Se le considera como el mejor escultor canario vivo. Juan López Salvador nació en La Laguna en 1951 y a sus 74 años sigue en plena producción. Es el menor de tres hermanos, hijo de emigrante a Venezuela, residió en Italia, donde seguramente pudo descubrir la gran belleza, y también en Inglaterra. Estudió Filosofía y Letras en la ULL, pero abandonó la carrera para dedicarse al trabajo artesanal de la madera, lo cual derivó luego en su gran vocación: la escultura. Se casó con Concha Elena de Armas y han tenido dos hijos, Iris y Gabriel.

Ha sido director de Montaje de Exposiciones en el Gobierno de Canarias, plaza consolidada por oposición que desempeñó durante 30 años, compaginando ese trabajo con una amplia producción como escultor. Modesto, comedido, sensato, ha dicho en un tarjetón de su exposición que “si la madera me ha dado el volumen y el peso, el hierro me ha traído el aire y la ligereza”. Lo cierto es que una buena parte de su producción se consolida en madera de tea y se dice que su obra también muestra una reflexión sobre el contraste entre naturaleza volcánica y civilización urbana”. No debo olvidar, en esta pequeña entradilla biográfica, que mi entrevistado pertenece a la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel.

-¿Por qué la tea, Juan?
“En los años 70, cuando comencé a producir mis trabajos artesanales en madera, que muy pronto derivaron exclusivamente en la escultura, era frecuente encontrar vigas y otros elementos de madera procedentes de demoliciones. La gente los desechaba”.

-La tea, la madera del pino canario, es un material maravilloso.
“Las características de la tea, su durabilidad, su potencia expresiva, la convirtieron en un material valioso para mí y ha sido fundamental para expresar mis inquietudes artísticas. Después de conseguir durante un tiempo pequeñas cantidades de madera, tuve la oportunidad de adquirir un volumen importante de vigas y de tablas procedentes de derribos, que me han permitido basar gran parte de mi trabajo en este material”.

-El paisaje es el principal motivo de tu obra. ¿Me equivoco?
“Es que la dureza y la diversidad de nuestro paisaje volcánico me conmueven, emocionan y hasta me obsesionan profundamente”.

-¿Por qué, cómo lo ves?
“Pues como algo que me transmite unas imágenes que me siento obligado a representar. Digo esto, unido a la convicción de algo que ya expresaba Marc Fumaroli: “La alta cultura, a lo largo de los siglos, ha estado unida a la tierra, al aire, a la misma luz de un lugar que permanece”. Lo cual ha sido determinante para que el paisaje haya sido la rama fundamental de mi producción artística”.

(La obra de Juan López Salvador ha sido plasmada en un bello texto del profesor Fernando Castro en la Biblioteca de Artistas Canarios, editada por el Gobierno autónomo. Y desde el 19 de septiembre y hasta el 17 de octubre, el artista expone su obra en la Sala Bronzo de La Laguna).

-¿Es posible recoger, sintetizar el paisaje en un trozo de madera?
“Tenía una gran inquietud por representar unas imágenes, en los comienzos. Y naturalmente debía recurrir a los materiales que podía conseguir. En mis intentos de utilizar bloques de tea, siempre me tropezaba con lo mismo: lo significativo que era el veteado de la madera de tea. Hasta que, probablemente a causa de mi desesperación, descubrí las texturas que he utilizado de forma continua y para mí tan satisfactoria”.

-Lo lograste, entonces.
“Sí, sí y también durante una época conseguí realizar espacios que representaban malpaíses, utilicé viruta y serrín de tea, amalgamado con resina de poliéster”.

-¿Cómo hemos llegado, Juan, a la crisis que vive el arte en Canarias?
“Mira, yo te lo podría resumir en cuanto a los duros condicionantes de la lejanía que sufre Canarias de todo. Hay dificultades de información, movilidad, aduanas. Pero es que, además, el mundo ha sufrido un proceso de frivolización, que ha convertido la cultura en un producto de consumo con una invasión de productos mestizos y kisch”.

-Vaya panorama, ¿no?
“Y te vuelvo a citar a Fumaroli: “Me he dado cuenta de que estamos sumidos en un régimen de imágenes, en principio feas, de una materia pobre, digital, que se emite en pantallas, que son efímeras. Y están por todos lados, nos asaltan desde que nos levantamos de la cama y esto condiciona nuestra imaginación, la constriñe”. Y sigue Fumaroli, y permite que te responda él por mí: “Y creo que las imágenes comerciales que nos invaden, y sus gemelas, las que están en las galerías de lo que se denomina “arte contemporáneo” no son en realidad arte sino un mero producto de la técnica y el mercado. Imágenes artísticas hay muy pocas. Antes tenían el poder de educar los sentidos y la sensibilidad. Y eran, como decir, más nutritivas desde el punto de vista artístico que el océano en el que nosotros estamos sumergidos”. Fin de la cita”.

-Pues lo ha definido él por ti.
“Es que esta situación, a mi entender, debilita el desarrollo de la verdadera creatividad, siembra confusión y contribuye al empobrecimiento del espíritu social que debería hacer avanzar la civilización”.

