La sepsis, el daño renal agudo y el deterioro cognitivo suponen un desafío médico para los profesionales que tratan a los pacientes críticos en las … unidades de reanimación postquirúrgica, por la elevada mortalidad o el impacto en la calidad de vida que provocan, y van a centrar las Jornadas Biocritic 2025 sobre Innovación y Vanguardia en Medicina Crítica que acercarán a Valladolid las últimas investigaciones en este ámbito.
«Se habla mucho de medicina de precisión y aquí [a la Medicina Crítica] todavía no ha llegado ese salto, estamos en ello. Vienen ponentes relevantes de España y de fuera de España, expertos en estos temas, que intentan dar respuestas a la cantidad de interrogantes que hay con los pacientes críticos», explica Eduardo Tamayo Gómez, catedrático de Anestesiología de la Facultad de Medicina de Valladolid y director del grupo de investigación Biocritic, con núcleo principal en el servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, mano a mano con los profesionales que desarrollan esa labor en el Hospital Clínico de Valencia.
«Todavía no ha llegado esa medicina de precisión a los cuidados críticos que nos dé herramientas innovadoras»
Eduardo Tamayo Gómez
Catedrático de Anestesiología y director del grupo de investigación Biocritic
La cita será en noviembre, reunirá en el Centro Cultural San Agustín (Paseo de los Filipinos) a unos 250 especialistas en anestesia y reanimación, pero también a biólogos, biotecnólogos, bioquímicos o ingenieros, y tiene como anfitriones al Hospital Clínico Universitario y a la Universidad de Valladolid. Las jornadas se configuran como un curso de formación y puesta en común sobre los últimos avances en investigación en medicina crítica, con sesiones de aplicación práctica de los avances tratados y están codirigidas por el catedrático Tamayo y los jefes de los servicios hospitalarios de Anestesiología y Reanimación de ambos hospitales, los doctores Rodrigo Poves Álvarez y Rafael Badenes Quiles.
La medicina intensiva en pacientes postquirúrgicos graves ofrece cifras relevantes en un hospital, no es ni cuantitativa ni cualitativamente una asistencia residual. El Clínico vallisoletano dispone de 22 camas en Reanimación para estas situaciones. Por ellas pasan anualmente, tras una cirugía complicada o por acumular enfermedades y tratamientos farmacológicos que incrementan riesgos para su salud al entrar en quirófano, más de 2.000 pacientes, de los que unos 400 llegan desde el área de Cardiología en un centro que realiza trasplantes de corazón y que es referencia en cirugía vascular. La atención en la Medicina Crítica está condicionada por la necesidad de tomar decisiones sin apenas tiempo, con rapidez extrema. «Como no diagnostiques de forma precisa en minutos, horas, el paciente se va a deteriorar y es muy difícil de recuperar», describe Rodrigo Poves, desde el hospital vallisoletano. Esa urgencia en el trabajo diario añade también dificultad a la vertiente investigadora que se desarrolla en este servicio.
«Algunos pacientes toleran muy bien la intervención y están con nosotros 24 o 48 horas antes de ir a planta, pero hay pacientes que están 90 o 100 días, lo que sea necesario y el curso de la enfermedad vaya marcando», describe el jefe de Anestesiología y Reanimación del centro público vallisoletano. Prima el enfermo que acumula años en el carné de identidad y, con esa edad, avanzada patologías en su historia clínica. Si eso era hace años motivo de descarte quirúrgico, los avances en el ámbito de la cirugía y la anestesia han cambiado ese panorama. «Hace 25 años, un paciente de 90 años en quirófano era una anécdota. Ahora, si un paciente de 92 años tiene una hernia inguinal que le molesta, va a quirófano», resume el doctor Poves.
Area de Cuidados Intensivos y Reanimación del Hospital Clínico Universitario de Valladolid.
Sandra Santos.



Los pacientes complicados en ese trance postquirúrgico son enfermos que pueden tropezar con una sepsis o una lesión renal aguda o también sufrir un deterioro de la función cerebral, con delirios, desorientación, hiperactividad o apatía, sobre el que no están establecidos los mecanismos fisiopatológicos que los disparan. «Los tratamientos no van a la causa, se va a los síntomas y los expertos vienen a contarnos las investigaciones más actuales a nivel celular y molecular para saber por qué está ocurriendo todo eso y para que podamos luego tener opciones de prevenir que se produzca», apunta Rodrigo Poves sobre el deterioro cognitivo, una situación que llegó a concretar con maestría Miguel Delibes, al describir en una entrevista cómo se sentía por las secuelas que le dejó una intervención quirúrgica por un problema serio de salud: «En el quirófano entró un hombre inteligente enfermo y salió un lerdo sano».
