Cuando Mao Zedong lanzó el ‘Gran Salto Adelante’, uno de sus grandes objetivos, que llegó a convertirse en una obsesión, fue que China produjese más acero que Reino Unido en 15 años. Tal fue la fijación de Pekín que llegó a construir un pequeño horno en cada aldea, a la que exigían una producción concreta. Muchos ciudadanos tenían hornos en sus patios para contribuir fundiendo su chatarra. Décadas después de que esta estrategia fracasase, China ha conseguido superar con creces el sueño de Mao. Los fabricantes europeos están renunciando en buena medida a su propia producción mientras el acero chino a precios de derribo entra a marchas forzadas en el continente. Ya no es solo que el país sea el mayor productor del planeta con un 57% del mercado, sino que la industria europea considera que es muy posible que los próximos años, si no se hace nada, se dé una dependencia absoluta y las fábricas locales claudiquen.
La industria de la UE lleva años en recesión ante una tormenta de problemas que van desde los costes de la energía (y de todo tipo) a los tipos de interés, pasando por una demanda industrial muy debilitada y continuando con los aranceles de EEUU. China ha emergido como el mayor de estos problemas con una enorme presión en su propio mercado. Ante esto, la UE ya ha puesto en marcha una batería de medidas que son consideradas demasiado débiles y que están orientadas a hacerse fuertes en el acero verde (sin emisiones en su fabricación). Sin embargo, las empresas están renunciando a sus planes y asumiendo que toca replegarse. En estos momentos la Comisión Europea está planeando una respuesta de emergencia, con nuevas medidas para salvar a la industria y evitar que Europa acabe sin industria acerera relevante y dependiendo casi al completo del gigante asiático.
La última en dar la voz de alarma ha sido Salzgitter, que retrasó tres años sus planes de producir acero verde la semana pasada a pesar de las subvenciones (1.000 millones de euros) para levantar el proyecto Salcos, una planta que le permitirá producir acero con menores emisiones de CO2 a partir de 2027 a través de hidrógeno. «El entorno económico no es el adecuado. Además, seguimos esperando los cambios regulatorios que los políticos llevan tiempo prometiéndoles, pero que aún no se han materializado», declaró la empresa. El sector lleva casi tres años en potente contracción mientras China sigue produciendo.
Este ha sido el último ejemplo de una sucesión de casos. Este mismo verano ArcelorMittal dijo que renunciaba a la idea de convertir sus dos plantas siderúrgicas en Alemania para acero verde, y para ello rechazó 1.300 millones en subvenciones públicas. ThyssenKrupp también ha recortado su producción. «La industria siderúrgica europea nunca se ha visto tan desafiada, atrapada entre los costos de descarbonización y las consecuencias de un exceso de capacidad severo, particularmente de China, que ha llevado a un aumento de las importaciones de bajo costo, fuertemente subsidiadas e intensivas en CO2», dijo Thyssenkrupp a S&P Global Commodity Insights en su último informe.
Fuera de casos concretos, la producción de acero europea se ha desplomado en la última década un tercio y el empleo ha caído un 25%. La Asociación del Acero Europeo (Eurofer) destacó que la producción de acero en la UE ha disminuido drásticamente desde 2018 hasta 126 millones de toneladas. Las importaciones ahora representan el 27% del mercado de la UE, lo que socava aún más la producción nacional, mientras que la utilización de la capacidad ha caído a un preocupante 60%.
ThyssenKrupp: «La industria siderúrgica europea nunca se ha visto tan desafiada, atrapada entre los costos de descarbonización y las consecuencias de un exceso de capacidad severo, particularmente de China»
Euroefer explica que «la actual caída del consumo aparente de acero en la UE, reflejo de las malas condiciones de la demanda, comenzó en el segundo trimestre de 2022, provocada por las perturbaciones relacionadas con la guerra, así como por aumentos sin precedentes en los precios de la energía y los costes de producción. Esta caída ha persistido hasta la fecha, resultando en la tercera recesión anual consecutiva».
La patronal explica que la incertidumbre económica, la subida de los tipos de interés y ahora los aranceles del 50% que ha impuesto Donald Trump, se han sumado a problemas graves de rentabilidad. «Las graves consecuencias del conflicto en Ucrania y el shock energético en las industrias que utilizan acero, junto con el empeoramiento de las perspectivas económicas generales, han desencadenado una grave recesión».
