Desde sus comienzos en 1927, la Ryder Cup es considerada una competición de alto prestigio, donde los golfistas no compiten por premios monetarios, sino por honor, orgullo nacional y legado. Durante décadas, esa filosofía fue inquebrantable: incluso cuando los ingresos del torneo crecieron exponencialmente, la idea de “jugar por pasión” se mantenía como estandarte.
Sin embargo, en 2025 surge lo que muchos llaman una fractura simbólica: por primera vez, los jugadores del equipo de EE. UU. recibirán un pago fijo, parte destinado a obras benéficas y parte para uso personal. Esto desató debates encendidos: ¿Rompe con la tradición? ¿Es un acto de responsabilidad social? ¿O simplemente una maniobra comercial?

Luke Donald, capitán del equipo europeo en la Ryder Cup 2025.
Matt Slocum / Ap-LaPresse
El dinero en juego: por qué ahora pagan y cuáles son los argumentos en contra
Durante gran parte de su historia, la Ryder Cup se sostuvo sobre un principio inquebrantable: los jugadores no recibían compensación económica por participar. La idea era clara y romántica: competir por orgullo, legado y pertenencia nacional, no por dinero. Incluso cuando el torneo empezó a mover millones en derechos televisivos y patrocinios, esa tradición permaneció intacta.
El primer giro llegó en 1999, cuando la PGA of America decidió implementar un mecanismo simbólico de retribución. Cada jugador estadounidense pasó a recibir 200.000 dólares, pero con una condición: el dinero debía destinarse de manera íntegra a organizaciones benéficas. Así, se reconocía la magnitud económica del evento sin romper del todo la esencia del juego por honor. Ese esquema se mantuvo sin cambios durante más de dos décadas.
La gran novedad llegó en 2025, cuando se anunció que los golfistas de Estados Unidos, y también su capitán, Keegan Bradley, recibirían 500.000 dólares cada uno. La fórmula contempla que 300.000 se asignen obligatoriamente a caridad, mientras que los 200.000 restantes pueden usarse de manera personal. Se trata de un cambio histórico: por primera vez, los protagonistas tienen la posibilidad de beneficiarse directamente.

Keegan Bradley, capitán del Team USA en la Ryder Cup 2025.
CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH / EFE
El anuncio, sin embargo, no tardó en generar polémica. En el Viejo Continente, voces como la del capitán europeo Luke Donald remarcaron que “no es una semana para cobrar”, defendiendo la visión tradicional de que la Ryder Cup debe permanecer como un torneo libre de intereses económicos. En Europa, de hecho, los jugadores seguirán sin percibir compensación alguna.
A esta diferencia de criterios se suma un debate más profundo: para muchos analistas, el problema no es tanto el dinero en sí, sino la imagen pública que proyecta el torneo. Al abrir la puerta a la percepción de que los jugadores “cobran por patriotismo”, se corre el riesgo de que el espíritu amateur que siempre definió a la Ryder Cup se diluya.
La situación también plantea un desequilibrio simbólico entre ambos equipos, ya que solo los estadounidenses cuentan con un esquema de pagos, algo que puede interpretarse como una fractura en la igualdad histórica del evento.
En definitiva, lo que está en juego no es únicamente un cheque, sino la legitimidad de una tradición centenaria y la manera en que el golf profesional concilia su esencia con la creciente mercantilización del deporte.
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Gustavo Rubio

Quiénes ya dijeron que donarán su estipendio: el gesto que trasciende
Ante el anuncio del nuevo mecanismo de pagos, varios jugadores del equipo de EE. UU. optaron por un camino simbólico: donar la parte que podrían usar libremente, manteniendo la coherencia con la filosofía histórica de la Ryder Cup.
- Scottie Scheffler: confirmó que planea donar su estipendio personal. “Nunca me gustó anunciar lo que hacemos; tenemos algo planeado para el dinero que recibiremos”, declaró.
- Patrick Cantlay: también se comprometió a donar su parte. Destacó que trabaja con varias fundaciones significativas para él, como First Responders Children’s Foundation, St. Jude y Folds of Honor.
- Xander Schauffele: afirmó que donará íntegramente su estipendio personal. “Lo veo como una gran oportunidad para hacer bien”, comentó.
- Keegan Bradley (capitán): dijo que él mismo donará todo su pago, respaldando que el modelo sea coherente desde la posición institucional.

La Ryder Cup 2025 ya comenzó en Estados Unidos.
Robert Bukaty / Ap-LaPresse
Este gesto no solo neutraliza críticas sobre lucro personal, sino que refuerza el vínculo emocional entre la competencia y causas sociales.
La Ryder Cup 2025 no solo se define por golpes, birdies o pares: abrió una grieta simbólica en el mundo del golf. Lo que parecía un torneo inmune a incentivos financieros, hoy enfrenta presiones globales: ingresos crecientes, mercantilización del deporte, expectativas de transparencia y responsabilidad social.
El debate no es si el dinero existe, sino cómo se decide usarlo, quién lo recibe y con qué espíritu. Al elegir donar sus estipendios, jugadores como Scheffler, Cantlay, Schauffele y Bradley no rehúyen el cambio: lo transforman en oportunidad para reafirmar valores. Tal vez estemos ante un nuevo capítulo en que la Ryder Cup redefine no solo al golf sino su relación con la filantropía, la reputación deportiva y el perfil humano de sus figuras.