A mitad de la segunda sesión del día Elias Sports Bureau, que provee las estadísticas de la 45ª edición de la Ryder Cup, empezaba a fantasear con las mayores remontadas que ha vivido el estado de Nueva York. Al espíritu del mítico home run de Aaron Boone que dio las finales de conferencia en 2003 a los Yankees contra los Red Sox, a los tres partidos de desventaja remontados por los Islanders a los Penguins en los playoffs de la NHL de 1975, a la heroicidad de Willis Reed en el sexto partido de las Finales de la NBA de 1970 que guio a los Knicks al anillo… Magia negra, una clase de brujería que no ocurre a menudo, es lo que le queda a Estados Unidos tras el tsunami europeo en las dos primeras jornadas en Bethpage Black, que ha arrasado con casi toda esperanza lógica de ganar la copa para un bando local derrotado en las cuatro primeras sesiones, 1-3 de nuevo en los foursomes de este sábado, mismo resultado en los fourballs vespertinos.
Las hordas de Luke Donald saquean la ‘capital del mundo’, así la llaman los estadounidenses en ese espíritu tan ensimismado que es raíz de muchos de sus problemas recientes en esta competición, mientras en las gradas ya se recurre al insulto fácil y los emparejamientos de Keegan Bradley se revelan desastrosos: Scheffler ha jugado los cuatro primeros partidos con tres compañeros distintos, el último de este sábado junto a DeChambeau en una de esas duplas hormonadas que nunca le han funcionado a este país (véase Tiger/Mickelson, D. J./Koepka…), y los ha perdido todos. Es el primer norteamericano que actúa en las cuatro primeras sesiones y se queda en blanco en toda la historia (les pasó a los europeos Peter Aliss en 1967 y Peter Townsend en 1971). El estadounidense que más puntos suma, el novato Young, lleva 2 en 3 apariciones.
A Europa en cambio todo le sale a favor. Encontró en Roma su núcleo duro, con McIlroy, Rahm, Fleetwood, Hatton, Rose y Lowry, y en torno a ellos se estructura todo. A veces echan una mano secundarios como Fitzpatrick, Hovland, Aberg o MacIntyre (Rasmus Hojgaard al final ha quedado para un fourball perdido y el individual de este domingo), pero en ese sexteto está la gloria para el Viejo Continente. En los cuatro primeros están las mejores rachas en activo del momento en esta cita. Hatton acumula 7 partidos sin perder, Rory lleva 5, y Fleetwood, otros 5.
Todos continuaron produciendo en el segundo envite. Fleetwood y Rose volvieron a juntarse en los fourballs para dar la puntilla a Scheffler y DeChambeau (3&2) en un toma y daca épico que consagró una vez más el carisma de Rosey. En el 8 incluso salió detrás de la bola para recogerla del hoyo cuando su putt todavía iba a mitad de camino. A este paso no va a haber YouTube suficiente para alojar los putts decisivos que ha metido en este torneo. Cada vez que la cámara cerraba el plano sobre él en las celebraciones le centelleaban los ojos y en sus labios se leía un lenguaje poco edificante. La tensión se elevó en el 16, cuando la enésima bomba detonada por el inglés (-11 acumuló la pareja respecto al par) en el green agotó la pacencia de DeChambeau, que se fue a por él después de que le recriminara al caddie del americano un gesto que malinterpretó. Hasta el inalterable Tedd Scott, ayudante de Scheffler, tuvo un intercambio verbal con Francesco Molinari, vicecapitán europeo.
La misma atmósfera presidió el partido que disputaron en el primer turno de fourballs McIlroy y Lowry contra Thomas y Young. El público fue a por Rory, cazado haciendo una peineta a alguien el viernes, desde el 1. Y consiguieron sacarle del partido, pero Lowry haría de hermano mayor. Se perdió la cuenta de las veces que salió un “Fuck you” de la boca del grandullón, el que tiró de la pareja esta vez, tras embocar un putt importante. A su lado chisporroteaba también Thomas, habitual director de orquesta en el equipo estadounidense. El tiroteo llegaría al 18. Y al disiparse el humo el binomio irlandés era el que seguía en pie (2 arriba). “Extremadamente satisfactorio. Otro punto europeo en el marcador. Estoy muy orgulloso de este tío (por Lowry). Ha estado a mi lado cuando le necesitaba todo el día. He podido echarle una mano de vez en cuando pero ha llevado el peso”, agradeció la cobertura después Rory, que no quiso echar leña al fuego a pregunta sobre los hooligans.
Los locales se veían siete puntos abajo y el panorama no mejoraba en los dos últimos turnos del día. En el tercero viajaron Rahm y Straka, quien se ha revelado otro acompañante de lujo para el vizcaíno, que se planta en los individuales con 3 puntos de 4. Cuando este bajo algo el pistón en los nueve primeros, ya en una versión más terrenal, fue el austriaco el que tiró del carro con tres birdies. Pero no consiguieron despegarse en ningún momento y Spaun y Schauffele llevaron la disputa hasta los últimos segmentos. Al final el primero decantó con un pincho tremendo en el 18 el que es su primer tanto en la bienal.
Cantlay y Burns, enfrentados a Fitzpatrick y Hatton, que entró de última hora en la pareja por una lesión de Hovland en la espalda en los foursomes que habrá que ver si le permite jugar el domingo (en caso contrario un americano, designado por Keegan Bradley en secreto, como marca la norma, antes del inicio de las hostilidades, se quedaría sin jugar), tenían sobre sus espaldas la carga de evitar que Europa ganara las cuatro primeras sesiones, algo que solo había ocurrido una vez desde la implantación del formato actual en 1979. No lo consiguieron y la renta de Europa para los individuales será la mayor desde 1975. A 3 puntos escasos de retener la copa.
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