La manera en que organizamos las zonas de día en casa ha cambiado de forma radical en la última década. Si antes los recibidores, salones y cocinas tendían a estar delimitados por muros o puertas, ahora la tendencia apunta a lo contrario: la apertura. La interiorista Majo Flores, que comparte en redes sociales sus reflexiones sobre cómo habitamos los espacios, lo explica con claridad: «Esta distribución abierta se ha convertido en una tendencia, no solo para optimizar el uso del espacio, sino también para fomentar la conexión entre las personas que viven en la casa».

Su visión conecta con una necesidad social: ganar metros visuales y, al mismo tiempo, crear hogares más fluidos y compartidos. En sus palabras, «los recibidores abiertos se han convertido en una tendencia, tanto en pisos pequeños como en viviendas amplias».

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La apertura como filosofía

El recibidor siempre ha sido un espacio con una fuerte carga simbólica. Es la carta de presentación de la casa, el lugar que primero nos recibe y que marca el tono del resto del hogar. Sin embargo, en las nuevas viviendas, esa frontera empieza a diluirse. «Cada vez más familias quieren entrar en casa y sentir continuidad, sin la sensación de que hay una barrera que los separa del resto de la vida doméstica», señala Majo.

La apertura del recibidor hacia el salón o incluso hacia la cocina no solo responde a criterios estéticos, sino también funcionales. Para quienes viven en pisos pequeños, derribar muros significa ganar luminosidad, amplitud visual y una mayor sensación de desahogo. Para quienes disfrutan de viviendas amplias, la continuidad de espacios permite reforzar la idea de hogar como lugar de encuentro.

Un espacio que fomenta la conexiónrecibidor con consola blanca y sobre de madera con flores y vela El Mueble

La interiorista insiste en que esta forma de entender la distribución no se limita a cuestiones de metros cuadrados. «Lo importante no es el tamaño de la vivienda, sino la manera en la que queremos vivirla. La integración de los espacios fomenta la conexión entre las personas, porque todos compartimos el mismo escenario».

¿Y la intimidad?

Algunos se preguntan si la apertura no resta privacidad o calidez al hogar. La interiorista responde: «No se trata de eliminar la posibilidad de separar, sino de elegir cuándo hacerlo. Podemos integrar un recibidor abierto y, al mismo tiempo, diseñar recursos como puertas correderas, biombos o celosías que permitan marcar límites cuando lo necesitemos».

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Cómo dar personalidad propia a un recibidor abiertoRecibidor con aparador y puertas correderas El Mueble

  • Iluminación distintiva: una lámpara colgante, un aplique escultórico o un punto de luz cálido que marque el inicio del recorrido.
  • Color y revestimientos: una pared en tono diferente, un papel pintado sutil o un acabado especial que delimite la zona.
  • Alfombras: ayudan a separar visualmente el espacio de entrada del resto de la vivienda.
  • Espejos: aportan amplitud, multiplican la luz y se convierten en un elemento decorativo clave.
  • Mobiliario ligero: un banco, una consola estrecha o un perchero funcional que no obstaculice la circulación.
  • Detalles personales: arte, fotografías o plantas de gran formato que transmiten carácter desde el primer paso.
  • Orden integrado: soluciones de almacenaje discretas para mantener la zona despejada y siempre lista para recibir.