-Háblame de tu última exposición.
“En la exposición que tengo instalada en la Sala Bronzo, una parte está dedicada a reflexionar de distintas formas sobre el paisaje con obras como “Skyline”, donde los riscos están recortados sobre un fondo de cobre. O “Brumas”, que intenta plasmar la penetración de las brumas en los acantilados. O “Composición”, que recrea el contraste de distintos estratos. También está “Paisaje vertical” y otras formas”.

Juan López Salvador, escultorJuan López Salvador, escultor. / Sergio Méndez

-Además, se encuentra una especie de retrospectiva en esta muestra.
“Bueno, la otra parte de la exposición presenta una instalación donde he reunido varias obras realizadas en distintas épocas de mi vida. Pretendo expresar lo que realmente considero una pandemia de codicia que desencadena las mayores catástrofes: para la humanidad (guerras, pobreza, migraciones); para las especies animales y vegetales, que enferman y se extinguen; y también para el planeta, causando cambios irreversibles (calentamiento, contaminación de los mares, lagos, ríos, atmósfera y territorios)”.

-¿Cómo las defines?
“Río”, la pieza más reciente, debería tener afluentes que accedieran a todos los lugares del planeta y, en cambio, el dinero es retenido y acumulado sólo en pocos y determinados sitios. “Fajos”, que es la pieza más antigua, representa la acumulación de riqueza que se concentra en lugares donde se alimenta la soberbia y la vanidad de unos pocos. Y “Reclamo en el claro” es un paisaje realizado con un lenguaje africano, que habla de la pobreza, de las necesidades y de las tentaciones que desencadenan las migraciones. Y, por último, dos obras de la serie “Volcán herido”, que critican el deterioro del paisaje canario. Y todo en nombre de la codicia”.

-Juan, has trabajado el metal y en grandes formatos. Eso queda para siempre. Y, además, tu obra es muy fotografiada.
“Naturalmente que ha sido una gran satisfacción haber tenido la oportunidad de realizar algunas obras públicas monumentales instaladas en Gran Canaria, Lanzarote, La Gomera y Tenerife. Podría destacarte una, que se ha convertido en un icono, la escultura “Trampa del Viento”, instalada en Arona, en el Paseo Marítimo que diseñaron Correa y Estévez. Desgraciadamente, las administraciones no son conscientes de la necesidad de mantenimiento de las obras y se encuentra, como algunas otras, en un estado lamentable”.

-Dice el profesor Fernando Castro Borrego que la madera del pino canario, la tea, pertenece a la cultura y a la civilización. ¿Estás de acuerdo?
“Totalmente de acuerdo. Mira, la madera de tea está esencialmente unida a nuestro patrimonio, cultura e historia y ojalá pudiera transmitirnos sus cualidades de durabilidad y de resistencia a la corrupción”.

-¿Cómo se puede recrear, por ejemplo, el mar, en una obra realizada con los más diversos materiales?
“Las series de obras que he creado sobre “El Mar”, así como “Trampas del Viento”, “Trampas de Lluvia”, “Trampas de Pensamiento”, “Hervideros”, “Cráteres”, “Acantilados”, “Erupciones”, etcétera, las he realizado en hierro forjado. Material y técnica que comencé a utilizar a finales de los años 90 del siglo pasado y que expandió notablemente mis posibilidades de expresión”.

-Pero la madera te da el volumen y el peso. Eso has dicho muchas veces.
“Sí, lo he repetido en varias ocasiones. La madera me ha dado el volumen y el peso, dotando a series de obras como “Paisajes”, “Territorios”, “Cráteres”, “Acantilados”, “Erosiones”, “Bocacuevas”, “Disyunciones”, etcétera, de una esencial terrenal que, sin llegar a ser nunca figurativas, contienen evidentes referencias al paisaje”.

-El hierro es otra cosa.
“Sí, porque el hierro, por el contrario, me permitió aportar a las obras más ligereza, desarrollar una técnica de dibujar en el aire y derivar más profundamente hacia la abstracción y la geometría. También, en mis divagaciones geométricas y paisajísticas, he utilizado el plomo, el acero, el cobre, el bronce y la piedra”.

-Has dicho: “La madera que yo he empleado tiene características comunes a mi tierra, porque la tea es el primer árbol que crece sobre volcanes y no se pudre nunca. ¿Un homenaje a nuestra raza?
“Efectivamente, el pino canario, según tengo entendido, es el primer árbol que coloniza el suelo volcánico y su duramen, la tea, tiene la cualidad de no pudrirse nunca. Y sí, me gustaría equipararlo y que fuera todo un homenaje a nuestra raza, aunque desafortunadamente, y sobre todo debido a nuestro privilegiado clima y a la cercanía de tantos países pudientes, estamos recibiendo una avalancha de visitantes que no sólo pone en peligro nuestro territorio sino también nuestras costumbres y nuestra forma de vida”.

-Tan real como la vida misma, amigo.