Relay no reinventa el thriller conspiranoico pero lo revitaliza con estilo y demostrando que incluso en un género saturado se pueden encontrar joyas que atrapan y emocionan. Casi horas de tensión bien llevada, con antagonistas carismáticos y un director en plena forma, hacen de esta película una experiencia recomendable para todos los aficionados al suspense que permanecerán pegados a la butaca gracias a un juego constante de tensión y anticipación.

Mackenzie, conocido por su virtuosismo en Comanchería, demuestra una vez más su habilidad para construir atmósferas densas y controladas, combinando un estilo elegante con un minimalismo efectivo que potencia la intriga. La película se desarrolla como un juego de gato y ratón entre dos antagonistas excepcionales: Riz Ahmed y Sam Worthington. Ambos actores aportan una intensidad magnética, complementada por una Lily James que sostiene con credibilidad la tensión emocional de la trama.

Relay cuenta con un giro muy previsible y un clímax que no termina de redondear la historia, pero el balance se compensa con un ritmo fluido que evita que la narración se estanque. La película apuesta por la construcción de tensión y atmósfera por encima de la complejidad argumental, y el resultado es efectivo.

Mackenzie fabrica un universo conspiranoico creíble, donde cada decisión de los personajes genera consecuencias que mantienen al espectador atrapado. Una banda sonora discreta pero efectiva consigue que Relay funcione como un thriller moderno con guiños a clásicos del género.

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