Fátima del Reino Iniesta
El cáncer continúa siendo una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Según el Estudio de la Carga Mundial de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo (GBD) 2023, publicado en The Lancet, en 2023 se diagnosticaron 18,5 millones de nuevos casos de cáncer (excluyendo cáncer de piel no melanoma) y se produjeron 10,4 millones de muertes, con un impacto total de 271 millones de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD).
La mayor parte de esta carga se concentra en países con menos recursos. El 65,8% de las muertes por cáncer se registraron en regiones de ingresos bajos, donde los sistemas sanitarios afrontan ya importantes retos para atender otras enfermedades infecciosas y crónicas. El cáncer se mantiene como la segunda causa de mortalidad global, solo superado por las enfermedades cardiovasculares.
En 2023 se registraron 18,5 millones de nuevos casos y 10,4 millones de muertes por cáncer
Sobre la relevancia de este análisis, Josep M. Borràs, coordinador científico de la Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud y director del Plan Catalán de Oncología, señala en declaraciones recogidas por el Science Media Centre (SMC) que «el artículo es de calidad y se ha realizado de acuerdo con la metodología habitual en este tipo de estudios. Los autores son de una institución reconocida internacionalmente por este tipo de estimaciones mundiales”.
Factores de riesgo: la gran oportunidad para prevenir
Uno de los resultados más impactantes del estudio es que el 41,7% de las muertes por cáncer, 4,33 millones en 2023, están vinculadas a factores de riesgo prevenibles. Entre los factores conductuales destacan el consumo de tabaco, principal causa de cáncer de pulmón, y el consumo de alcohol, relacionado con cáncer de hígado y de esófago, así como dietas poco saludables, como un bajo consumo de frutas y verduras o un alto consumo de carne procesada, y la inactividad física, asociada a cáncer de colon y de mama.
En el ámbito ambiental y ocupacional, la contaminación del aire, especialmente por partículas finas, incrementa el riesgo de cáncer de pulmón, mientras que la exposición a carcinógenos laborales como el asbesto se relaciona con el mesotelioma y la sílice con el cáncer de pulmón. Entre los factores metabólicos se incluyen la obesidad, asociada a cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas y de endometrio, la hiperglucemia, vinculada a cáncer de páncreas, y la hipertensión, relacionada con un mayor riesgo de tumores renales. Los factores infecciosos siguen siendo relevantes. El virus del papiloma humano (VPH) causa la mayoría de los casos de cáncer de cuello uterino, mientras que los virus de la hepatitis B y C están asociados a cáncer de hígado y el virus de Epstein-Barr a ciertos linfomas.
El 65,8% de las muertes se produjeron en países de ingresos bajos y medianos
El estudio confirma que las muertes atribuibles a riesgos aumentaron un 72,3% desde 1990, un crecimiento paralelo al de la mortalidad global por cáncer (+74,3%). Esto indica que, a pesar de décadas de esfuerzos en prevención, las políticas aplicadas no han logrado frenar el impacto real de estos factores a nivel mundial.
Para Borràs, la solución pasa por reforzar la prevención y mejorar el acceso a recursos sanitarios. «El crecimiento del número de nuevos casos será muy elevado como consecuencia de la evolución demográfica y de las tendencias existentes de factores de riesgo y debemos realizar mayores esfuerzos en la prevención del cáncer, junto con la mejora de los recursos dedicados al diagnóstico y al tratamiento», explica.
Proyecciones para 2050: una carga aún mayor
El GBD 2023 prevé que, de mantenerse las tendencias actuales, en 2050 se alcanzarán 30,5 millones de nuevos casos de cáncer y 18,6 millones de muertes anuales, lo que supone un aumento del 60,7 % en incidencia y del 74,5 % en mortalidad respecto a 2024.
El impacto será especialmente duro en los países de ingresos bajos, donde la mortalidad podría aumentar hasta un 90,6%, frente al 42,8% previsto en países de ingresos altos. El envejecimiento de la población y el crecimiento demográfico explican gran parte de esta tendencia, ya que se espera que las tasas de mortalidad ajustadas por edad global desciendan ligeramente (–5,6 % entre 2024 y 2050).
El 41,7% de los fallecimientos está relacionado con factores de riesgo modificables
Borràs advierte que esta dinámica afectará sobre todo a los sistemas sanitarios más frágiles. «Los países donde, en términos relativos, crecerá más el número de casos de cáncer serán aquellos con el nivel de desarrollo más bajo. Por lo tanto, estos países se encontrarán con el desafío del cáncer cuando todavía tienen otras patologías infecciosas como principal problema de salud. Un reto muy complejo de gestionar».
El estudio analiza también el progreso hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 3.4, que propone reducir un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles antes de 2030. Las previsiones son poco alentadoras. La probabilidad de morir por cáncer entre los 30 y 70 años solo descendería un 6,5 % entre 2015 y 2030, un avance insuficiente para alcanzar la meta de la ONU.
Retos en prevención y sistemas sanitarios
El informe insiste en que la prevención primaria es una palanca esencial para frenar el impacto futuro del cáncer, sobre todo en relación con el tabaco, la alimentación y la exposición laboral y ambiental. Sin embargo, también advierte que esto debe acompañarse de sistemas de salud fortalecidos, capaces de ofrecer diagnóstico precoz y tratamientos eficaces.
Sobre la robustez de las estimaciones, Borràs matiza que «las propias de estas estimaciones que se basan en las proyecciones demográficas y no tienen en cuenta cambios en los factores de riesgo (en general, con un impacto a largo término y, por lo tanto, solo relevantes al final del periodo) o de tratamientos, pero es una metodología reconocida y fiable internacionalmente».
El mensaje del GBD 2023 es claro: sin políticas más ambiciosas de prevención y acceso equitativo al diagnóstico y tratamiento, el cáncer seguirá creciendo como causa de muerte y desigualdad sanitaria. La combinación de crecimiento demográfico, envejecimiento y persistencia de factores de riesgo modificables amenaza con desbordar a los sistemas de salud, especialmente en países con menos recursos. Los expertos insisten en que es imprescindible una respuesta coordinada y sostenida, adaptada a las realidades locales, para evitar un futuro marcado por la inequidad y la sobrecarga oncológica.