Viena, 29/09/2025

La brillantez de sus pinceladas, su versatilidad, la extensa gama de temas que cultivó (incluyendo desnudos masculinos y pintura de historia, desusados entre las mujeres artistas) y la seguridad con que representó esas mismas anatomías emparentan a Michaelina Wautier (1614-1689) con las grandes figuras del barroco flamenco, pero su nombre sólo resultará familiar a unos pocos.

A su muerte, cayó prácticamente en el olvido y su obra fue objeto de atribuciones erróneas que pervivieron hasta tiempo reciente, de ahí la importancia de la antología que desde mañana le dedica el Kunsthistorisches Museum vienés y que ha sido organizada junto a la Royal Academy de Londres, adonde viajará en 2026. Consta de casi todos los trabajos que a día de hoy se le adjudican, incluyendo algunos que nunca antes se habían mostrado al público.

Es probable que naciera en Mons, en una familia culta y de economía desahogada que le permitió dedicarse a la pintura, aunque sabemos que no tuvo acceso a una formación académica. Logró, sin embargo, abrirse camino en los círculos intelectuales y artísticos de la corte de los Habsburgo en Bruselas, ciudad donde residió junto a su hermano mayor, Charles Wautier, también pintor.

Posiblemente ambos compartieran estudio, pero si llegaron a colaborar, por ejemplo, en la realización de obras de gran formato, es aún un misterio. El hecho de que nunca se casara pudo haber sido una decisión deliberada, por su preferencia por la pintura, pero es una suposición: apenas disponemos de datos biográficos, documentos o cartas como fuente informativa, únicamente de su obra, que llegó a poseer el archiduque Leopoldo Guillermo, gobernador de Bruselas y gran coleccionista.

Se trata de obra firmada: a diferencia de muchas artistas de su tiempo, Wautier utilizaba su nombre completo en su forma latina (no Michelle, sino Michaelina), quizá un modo – de nuevo, quizá- de enfatizar tanto su educación como su independencia. Y en dos de sus telas fue más allá: usó la fórmula invenit et fecit (concebido y ejecutado), puede que como respuesta a quienes quisieran cuestionar su imaginación creativa.

Michaelina Wautier. Autorretrato, hacia 1650. Colección privadaMichaelina Wautier. Autorretrato, hacia 1650. Colección privada

En el recorrido de esta exposición nos esperan veintinueve pinturas, un dibujo firmado y un grabado basado en una obra perdida, que se ponen en relación con piezas de la antigüedad clásica y de maestros flamencos como Rubens y Van Eyck. La mayor parte de su producción la atesora el Kunstmuseum gracias, justamente, a que perteneció al archiduque Leopoldo Guillermo, pero también han llegado a Viena lienzos de colecciones austriacas e internacionales y de fondos privados; podremos contemplar sus obras mayores (El triunfo de Baco, San Joaquín leyendo, San José y San Joaquín) y una serie dedicada a Los cinco sentidos que se exhibe por primera vez en Europa, un autorretrato, una preciosa Guirnalda de flores con mariposa, retratos infantiles de santa Inés y santa Dorotea, otro del misionero jesuita Martino Martini o una escena de La educación de la Virgen.

La comisaria Gerlinde Gruber ha trabajado extrayendo de las imágenes la información que no puede hallarse en otro lugar: encontrando influencias de Van Dyck, Van Loon y De Crayer en la sutilidad y la elegancia de Wautier, y ecos de Caravaggio en sus claroscuros.

Comienza esta retrospectiva con composiciones de tema bíblico o religioso: destacan la citada La educación de la Virgen (1656), que representa a la joven María aprendiendo a leer, con un uso magistral de la luz. En sus retratos de Santa Inés y santa Dorotea (1655) demostró, por su parte, su talento para la captación de la profundidad psicológica de los personajes.

Michaelina Wautier, Painter. Kunsthistorisches Museum, VienaMichaelina Wautier, Painter. Kunsthistorisches Museum, Viena
Michaelina Wautier. Santa Inés y santa Dorotea, hacia 1655. Royal Museum of Fine Arts Antwerp – Flemish CommunityMichaelina Wautier. Santa Inés y santa Dorotea, hacia 1655. Royal Museum of Fine Arts Antwerp – Flemish Community

Cuentan con capítulo propio sus retratos, que muestran sus estrechos vínculos con la corte de Bruselas y lo influyente de sus mecenas. Captó a militares y clérigos desde la agudeza; en el caso de Martini, era extremadamente raro que un hombre de su rango fuera retratado por una mujer. Erudito y cartógrafo, creó el primer atlas impreso de China, dedicado al archiduque, por eso en la obra de Wautier viste el traje de la corte de ese país.

