Madrid

Consumir de forma responsable y con conciencia se hace complicado si no se sabe qué productos de la lista de la compra son cómplices del genocidio en Gaza. De ahí parte la idea de Ahmed Bashbash, CEO BashSquare y creador de la aplicación gratuita No Thanks, que permite identificar con una fotografía miles de productos vinculados a Israel y los territorios palestinos ocupados. «Solamente tienes que escanear el código de barras y la aplicación comparará este código con la marca. Luego busca en nuestra base de datos si esa marca figura en la lista de sujetos de boicot o no. Si está en la lista, la aplicación te lo notificará y te ofrecerá alternativas», explica Bashbash en el programa Código de barras.

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Bashbash ha desarrollado este software como una forma de protesta pacífica ante el genocidio que se está cometiendo en Gaza. Él mismo ha vivido los estragos de la guerra al perder a dos de sus hermanos. Su hermana falleció en 2020 al llegar tarde la autorización médica para salir de la Franja y recibir tratamiento; y tres años más tarde, su hermano era asesinado en un ataque aéreo sobre viviendas civiles.

«Mi objetivo es ayudar a los palestinos en Gaza y que no se tengan que enfrentar a lo mismo que yo. Estoy seguro que ellos se enfrentan a esto cada minuto en este momento. Así que es por eso que intentamos presionar más, tratamos de hacer algo desde fuera», declara el creador de la aplicación desde Hungría, donde reside actualmente.

El desarrollo del proyecto final duró solo dos semanas. «Parte de nuestro equipo se dedica a la investigación. Su trabajo es perseguir a estas marcas y empresas, puede ser un producto sionista o una marca o empresa que apoya al sionismo económicamente o por medio de la tecnología, como Google o Microsoft», explica Bashbash. No Thanks tiene una base de datos con 1.700 registros de empresas como Unilever, que a su vez cuentan con centenares de marcas en el mercado.

Decenas de empresas son señaladas por sus vínculos con los crímenes de Israel en Gaza y los territorios ocupados

Amnistía Internacional ha publicado recientemente un informe en el que acusa a 15 empresas que contribuyen a la ocupación ilegal de los territorios palestinos, al genocidio o a otros crímenes que violan el derecho internacional por parte de Israel. Entre ellas se encuentra el grupo empresarial hispano-vasco Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), que tiene una participación en el consorcio que desarrolla el tranvía que une Jerusalén Este con Cisjordania y que desde hace años ayuda a consolidar la ocupación de territorios palestinos, según apuntan la ONU y Amnistía Internacional.

No solo CAF sino otras tantas empresas están involucradas en los crímenes de Israel en Gaza. En este informe se recoge el papel armamentístico de compañías como Boeing, con el uso de bombas y kits de guiado, o Lockheed Martin, suministrando aviones para la flota israelí. En temas de tecnología militar se señala el papel de PalantirTechnologies, empresa estadounidense que provee servicios de inteligencia artificial al ejército; y Hikvision, corporación china que proporciona la tecnología de reconocimiento facial utilizada para el sistema de apartheid contra la población palestina.

Aunque estas sean marcas o empresas lejanas de un uso cotidiano por cualquier persona, Amnistía Internacional sí menciona plataformas que hay que tener en cuenta la próxima vez que se busque viajar. Airbnb, Expedia, Booking.com y TripAdvisor mantienen en sus portales ofertas activas de destino en territorios palestinos ocupados.

Por su parte, Ana Sánchez Mera, portavoz de la Red Solidaria contra la Ocupación Palestina (RESCOP), destaca tres puntos claves con los que se puede empezar a ejercer este boicot comercial. En primer lugar, está la campaña activa contra Carrefour. «Ya en 2002 Carrefour anunció un acuerdo con una franquicia de Israel, con unas empresas que ejercen de forma activa en territorio palestino ocupado», detalla Sánchez Mera.

