Antonio Mingote puso su grano de arena en dar a conocer a Pablo Picasso en su propios país y en una época determinada. Admiraba el dibujante catalán al genio malagueño, eso seguro. Y dejó que ese encandilamiento se derramara tanto en el trazo … como en el color de sus obras. «Mi gran pintor es Picasso, por supuesto, pero Picasso es el gran dibujante, sobre todo. Picasso ha influido en todos los mundos, y muchos que ni lo saben siquiera, pero Picasso ha influido en todo el mundo. ¿Que si soy el Picasso de los periódicos? Lo de Paco [Umbral lo definió así] es una manera de hablar. Ojalá fuera yo el Picasso de los periódicos, no soy el Picasso de nada», expresó Mingote en la última entrevista que concedió a este mismo periódico.

Desde el pasado 10 de septiembre, la Comunidad de Madrid presenta en el museo Picasso-Colección Eugenio Arias de Buitrago del Lozoya (calle de la Tahona, 19) la exposición ‘Picasso en la obra de Mingote’, una muestra que revela la influencia artística del pintor malagueño en el universo creativo del dibujante catalán. Está comisariada por Carlos Villanueva y Juan García Cerrada y podrá visitarse de forma gratuita hasta el 7 de diciembre. Será ahí donde podremos conocer «la mirada libre, provocadora y profundamente humanista» que tenían ambos artistas. A través, como no podía ser de otra manera, de la defensa y la reivindicación que Mingote realizó a lo largo de su vida de Picasso y que inmortalizó en ese «oficio largo y difícil» en el que el viñetista de ABC tan solo era un «aficionado».

Concebida como un recorrido cronológico, la exposición permite al visitante observar cómo evolucionan las alusiones a Picasso en la obra de Mingote, desde las primeras más sutiles a las más explícitas. Se estructura esta en dos etapas principales y una sección complementaria. El primer periodo –desde los años 40 hasta los 70– arranca con el descubrimiento personal del artista catalán de la obra de Picasso, que se traduce en un compromiso firme con su figura hasta la muerte del artista malagueño. Este vínculo se intensifica en momentos clave como 1971, cuando el dibujante recuerda públicamente el 90 cumpleaños de Picasso en plena dictadura.

Mingote publicaba también en la revista ‘La Codorniz’, donde escribía, dibujaba y pintaba –«a veces caricaturas y a veces no, a veces dibujos en serio»–. Ya entonces admiraba al pintor malagueño. El 20 de febrero de 1949, para que todos fuesen conocedores de su fascinación, publica un artículo ilustrado en el que se refiere a él como «Pepasso», utilizando el humor gráfico como crítica a la indiferencia oficial del franquismo hacia su legado. «Entre los pintores modernos, ninguno tan grande como Pepasso», dejó escrito en la ilustración.

El segundo periodo se inicia tras la muerte del autor del artista andaluz (1973), en una época marcada por la muerte de Franco. Es entonces cuando, finalmente, España comienza a reivindicar al mayor artista pictórico mundial del siglo XX como una figura propia y esencial de su historia artística, en un referente cultural, que era por lo que Mingote luchaba. En este contexto, el dibujante no solo continúa defendiéndolo, sino que lo evoca con renovada libertad: se recrea en su obra, lo reinterpreta, lo rescata.

La sección complementaria está dedicada a una selección de obras de Antonio Mingote en las que se aprecia de forma clara el sello de Picasso: óleos realizados en su etapa más madura, en los que dialoga abiertamente con la herencia del genio madrileño.