Es probable que, si la artista llegó a ser demandada por Leopoldo Guillermo, contara con una red de coleccionistas consolidados, y un recibo de compra que sí se ha conservado señala que recibió remuneración por su trabajo.

Michaelina Wautier. Retrato de Martino Martini, 1654. The Klesch Collection, LondresMichaelina Wautier. Retrato de Martino Martini, 1654. The Klesch Collection, Londres

En los gabinetes contiguos, obras de los hermanos Wautier (retratos, pinturas devocionales y retablos) se ponen en relación con las de Rubens, Anthonis van Dyck, Jacob van Oost el Viejo, Cornelis Meyssens, Pieter de Jode el Joven, Cornelis Galle el Viejo y Theodoor van Merlen el Joven, revelando sus lazos estéticos.

Forma parte de la exposición el inventario de la colección del archiduque. Aunque se creyó perdido durante mucho tiempo, su redescubrimiento permitió comprobar por primera vez el origen de Michaelina Wautier en Mons y atribuirle tres pinturas en los fondos de este Museo de Historia del Arte de Viena: San Joaquín leyendo, San José y San Joaquín. Esta última se había atribuido erróneamente a su hermana Magdalena en el inventario de 1659, pero una nota contemporánea en el reverso, probablemente de David Teniers el Joven, responsable de la colección de Leopoldo Guillermo en Bruselas, nombra a “Michelline Woutiers” como su autora.

Se ha estudiado a fondo la pintura de San Joaquín, que no se había exhibido públicamente desde 1781. Un análisis radiográfico confirmó que era originalmente rectangular: se transformó en un óvalo, mediante intervenciones drásticas, durante la reorganización de la galería imperial bajo el reinado de Carlos VI y hasta 1967 no se le devolvió su formato primero, aunque después permaneció almacenada.

El espíritu innovador de la pintora se ensalza en una sección concebida en torno a su autorretrato, donde se presenta como una artista segura de sí misma, frente al caballete y con sus instrumentos del oficio. Llamativamente, las artistas en este periodo se mostraban trabajando, reivindicándose en su labor, frente a los símbolos de reconocimiento social que solían acompañarlos a ellos (cadenas de oro, estoques).

Michaelina Wautier. Triunfo de Baco, hacia 1655-1659. Kunsthistorisches MuseumMichaelina Wautier. Triunfo de Baco, hacia 1655-1659. Kunsthistorisches Museum

En el monumental Triunfo de Baco aparece de nuevo Wautier con poca ropa, como una bacante, con su propio rostro en contacto visual directo con el público, un poderoso gesto de autoafirmación. Su conocimiento del desnudo masculino, probablemente adquirido a través de estudios privados de dibujo con modelos, llevó a que este trabajo se atribuyera equivocadamente a pintores durante mucho tiempo, incluyendo el taller de Rubens y Luca Giordano.

Y con humor y sensibilidad compondría esa serie de Los cinco sentidos (1650), escenas de infancia que revelan su capacidad de observación y su práctica retratística. Inmediatamente después, llevó a cabo otra escena de género: Niños soplando burbujas (1650-1655), una alegoría de la fugacidad de la vida.

Michaelina Wautier. Los cinco sentidos (olfato), 1650. Rose-Marie and Eijk Van Otterloo Collection, BostonMichaelina Wautier. Los cinco sentidos (olfato), 1650. Rose-Marie and Eijk Van Otterloo Collection, Boston

Incluso sus obras centradas en flores demuestran su espíritu renovador: aquellas guirnaldas pintadas sobre tabla, en Amberes en 1652, combinan las convenciones de la pintura floral barroca con antiguos motivos de bucráneos, un enfoque único en el arte flamenco. Su único dibujo conocido, Estudio de un busto de Ganimedes, el Medici (1640-1650), apunta, por su parte, a su compromiso con la antigüedad, posiblemente derivado de un viaje a Roma, de su hermano Carlos o de su conocimiento de las colecciones de antigüedades locales.

La historia del arte era para ella un viaje de descubrimiento del que deseaba formar parte.

Michaelina Wautier. Estudio de un busto de Ganimedes, el Medici, hacia 1640-1650. Colección privadaMichaelina Wautier. Estudio de un busto de Ganimedes, el Medici, hacia 1640-1650. Colección privada

 

 

 

“Michaelina Wautier, Painter”

KUNSTHISTORISCHES MUSEUM

Maria-Theresien-Platz

Viena

Del 30 de septiembre de 2025 al 22 de febrero de 2026

 

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