«TENÍA UNA SENSUALIDAD PARTICULAR en sus movimientos, y su personaje era un icono importante por su aspecto rebelde y poco convencional. Desde entonces, hemos trabajado juntos a menudo y siempre he admirado la forma en que interpreta sus papeles. Es un actor muy talentoso y sumamente encantador; sobre todo, es un hombre profundo y con gran compromiso, y estoy orgulloso de nuestra amistad”. Giorgio Armani (Piacenza, 1934-Milán, 2025) conoció a Richard Gere en la década de los ochenta, “durante el rodaje de American Gigolo, la película que lo hizo famoso”. Así lo recordaba para Vanity Fair poco antes de fallecer a los 91 años y a punto de celebrar el 50º aniversario de un imperio global que ofrece de prendas de alta costura a dulces, de perfumes a hoteles, y sobre el que mantuvo el control total hasta su último suspiro.
Abajo, Giorgio Armani fotografiado en su oficina en Milán en 1983.
CORTESÍA GIORGIO ARMANI
La noticia de su muerte, la tarde del pasado 4 de septiembre, conmocionó al mundo de la moda, donde era el máximo exponente del lujo genuino y contenido y del éxito empresarial; también al del cine. Desde que, como el audaz visionario que fue, abrió oficina en Los Ángeles en 1983, Giorgio Armani se erigió en el diseñador oficial de Hollywood e impulsó la alfombra roja como el método de promoción infalible de su ropa. Ahí, estrellas como Jodie Foster —que en 1992 agradeció su Oscar a la mejor actriz por El silencio de los corderos con conjunto de chaqueta y pantalón impecable—, Cate Blanchett —embajadora de uno de los perfumes de la casa, Sì— o el propio Gere han presentado sus proyectos o recogido premios cumpliendo de paso una de sus máximas: “Vístete de tal manera que, cuando veas una foto tuya, no seas capaz de ponerle fecha”.