La Ryder Cup tiene una larga tradición de poner en juego campos públicos (un concepto distinto en el golf que en lo social, que no necesariamente significa que sean de construcción gubernamental, sino que no requiere ser socio para poder utilizarlo). The Greenbrier, Kiawah, Whistling Straits, Congressional, Valhalla, The Greenbrier… Este viernes, por primera vez en su historia, pisará Bethpage Black, uno de los campos de libre acceso más renombrados del mundo.
Golf Digest, que elabora cada año el ranking de referencia a nivel internacional, lo sitúa en el puesto 38 de los mejores del mundo de cualquier clase, y el séptimo mejor entre los de su especie. Apodado ‘el Pine Valley público’ en referencia a uno de los diseños con más pedigrí del planeta. Concebido por Joseph H. Burbeck y A.W. Tillinghast, este último uno de los arquitectos más prolíficos de la historia del golf, es un par 70 muy largo, por encima de los 6.800 metros, con dos hoyos que apuntan a dar juego especialmente esta semana: el 1, un par 4 corto que se ha retocado para dar a los jugadores la oportunidad de alcanzar el green con el primer golpe, y el 17, un par 3 no muy largo pero diabólico, que siendo el penúltimo segmento apunta a producir toneladas de drama estos días.
La ruta en su conjunto es tan exigente que un cartel a las puertas del Black Course (Bethpage Black es una mezcla de esa designación y de Bethpage State Park, un recinto que cuenta con otros cuatro campos) avisa de que solo está recomendado “para golfistas con un nivel de habilidad alto”. Quien se considere tal puede obtener un tee time con mucha paciencia, pues los huecos disponibles se agotan a los pocos minutos de salir al mercado, y previo pago de unos 150 dólares (unos 128 euros).
Además de por su dificultad, Bethpage es atractivo por su versatilidad. La propiedad es gigantesca (ocupa casi 600 hectáreas), y por tanto idónea para toda la logística a nivel de tribunas, carpas de hospitalidad y otros servicios que implica recibir a 50.000 espectadores por jornada (estos entre los más ruidosos y alcoholizados del país), como está previsto. La primera Ryder que se disputa allí seguramente no sea la última.
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