Daniel Herrera Rodríguez

Domingo, 28 de septiembre 2025, 20:59

Un título que pasó de puntillas en su momento pero que, con el paso del tiempo, ha ganado la resonancia que se merecía un club en plena expansión. Ya han pasado nueve años desde que el Gran Canaria conquistara la Supercopa de España de baloncesto, el primer título de abolengo antes de que cayera la EuroCup de 2023.

Hasta entonces, el equipo claretiano se había asomado a la gloria en 2015 con su primera final en la Eurocopa de clubes ante el Khimki ruso -doble derrota en la eliminatoria de ida y vuelta-, así como en la final de la Copa del Rey (81-85 para el Madrid). Pero seguía sin tocar metal. El legado de los Carl English, Jaycee Carroll y compañía comenzaba a dar los frutos en un equipo que quería más. Ya llevaba varios años asumiendo su rol de clase media, abandonando las viejas penurias del descenso y la permanencia con técnicos del pedigrí de Pedro Martínez, Salva Maldonado o Aíto García Reneses.

Tres pesos pesados de rivales

Era el turno de Luis Casimiro, un estratega exitoso pero tal vez sin el glamour que un sector de la afición reclamaba, dado el efervescente optimismo que destilaba el club entonces.

Tal vez por ello, la Supercopa sonaba a mero aperitivo entre la pretemporada y la competición oficial. Pero, al fin y al cabo, es un título que engalana las vitrinas de todo equipo ACB que quiera lucir boato deportivo.

Kuric, manteado tras ser MVP de la Supercopa conquistada por el Granca.

Kuric, manteado tras ser MVP de la Supercopa conquistada por el Granca.

ACB

En esta cita, Barça Lassa y Real Madrid partían como favoritos -como no podía ser de otra manera- aunque el Saski Baskonia, otro de los grandes del país, entraba en liza como anfitrión. En definitiva, tres trasatlánticos para un Granca que llegaba en calidad de subcampeón de Copa.

No obstante, los pupilos de Casimiro se negaban a ser la comparsa del torneo. Ante más de 9.000 almas en el Fernando Buesa Arena, los amarillos sorprendieron al equipo vitoriano en semifinales tras un duelo más que igualado (80-84).

La proeza tenía nombre y apellidos: Kyle Kuric. El norteamericano asumió con gusto los galones ofensivos en un club acostumbrado al linaje de los grandes escoltas jugones. Como un nuevo Carroll de circusntancias, anotó 24 puntos En un duelo que se decidió en los últimos instantes.

En la final, el Granca no solo ganó sino que noqueó a un Barcelona que ni siquiera llegó a los 60 puntos (79-59). El base Bo McCalebb fue el protagonista del último encuentro con 15 puntos y 5 asistencias, aunque el MVP del torneo sería Kuric, quien tiempo después, curiosamente, ficharía por el equipo azulgrana.

Aquel fue el punto de inflexión. Al año siguiente llegaría la oportunidad de repetir, pero en esa nueva final el Valencia se llevó el gato al agua (69-63). Y en 2018, aparecería en el firmamento isleño su primera participación en la Euroliga, la única hasta el momento de su historia.

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