Añade que una buena forma de sustituir la compra en estos supermercados es yendo a los comercios de barrio y fomentar así la economía local. La segunda acción que menciona es dejar de comprar productos de la marca de ordenadores e impresoras HP porque forma parte de la infraestructura tecnológica que mantiene el sistema de apartheid y colonialismo. Por último, la portavoz de la RESCOP señala observar con precaución el origen de los dátiles a la hora de comprarlos. «La mayoría de los dátiles que tenemos a día de hoy en muchas de nuestras tiendas de cercanía provienen de Israel. Cuando dicen que ‘proviene de Israel’ realmente lo que quiere decir es que vienen de tierras palestinas robadas».

Un veto parcial no es suficiente

El boicot comercial a las marcas y productos que proceden de Israel o apoyan la opresión de Palestina adquiere cada vez más relevancia social. El Consejo de Ministros ha aprobado recientemente un real decreto-ley que impone el embargo de armas a Israel, además de un veto a los productos importados procedentes de territorios palestinos ocupados. Ana Sánchez Mera aclara que esta prohibición será difícil de implementar: «Refuerza una idea que es un poco peligrosa, que es el hecho de que es posible diferenciar entre Israel y toda la industria ilegal de los asentamientos. Cuando es algo que es imposible diferenciar, el propio Gobierno de Israel lo dice, los propios informes de Francesca Albanese, relatora especial de la ONU, lo dicen. Estamos hablando de una misma economía de la ocupación, de una misma economía del genocidio y una misma economía del apartheid».

La portavoz de la RESCOP considera la norma un buen intento por parte del Gobierno para frenar el comercio con los asentamientos ilegales, aunque sugiera que la situación no puede quedarse así. «Hay que cortar estas relaciones de manera absoluta, de raíz. No podemos normalizar relaciones con un país que está cometiendo un genocidio televisado», sentencia Ana Mera.

Israel tiene una economía fuerte capaz de resistir a las prohibiciones

En cuanto al impacto económico que pueden llegar a tener los intentos de boicots comerciales, Daniel Kupervaser, economista y analista político en Israel, se muestra escéptico. «No hay un boicot generalizado y oficializado, sino más bien puntualizado en ciertos aspectos como en cultura, ciencia, deporte, turismo… Que tienen pocas consecuencias económicas directas», puntualiza Kupervaser.

«Israel tiene a Estados Unidos al lado. Hoy en día, por ejemplo, no me cabe duda que las indecisiones de algunos países europeos sobre qué hacer es porque están mirando el peligro de alguna sanción que reciban de Estados Unidos. Eso es lo que a muchos les disuade», explica el analista político argentino, que lleva viviendo más de 50 años en Israel.

Entre la población israelí no existe una gran preocupación respecto a la economía futura por los vetos a los productos provenientes de su país. «Más bien lo toman como una cuestión de malestar personal que se pueda sentir si se viaja al exterior y no lo reciben en un hotel o no participar en un congreso científico», comenta Kupervaser. «Esa es la temática que ves en los informativos prácticamente todos los días y no los posibles daños a futuro en términos económicos», añade.

Israel es un estado capaz de resistir por el momento los vetos de algunos países europeos a sus importaciones. «Esta es una economía muy fuerte y más que nada dispone de una infraestructura muy fuerte en el elemento que hoy es la dinámica de la economía mundial: la alta tecnología. No necesitas barcos para enviarla, es otro material y las leyes de juego son totalmente distintas», concluye Daniel Kupervaser.

La presión de los gobiernos y de los ciudadanos tienen que ir de la mano

Amnistía Internacional pide a los estados revisar los contratos de estas empresas mencionadas en su informe, penalizar que hayan cerrado este tipo de acuerdos, y sobre todo, bloquear el acceso a otros contratos públicos dentro de sus propios estados.

Los gobiernos tienen que mostrar de forma pública su posición contra el genocidio en Gaza y la ocupación ilegal de los territorios palestinos. Pero cuando las acciones políticas van despacio, es la presión social de la ciudadanía la que entra en juego. Ya sea utilizando la aplicación No thanks o compartiendo la información sobre el boicot comercial entre círculos cercanos, cualquier persona puede aportar su granito de arena para intentar frenar las relaciones con Israel y el genocidio del pueblo palestino.