Un año después de deslumbrar con la serie de Alauda Ruiz de Azúa ‘Querer’, la actriz Nagore Aranburu (Azpeitia, 1976) regresa al Zinemaldia con nada … menos que cuatro títulos: las películas ‘Maspalomas’, ‘Los domingos’ y ‘Karmele’, y la espléndida serie de Koldo Almandoz ‘Zeru Ahoak’.

– En la serie, vuelve a meterse en el papel de Nerea García, ahora ex-ertzaina. ¿Le costó decidirse cuando se lo propusieron?

– No, nada de nada. La primera temporada (‘Hondar Ahoak’) me gustó tanto porque era un personaje diferente a lo que había hecho hasta ese momento que cuando me propusieron esta segunda no lo dudé. Y si algún día se hace una tercera, iré de cabeza porque me lo paso muy bien.

– Nerea es una persona herida que, a la vez, hiere a los que tiene a su alrededor.

– Yo creo que es alguien con una incapacidad emocional de no entender lo que está pasando en primer lugar y de no saber expresarlo en segundo. Al final, cree que todo lo que le rodea le va a hacer daño emocionalmente y a la vez, ella lo va a dañar.

– ¿Empatiza con su personaje?

– Yo la entiendo. Sí, totalmente. Suelo estar muy cómoda haciendo de Nerea, hay algo en esa soledad y en esa incapacidad que me enternece mucho. Y la entiendo.

– No sé si es la primera persona en la historia del Zinemaldia que está con cuatro proyectos en una misma edición. ¿Le apabulla?

– El año de ‘Loreak’ (2014), Joxean Bengoetxea estaba con cuatro películas. Lo que creo que nunca ha pasado es estar en cuatro de la Sección Oficial –dos a concurso y dos fuera de la competición–. ¿Apabulla? Sí, es mucho, no he tenido tiempo de tener una digestión tranquila de cada proyecto porque he pasado de una a otra y creo que necesitaba un tiempo para digerir lo que estaba haciendo. En el Zinemaldia siempre son proyecciones muy emocionales, pasan más cosas que en una comunicación normal, voy como empachada de mí misma.

La fama

«Me gusta mirar, no me gusta que me miren. Me pongo nerviosa. Soy más de mirar. Estoy más cómoda»

– ¿Le irrita de alguna forma cuando ve que su trayectoria se valora sobre todo a partir de ‘Querer’?

– No, me lo preguntan mucho, pero no me irrita porque me ha pillado en buen momento. Hasta que no compruebo qué significa y qué va a traer eso, me inquieta. Lo que más me cuesta en esta edición del Festival es que tu cara se ve tantas veces que la gente te reconoce por la calle.

– ¿Le agobia la fama?

– Me gusta mirar, no me gusta que me miren. Me pongo nerviosa. Soy más de mirar. Estoy más cómoda.

– ¿Pero no es mejor espectadora que actriz, verdad?

– Pues no lo sé. De espectadora disfruto muchísimo. Lo de actriz lo tendrán que decir los demás. Soy bastante dura conmigo misma y eso lo estoy relajando ahora poco a poco y la edad también ayuda a quitarle trascendencia.

– ¿Es de las que pregunta al director hasta el último detalle de su personaje o con cuatro trazos se arregla?

– Al presentar tantas cosas estos días, he oído a muchos directores cómo es trabajar conmigo y eso está bien porque te da una perspectiva que tú no tienes.

Altibajos en la carreras

«En otras ediciones he pasado por delante de cuatro carteles de películas que me habían rechazado en el casting»

– ¿Y cómo es trabajar con usted?

– Suelo preguntar mucho, no trabajo desde fuera o desde lo físico, sino que lo hago desde lo emocional. Leo muchísimas veces el guion y luego tengo una entrevista con el director para entender por dónde va el personaje. Y normalmente, no necesito muchas cosas, pero no estoy tranquila hasta que encuentro un par de agarraderos. Sí doy mucho la lata con los diálogos. Y me doy cuenta de que cuando tengo tiempo entre la lectura del guion y el rodaje, aprendo mucho en la cotidianeidad.

– La película que ha suscitado más debates es ‘Los domingos’, lo cual es casi lo mejor que se puede decir de una película.

– Eso estoy escuchando. Yo creo que sí es lo mejor que se puede decir y además, es lo que Alauda quiere que pase con la película, que la gente hable de sus creencias o no creencias, de parte de qué personaje está…

– Su personaje de monja, ¿es bondadosa o perversa?

– Lo que más me costó es no darle doble intención.

– ¿En qué sentido?

– Había que intentar que no se adivinara lo que estaba pensando el personaje. Y yo estoy muy entrenada como actriz a que se me vea lo que estoy pensando, así que fue un trabajo de contención porque teníamos que hacer de muro. Trabajamos desde el intento de entenderla, sin juicio. Es una mujer de esa edad, que está en el convento porque quiere y cree. Me llama mucho la atención ese sentido del humor ingenuo que a veces suelen tener las monjas. Y me apetecía interpretar a un personaje que cree en lo que dice y que está en paz, lo cual inquieta mucho a veces.

– En ‘Maspalomas’, se reescribió su papel…

– Nos pasó que los directores veían al personaje con un atuendo y yo pensaba que lo que estábamos trabajando no tenía nada que ver con esa señora que yo veía en el espejo. Y me costó recomponerlo porque cuando tienes un abrigo Camel, el personaje tiene que ser de una manera.

– ¿Le suelen afectar las críticas?

– Si las leo, sí, las buenas y las malas. Éstas son difíciles de llevar y las muy buenas suponen una carga porque no sabes si podrás cumplir otra vez con esas expectativas. Intento mirarlas lo menos posible.

– Y ahora que ha subido todas las escaleras de la profesión, ¿le afectaría tener que bajarlas?

– Seguro que sí, habrá un cambio. Lo que tengo clarísimo es que cuando subes unas escaleras, las acabas bajando. Estoy con cuatro producciones, pero en otras ediciones he pasado por delante de cuatro carteles de películas que me habían rechazado en el casting. Eso puede volver a pasar dentro de un año o dos y lo sé. ¿Me afectará? Seguro.

– ¿Ha llegado a ese punto en el que puede elegir papeles?

– No estoy diciendo que no a cosas ni tengo proyectos como para elegir. Van llegando cosas, pero que me apetecen.