28/09/2025
Actualizado 29/09/2025 a las 03:37h.
Una de las conclusiones del coloquio de ‘Més Semicercles’ organizado por la Plataforma per la Llengua (la ‘ONG del catalán‘) en Valencia apunta a la estrategia de renunciar al menos por ahora al «Estado-nación» debido a la «hostilidad» hacia la lengua en algunas zonas de la Comunidad Valenciana.
En un balance resumen de este foro -que cuenta con el logo y el «soporte» de la Generalitat de Cataluña que preside el socialista Salvador Illa- y en el que se lanzaron ideas como que «donde los profesores lo hacen bien, los niños hablan catalán«, se da cuenta de algunas de las directrices lanzadas como recomendaciones al entorno nacionalista e independentista al sur del Ebro.
«Ahora mismo vivimos una época muy parecida a la del mundo medieval, a la del Sacro Imperio Romanogermánico: no hay ningún territorio ya homogéneo», según Xavier Serra, filósofo, profesor de esta materia y ensayista (además de profesor de instituto en el municipio valenciano de Sueca).
Este divulgador animador del debate ha concluido que «los catalanohablantes tienen que actuar con ‘mentalidad de minoría‘ y reforzar la propia identidad y cohesión». A su juicio, «la lengua sí que funciona como punto o como eje para despertar simpatías y colaboraciones, sobre todo en territorios donde hay hostilidad».
Ante esa realidad, «la solidaridad entre hablantes es uno de los puntos fuertes que ahora mismo tiene la lengua», con ese matiz de que la heterogeneidad entre diversas zonas hace que haya que «dejar de pensar en términos de Estado-nación», como cuando en la Edad Media predominaban los reinos de Taifas.
En esa misma línea, el otro conferenciante en la tribuna, Josep Escribano, presidente de la asociación El Tempir d’Elx y docente también, de valenciano, ha defendido una actitud flexible y de adaptación a las realidades de cada comarca. Sin ir más lejos, ha apuntado a la diferencia de número de hablantes, por ejemplo, entre la Ribera Baja y el Bajo Vinalopó, las demarcaciones de su contertulio y la suya, respectivamente.
También ha propugnado la creación de espacios en los que sea normal usar el valenciano y «una política lingüística que tenga en cuenta el factor demográfico y económico».
En lo que ambos han estado completamente de acuerdo -en el debate moderado por Marina Macià, de la Ejecutiva de la Plataforma per la Llengua, celebrado en la Societat Coral El Micalet- es en que «el modelo de plurilingüismo en la educación impulsado por el Gobierno del Botànic fue una herida autoinflingida por los defensores del valenciano, un autogol».
De hecho, Serra considera que el modelo de «porcentajes» establecido ahora por el PP han sido «la consecuencia del Gobierno anterior» y se «está pagando ahora» aquella política errónea, a su juicio. En realidad, hay unas cuotas mínimas lectivas en ambos idiomas, pero las familias eligen la lengua vehicular principal, con la actual Ley de Libertad Educativa del popular Carlos Mazón.
No obstante, matiza este filósofo que el sistema de líneas era «el mejor al que se podía aspirar y al que se puede aspirar» por la «situación sociológica y política».
Al respecto, Escribano ha opinado que «el modelo lingüístico del Botànic era un caballo de Troya que legitimó la imposición del castellano y que impedía la inmersión que implicaban las líneas». Un análisis que difícilmente compartirán en Compromís, el partido que dirigía la Conselleria de Educación en aquel Gobierno autonómico de Ximo Puig.
Reportar un error