UNESID: «De momento España está resistiendo gracias a la demanda de la construcción, pero es cuestión de tiempo»
El último golpe está viniendo de Oriente, pues una China que demanda menos acero del esperado está enviando de forma masiva pedidos a Europa. En 2023, solo en Reino Unido, dos tercios del acero vienen directamente de China cuando en 2022 la cifra era del 50%. Según los datos de la Comisión Europea, en 2024, China representó aproximadamente el 37,3% de las importaciones de artículos de hierro y acero de la Unión Europea, con un valor de 12.500 millones de euros.
Carola Hermoso Arnao, directora general de la Unión de Empresas Siderúrgicas de España (UNESID), comenta en declaraciones a elEconomista.es que, de momento, España se libra del problema por la baja dependencia del motor frente a la construcción (a diferencia de países como Alemania). «En España el sector del ladrillo está manteniendo la producción de acero«. Pero «con una rentabilidad reducida y terceros países redirigiendo producción a la UE, es cuestión de tiempo que estemos ahí (como en el resto de Europa)». Según Hermoso «estos productos del exterior llegan a una Europa donde se ha perdido mucha competitividad».
Desde UNESID explican que, a diferencia de otros productos, el acero se puede deslocalizar muy fácilmente y al final los costes en Europa son más altos que en otras regiones, algo que lleva tiempo afectando al sector pero que la entrada de productos chinos está acelerando.
El escudo de la UE, la última gran esperanza
Europa ha ido intentando tomar diversas medidas para afrontar la crisis del sector. El último conjunto de medidas de la UE consisten en una reducción de la tasa de importación (productos que pueden entrar libres de aranceles) del 1% al 0,1% y se han impuesto límites específicos por país para evitar que China use ‘coladeros’ para inundar el mercado con sus productos.
En cualquier caso, los expertos temen que los actuales aranceles, que rondan un 25%, no sean suficientes. Estas medidas, conocidas como «aranceles de Salvaguardia«, se activaron hace años cuando la industria estaba en crisis por primera vez en 2018. Desde el sector consideran que estos son demasiado pequeños para frenar la llegada del acero asiático. Según datos de Bloomberg, la tonelada en China cotiza en los 480 dólares frente a los 660 dólares en Europa. Una demanda reducida en este país ha provocado un boom de las exportaciones buscando otros mercados, con un aumento del 26% en 2024 hasta los 110 millones de toneladas. Sin embargo, aunque en tamaño subió, en valor las exportaciones chinas cayeron un 11,6%, lo que muestra que lo que está sucediendo es que las firmas chinas están creciendo usando los precios.
Volviendo a Europa, más allá de esos aranceles, su medida estrella era, hasta el momento, un coste extra para todo acero que no fuera ‘verde’. Según las emisiones que haya producido ese material en su fabricación podría haber entre 10 euros y 100 euros por tonelada extra de pago a la UE en 2026 y hasta 200 euros por tonelada en 2034. De la mano de este proceso están distintas subvenciones a empresas locales para que sean pioneras en ese acero verde.
Las nuevas medidas de la UE: 50% de aranceles y solo acero europeo para contratos públicos
El problema es que estas firmas están rechazando los proyectos y no están convencidas de poder competir con China ni siquiera en esos términos. Es por ello que la UE estaría dando más pasos: según el diario económico alemán Handelsblatt, la Comisión quiere subir del 25% al 50% los aranceles al acero las próximas semanas. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, dijo a principios de este mes que propondría un nuevo método para frenar las importaciones de acero, ya que el exceso de capacidad mundial estaba afectando los márgenes de las empresas.
Sin embargo, la medida más potente que se pondría sobre la mesa es obligar por ley a que todos los contratos públicos de construcción y de cualquier tipo solo puedan darse con acero ‘made in Europe’. Desde Unesid explican que esto son medidas que ya se están dando en países independientes pero que se entraría en una nueva dimensión con una exigencia general.
Desde UNESID piden que se reduzca esa cuota de productos exportados sin aranceles y que se suban los aranceles. «Las cuotas deben bajar en función al consumo y los aranceles deben subir de los niveles actuales hasta un 50%» comenta Hermoso. La patronal comenta que «no pedimos que la UE tome medidas nuevas, sino que refuerce el esquema de protección que ya existía». Las ‘salvaguardas’ actuales acaban a finales de 2026 y lo que habría que hacer, por lo tanto, es ampliarlas y reforzarlo. «La capacidad de fabricación está muy baja, en el 60%, tenemos que aprovechar ese potencial».
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