El cielo respetó y la mitad del tendido se llenó en Las Ventas para ver el último festejo del mes de septiembre. Un desafío ganadero que servía de confirmación de la alternativa para el soriano Rubén Sanz a sus 47 años y en el que cientos de sorianos quisieron acompañarle desde las gradas. No tuvo suerte el matador con su lote y tampoco supo sacar su arte, con un toreo rápido e inquieto y, ante todo, con un estoque desafortunado.

El primero, Manquito, un toro bragado y meano de la ganadería de Concha y Sierra de 515 kilos se lastimó pronto las patas y pese a las constantes peticiones del respetable no fue sustituido por la presdencia. Tras un buen tercio de banderillas, Rubén realizó una faena rápida a un toro bravo, con unos naturales de cierto arte. El toro era poco dado al lucimiento y tras algún enganchón, alguna buena tanda y pequeños detalles, estos no fueron suficientes y, apresuradamente, culminó Sanz con una estocada alta. Le siguió un pinchazo y, de nuevo, una media estocada algo trasera. Bajonazo. Ovación mesurada para el matador soriano, sin posibilidad para más por sus fallos en la suerte suprema. Pitos para un astado que debió ver el pañuelo verde.

El segundo, Pinanto, fue un toro de Murieta Grave, de 547 kilos y que a pesar su imponente presencia no demostró especial bravura. Tampoco se le vio a Rubén especialmente cómodo, pese a los gritos y apoyos desde la grada de sus paisanos, que eran un nutrido grupo de los 9163 espectadores que registró Las Ventas hoy. La embestida incómoda del animal no permitió lucirse al soriano que tras dos breves tandas de nuevo tomó el estoque pronto. Pinchazo, media estocada y descabello. Silencio para animal y diestro.

Sus compañeros de terna tampoco tuvieron mucha mejor suerte. Javier Herrero vivió una verdadera tortura al picar a los astados, mejor con la muleta, y se fue de vacío, aunque con unas faenas consistentes. Gómez del Pilar logró una reiterada petición en el primero, al que ventiló con una buena estocada. En el segundo si logró el premio, tal vez por compensación, y se llevó una oreja merecida tras demostrar ser el diestro con más tablas que hoy saltó al coso madrileño.

La lluvia apareció tardía para poner el incómodo y gris final a una tarde de idénticas condiciones que permanecerá en la memoria de Rubén Sanz y de los sorianos que decidieron acompañarle en su confirmación.