La sepsis es una infección que puede afectar a varios órganos y que provoca 17.000 fallecimientos anuales en España
Los expertos de Biocritic precisan que la alteración neurocognitiva en el delirio se asocia a impedimentos comunicativos que generan un gran estrés al paciente y sus familiares y «se asocia a una mayor morbimortalidad y en ocasiones es poco reconocida… La tasa de mortalidad en pacientes hospitalizados con delirium va del 22% al 76%, siendo tan elevada como la de los pacientes con un infarto agudo de miocardio o los que presentan sepsis».
Sobre esta última infección, Eduardo Tamayo destaca que a diferencia de enfermedades como leucemias, linfomas o cánceres que parecían incurables hasta hace poco y cuya letalidad ha disminuido gracias a los avances en laboratorios que se han trasladado al tratamiento clínico de los pacientes, «en la sepsis ni hemos disminuido la mortalidad ni la incidencia». La sepsis, que se define como un fenómeno que comienza con la infección protagonizada por un microorganismo que ante una respuesta insuficiente acaba afectando a órganos distantes del foco infeccioso inicial, es posiblemente la causa más frecuente de mortalidad en los hospitales (entre un 25% y un 50%) y su incidencia es equiparable a la del cáncer de mama. Dos datos recogidos en la documentación que fundamenta las líneas de investigación del grupo Biocritic estiman que «cada año hay en España alrededor de 50.000 casos de sepsis grave de los cuales 17.000 fallecen».
Completa la triada que más trabajo da a los equipos de las áreas de reanimación postquirúrgica la lesión renal aguda, «probablemente la complicación más prevalente en las unidades de cuidados críticos», indican los facultativos del Hospital Clínico. La incidencia entre los enfermos que requieren medicina intensiva supera el 50%. En pacientes con ‘shock’ séptico, sumar una disfunción renal aguda supone aumentar de tres a cinco veces más la mortalidad la mortalidad a los 60 días. En este ámbito, «el conocimiento de las implicaciones genéticas serviría como una táctica estratégica para contrarrestar sus graves consecuencias».
Investigadores relevantes
Ese es el contexto clínico de lo que enfrentan los médicos que se ocupan de los pacientes postquirúrgicos graves y para el que buscan respuestas en la investigación que impulsan jornadas como la que bajo el título ‘La ciencia más allá de la frontera del conocimiento’ acogerá Valladolid. «En los últimos 30 años, a nivel médico y de enfermería hay una implicación absoluta para mejorar los cuidados de los pacientes. La implicación es brutal, pero todavía no ha llegado esa medicina de precisión a los cuidados críticos que nos dé herramientas innovadoras», valora Eduardo Tamayo. Ese es el salto cualitativo en el que confían los especialistas en medicina crítica, en la incorporación de la inteligencia artificial y el procesamiento masivo de datos clínicos en el diagnóstico y tratamiento, en el empleo de biomarcadores como guías terapeuticas o en la aplicación de las células CAR-T que se utilizan en la inmunoterapia frente al cáncer también en infecciones críticas y sepsis.
En las jornadas de innovación participarán expertos como Ángel Carracedo, del Centro Nacional de Genotipado de Santiago de Compostela, que abordará el potencial oculto del genoma humano que permite avanzar en terapias génicas. También investigadores internacionales, como el italiano Federico Bilotta, que es experto en la disfunción cognitiva, o el alemán David Tscholl, con una ponencia sobre avatares que profundiza en el empleo de la robótica y los asistentes inteligentes en la monotización de pacientes.
Los doctores Tamayo y Poves subrayan la importancia de la vertiente investigadora que se desarrolla desde Biocritic. El grupo asentado sobre el Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital Clínico (área con una plantilla de 78 anestesiólogos, 16 de ellos residentes y 62 licenciados especialistas) y con colaboraciones de otros facultativos o profesionales de otras áreas está reconocido como Unidad de Investigación Consolidada por la Junta de Castilla y León y pertenece al CIBER, Centro de Investigación Biomédica en Red de ámbito nacional del Instituto de Salud Carlos III, en el área de las enfermedades infecciosas. Entrar en la red CIBER implica una garantía de excelencia en investigación. En Valladolid, pertenecen a esta red estatal dos grupos de investigación del Hospital Clínico, este que dirige Eduardo Tamayo y centra su trabajo en la sepsis, y el de Cardiología del doctor Alberto San Román, a los que se suman dos grupos más en el IOBA (Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada) y en el IBGM (Instituto de Biomedicina y Genética Molecular) y otros dos de la Universidad de Valladolid.