, quiero que el primero de los agradecimientos sea para los lectores. Tanto a aquellos a los que, con mis artículos de opinión, reportajes, entrevistas o mis críticas han visto reflejada la suya y su sentir, y de los que he recibido sinceros halagos, como a aquellos detractores que siempre he tenido, criticándome, llegando, incluso, a tildarme de antitaurino por el mero y hecho de contar la cruda realidad. Eso molestaba. También, mi agradecimiento es extensible a ellos. Y, es verdad, están en lo cierto, soy antitaurino. Pero no de los que se manifiestan frente a las puertas de una plaza de toros ante lo que consideran una barbarie, sino antitaurino del propio sistema y de la manipulación burda y cruel que se cuece en sus entrañas.

Agradecimiento, también, a quienes, carentes de argumentos para contradecir mis críticas y/u opiniones, y que les faltaron arrestos para hacerlo a la cara, recurrieron a las redes sociales para atacarme sobre aspectos personales. Hecho que nunca me ha conmovido ni me ha inmutado lo más mínimo. Al contrario, los ataques siempre han propiciado que, como el toro bravo, me creciese en el castigo y me han fortalecido más. A ellos también, mi más sincero agradecimiento por haber dedicado parte de su preciado tiempo a ocuparse en mis artículos.

No puedo ni debo olvidarme de Pedro Pablo Alonso, director de este Diario en mis inicios a quien agradezco el haberme brindado el privilegio de formar parte de este gran equipo. Valió la pena. Gracias, también, a mis compañeros de la sección de Cultura y Sociedad por su ayuda. A los de Part Forana. Y a los de Cierre y Digital, por su paciencia en la espera de finalizar mis críticas a altas horas de la madrugada exprimiendo hasta el último minuto. Y, por último, mi agradecimiento más profundo a mi jefa de sección, Pilar Garcés, a mi subdirectora Elena Vallés y a mi directora, Marisa Goñi quien, paciente y perseverante, durante casi dos horas, intentó reconducir mi decisión para evitar esta retirada. Siempre he contado con el beneplácito y confianza de las tres que me han brindado total y absoluta libertad. Sin censuras, sin coartar mi libertad de expresión. Eso ha sido lo más importante y enriquecedor para mí, lo que más he valorado y lo que me ha permitido mantenerme frente al teclado y la pantalla del ordenador, con una implicación y fidelidad desmesuradas, durante esta etapa, una docena de años, que hoy finaliza.

Con mis cinco sentidos, se acabó, pero valió la pena.

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