Desde hace algunos meses, quienes entran a la biblioteca municipal se encuentran con un nuevo armario, con una veintena de libros de gran tamaño. … Algunos más antiguos, otros más nuevos, son las crónicas de Fermín Gonzalez ‘Kifi’, que su familia ha donado a para que los ordiziarras también los puedan disfrutar. «Él también lo comentaba, tenía ilusión de donarlos al pueblo de Ordizia». Para Maritxu Garate, su viuda, y sus hijas Loli y Arantxa ha sido una «satisfacción» el poder hacer realidad el deseo de Kifi, «para que el pueblo tenga oportunidad de leer, de recordar…».
Son todas las que están, pero no están todas las que son. Kifi comenzó a finales de la década de los 40 a colaborar con El Diario Vasco, una actividad que mantuvo hasta más o menos 2004. En la biblioteca hay 18 libros de diferentes épocas: desde 1965 a 1969, luego del 73 al 75, y los últimos son de 1985. «Lo del medio se ha perdido», admiten con pena. Por ejemplo, en la riada. «El trabajo que se tomaron tanto el aita como la ama, de plancharlos, de recoger, y tuvimos la mala suerte de que en la riada del 83 se lo llevó».
Su familia valora especialmente el esfuerzo de Fermín Gonzalez para sacar adelante Ordizia. «Se desvivió trabajando para el pueblo. Porque fueron muchos años», recuerda Maritxu. «Un hombre que trabajaba en la empresa, llegar a casa, comer un poquito; el periódico, a mano todo, ni máquina, ni nada, ni fax, ni nada», añaden las hijas. «Trabajó un montón para potenciar dentro del pueblo cualquier disciplina. Un deportista, un artista, ese lugar no importaba. Cualquier cosa».
«Era muy habilidoso. Tenía una forma magnífica», recuerdan, con su ‘ya huele a churros’ y ‘ordicianos al monte’
Además, fue el impulsor de la feria de Ordizia, a la que convirtió en un referente para los precios de los productos. «Empezó a apuntar y publicar los precios. Le dio un empujón tremendo. Le llamaban de un montón de sitios para preguntar precios el día de la feria y marcaban los precios de las ferias hasta la semana siguiente», recuerdan.
Trabajo en familia
Aunque las crónicas las firmaba Kifi, una vez formada la familia, fue un trabajo en equipo. «La colaboración era total. ‘Tú coges la radio y a ver los resultados deportivos’, y una con la radio escogiendo los resultados de regional. La otra al teléfono que llamaban… Porque era toda la familia. Se ponía en el periódico hasta el pájaro que se había escapado de la jaula. Pero era bonito», explican Loli y Arantxa. «Nos dió mucha vida a toda lVa familia», admite Maritxu.
Los textos, eso sí, eran cosa de Kifi. «Era muy habilidoso. Tenía una forma magnífica», comentan mientras intentan recordar algunas de las anécdotas que intercalaba y que dejó frases para la eternidad como ‘Ya huele a churros’ al acercarse las fiestas de Santa Ana, y ‘Ordizianos al monte’. «Cuando los aitas vinieron a Tolosa. Los churreros eran los dueños de la ferretería de la misma calle y el hijo les decía ‘¡Hombre, ya huele a churro!’». Después, enviaba las crónicas en tren. «Una persona bajaba en el tren a una hora concreta y se lo llevaba todos los días», para que lo entregara en la redacción.
Además de con el Diario Vasco, colaboró con innumerables iniciativas, también en Radio Segura «daba la feria y encima contaba chistes», y también en el anuario Santa Ana, con una sección «super bonita, qué él llamaba Sucedidos». Por eso, las crónicas de Kifi han vuelto a Ordizia. «Él trabajó para el pueblo y que sea el pueblo quien lo tenga. Eso es muy importante».