Imagine comprar un paquete en Amazon. Selecciona el producto, lo añade al carrito y confirma el pedido. Pero no paga nada hasta que el paquete llega a su puerta y confirma que todo está en orden. O piense en un curso por internet en el que en lugar de pagar toda la matrícula de una vez y por adelantado, lo abona poco a poco a medida que completa las lecciones. Son solo dos ejemplos, más cercanos de lo que parece, de cómo será la forma de pagar del futuro.

El Banco Central Europeo (BCE) ha presentado por primera vez los avances en el euro digital y los casos de uso que ha probado para transformar la forma en la que pagamos. La idea es adaptar el dinero y los pagos a la digitalización de la economía, pero también garantizar que todos los ciudadanos puedan acceder al dinero de forma segura y universalmente aceptada. En los últimos años, la autoridad financiera ha creado un laboratorio en el que se ha unido a expertos, que aportan ideas sobre cómo se puede usar el euro digital, a empresas, fintech y proveedores de pagos (entre ellas las españolas CaixaBank, Bizum, Iberpay y Monei) que proporcionan la infraestructura técnica para realizar las pruebas. El objetivo ha sido identificar casos de uso prácticos, analizar la viabilidad técnica de las nuevas funcionalidades y probar cómo el euro digital puede integrarse con los sistemas de pago existentes.

De ese laboratorio, han surgido funcionalidades llamativas, como los pagos condicionales. Se trata de desembolsos que solo se realizan cuando se cumplan ciertas condiciones. Si compra un producto por internet, el dinero queda reservado y solo se abona cuando confirma que el paquete ha llegado y está en buenas condiciones. Esta opción ofrece mayor seguridad, puede reducir el fraude y disminuir las reclamaciones en las compras online.

Otro caso de uso es el pago por hitos. Si alquila un coche, el desembolso se calcula automáticamente en función del tiempo de uso, garantizando que solo se paga por lo que realmente consume. El BCE considera que gracias a estas reglas se pueden crear negocios flexibles gracias a la divisa digital. Muchos ciudadanos están suscritos a plataformas de streaming como HBO, Netflix o Spotify, y más de una vez habrá pagado la cuota mensual, pero apenas las han utilizado. Esta función permitirá desarrollar modelos en los que solo se paga por el contenido consumido. Se puede aplicar a este tipo de plataformas o a otros negocios, como pagar solo por el tiempo que deja el coche en un parking.

Los beneficios del euro digital también alcanzan al ámbito empresarial. Los pagos condicionados podrían facilitar la gestión de operaciones complejas entre distintos proveedores o desembolsos escalonados al completar hitos específicos de un proyecto. También se ha contemplado la posibilidad de pagos internacionales con cambio de moneda automático, aunque esta función no estará disponible en la primera versión.

El BCE también ha explorado cómo el euro digital puede impulsar la inclusión financiera. Se están probando carteras digitales para niños y adolescentes, siempre bajo supervisión, que enseñen a gastar y ahorrar de forma responsable. De igual forma, se han estudiado sistemas adaptados a personas menos habituadas al mundo digital o con discapacidades para que las plataformas del euro digital sean más sencillas y accesibles. Al mismo tiempo, se contempla dar apoyo a ciudadanos sin cuenta bancaria o móvil mediante oficinas físicas.

Otro ámbito en el que el BCE ve posibilidades de aportar valor con el euro digital está en la automatización de servicios públicos. Por ejemplo, para facilitar becas estudiantiles, ayudas para el transporte o servicios culturales cuando se compruebe el cumplimiento de los requisitos establecidos (edad, nivel de ingresos, etc). Es una forma de reducir la burocracia y acelerar el pago del dinero.

Eso sí, el BCE recalca que el euro digital no es dinero programable. Es decir, no se podrá limitar la compra a ciertos productos ni restringir su uso a un lugar o periodo determinado. Pero sí permitirá introducir las citadas funcionalidades que hagan los pagos más inteligentes y seguros, garantizando que el euro digital tenga siempre el mismo valor que el efectivo o los depósitos bancarios.

Más allá de la innovación en los pagos, el BCE busca impulsar el euro digital como uno de los proyectos que garanticen una cierta soberanía europea en el sector. Actualmente, la industria de los pagos depende de dos actores globales, Visa y Mastercard, y de las grandes tecnológicas como Samsung o Apple. Se trata de actores globales que pueden no tener los mismos intereses que la Unión Europea. También teme el avance de las stablecoins y se quiere anticipar a la popularización de su uso como medio de pago. Por ello, el supervisor viene impulsando el desarrollo de plataformas de pago europeas, como Bizum en el pago instantáneo. Y el euro digital es otro de esos proyectos.

Ahora bien, al BCE no se le escapa el escepticismo que aún existe respecto al dinero digital. Una parte importante de los ciudadanos europeos se mantienen fieles a la moneda de metal y al billete de papel porque consideran que guarda mejor su privacidad. Por ello, el supervisor asegura que los pagos con euros digitales están diseñados para ofrecer el anonimato. El BCE no podrá rastrear los pagos individuales y los datos personales solo estarán disponibles para bancos o proveedores de pago.

El euro digital también necesita darse a conocer entre la población. Según una encuesta realizada por la organización europea de consumidores BEUC, a la que pertenecen las españolas Asufin y Cecu, señala que el 90% de los ciudadanos europeos no sabe en qué consistirá el euro digital. Y que los que demandan de la divisa digital es que sea segura, fiable y fácil de usar.

El informe del BCE concluye que, aunque el euro digital aún no se ha lanzado oficialmente, su potencial es amplio. Las pruebas realizadas han mostrado que los pagos condicionales y los pagos por consumo real pueden transformar la forma de pagar para los usuarios particulares, como la operativa de empresas y servicios públicos. Además, destacan la importancia de mantener un diálogo continuo con el mercado, para asegurar que la moneda digital evolucione en línea con las necesidades de la sociedad y de los negocios.