Respira este año el buen aficionado, el de Morante de la Puebla. Nunca le había salido al torero sevillano una temporada tan redonda, plena de tantos éxitos. No solo en plazas de segunda o de tercera (Almendralejo, Ávila, Aranjuez, Jerez…) sino en cosos señeros y bastiones (Sevilla, Salamanca, Madrid, Pamplona). A Portugal han llegado incluso sus esencias. Cada tarde de Morante es un desafío solemne a lo realizado en el festejo y en la ciudad anterior y lo sabe el aficionado. Hay que seguir a Morante cada tarde, me decía un fiel conocido. De esta manera, el seguidor perpetuo o el neófito sonríe a la vez que llora su cartera y su tarjeta bancaria a medida que, como el torero, va sumando fechas, kilómetros, restaurantes y hoteles. Los ministros innombrables de Consumo y de Cultura no dan cuenta de ello, no se percatan del año de Morante y del ciclón que está generando en cada advenimiento. No se enteran los ministros pero sonríen los dueños de los hoteles, de los restaurantes; sonríen las ciudades y pueblos por los que aparece Morante. Los ministros afectados por el Tour Morante se quedan impávidos y traspuestos. Como también otros toreros.

Perpetró, por ejemplo, el ministro Urtasun, desde su despacho un feroz bloqueo hacia la tauromaquia. La jugada le ha salido contraria. Hay quien se las da de popular pero sobrevive bien cómodo en una moqueta, suspirando porque le queden otros dos años de caoba y secretaria. Luego estamos los que nos mezclamos en los cosos, pierna con pierna, brazo con brazo, con ricos y tiesos, con pensionistas y con jóvenes. Con todo el pueblo. De izquierdas y de derechas. Y pensamos no en una legislatura sino en el próximo lance, el próximo molinete, el siguiente trincherazo despacioso y sevillano. Y es que, por llevar la contraria, desde el lío morantista de Madrid, se han visto los tendidos de las plazas de toros poblados de una chavalería joven, adolescentes y universitarios, que detectan en Morante de la Puebla al héroe desgarrado que aporta el arrebato idóneo para su juventud y efervescencia. Y, como a la vejez viruelas, y por ese espíritu contestatario, se ha visto también a viejos aficionados, hasta ahora ausentes, volver a esas mismas plazas por ver el milagro de cada tarde, que a veces es mucho, y que a veces es simplemente un natural eterno o un quite afarolado en el capote.

Viene bien que se acaben estas columnas, que cojamos vacaciones, y nos centremos ya en lo importante: viene un Morante Tour muy apretado en las fechas de agosto y de septiembre. Disfruten de los pueblos, las ciudades y las playas. Y de estas mágicas tardes de toros.