Léon Marchand se demostró a sí mismo y al mundo que se nada más rápido en una piscina de tres metros de profundidad que en una de dos y medio. En una semifinal explosiva en la cuarta jornada del Mundial de natación, lanzado por el estadounidense Shaine Casas en el primer 50, el francés pulverizó en más de un segundo el récord mundial de 200 metros estilos que ostentaba Ryan Lochte desde los Mundiales de 2011. Fue la demolición anunciada de uno de los registros más antiguos del deporte acuático: el que consagra la polivalencia y la velocidad. Donde el estadounidense hizo 1 minuto 54,00 segundos, Marchand hizo 1 minuto 52,69s.

El muchacho de Toulouse, de 22 años, se quedó mirando el marcador incrédulo, al girarse tras tocar la última placa. Sumergido hasta el cuello, se quitó las gafas y gesticuló como si no se esperase un tajo semejante. No era para menos: había llegado a Singapur peor preparado que a los Juegos de París, después de un año con varios intervalos de descanso y retiro tras el esfuerzo olímpico. Las largas vacaciones del otoño y el invierno no le impidieron realizar su propósito.

Ganador de cuatro oros olímpicos en los Juegos de París el año pasado, el francés despidió la olimpiada convertido en el ídolo nacional por excelencia, pero con la frustración de no haber podido batir ninguna plusmarca en la piscina de La Défense, ante su púbico. Lo consiguió este martes en Singapur, un año más tarde, en un vaso más profundo, más propicio para nadar sin las turbulencias que producía la piscina de La Défense, forzosamente adaptada a la estructura de un pabellón multiusos que en su origen no fue pensado para acoger pruebas de natación. Antes de instalar la piscina de acero inoxidable, los ingenieros advirtieron de que los cimientos del edificio solo podían soportar un peso limitado antes de hundirse sobre el párking subterráneo. Para evitar un accidente, los organizadores de los Juegos resolvieron disminuir la profundidad de la piscina y así aligerar el peso ahorrándose varias toneladas de agua adicionales.

Agua limpia

Lo pagó Marchand, que soñaba con batir los récords de 400 y 200 estilos en París, y tuvo que nadar en una cuenca batida por el oleaje que producían las ondas submarinas que proyectaban los nadadores hacia un fondo demasiado próximo como para absorber la energía. Las ondas rebotaban hacia la superficie y afloraban en forma de olas, aumentando la resistencia del agua al deslizamiento de los nadadores.

En Singapur, la federación internacional cuidó que el vaso tuviera la profundidad media acostumbrada en los grandes campeonatos. Así, el agua se limpió de tantas perturbaciones. Se advierte en los resultados de la semifinal de 200m estilos: Marchand 1m 52,69s; Shaine Casas 1m 55,13s; y Duncan Scott (Gran Bretaña) 1m 55,51s. En París Marchand ganó el oro con 1m 54,06s; Duncan Scott la plata con 1m 55,31s y el chinco Wang Shun el bronce con 1m 56,00s.