«¡Dime que me has perdonado, Javier!». Con esas palabras saludaba hace tres años Talant Dujshebaev a Javier García Cuesta en el homenaje que recibió … el Teka de 1994 en el Palacio de Festivales. Era un saludo, afectivo, cariñoso y electrónico, porque, quien fue mejor jugador del mundo se conectaba desde Alemania para saludar a su viejo entrenador, que aquella temporada terminó destituido y a quien el tiempo reconoció, como aquella Sala Argenta que le recibió en pie junto a su relevo, Julián Ruiz, sus méritos. «No te preocupes, Talant, estás perdonado, pero no se te ocurra hacerlo otra vez», respondió provocando las risas del público.
Javier García Cuesta (Mieres, 1947-Gijón, 2025) murió el domingo por la noche. Su nombre está indeleblemente asociado al balonmano español, en el que fue dos veces seleccionador, pero en especial con el Grupo Deportivo Teka y Santander. Dejó su recuerdo en Cantabria, recorrió el mundo como entrenador y regresó finalmente a su tierra para vivir a caballo entre Gijón y Estados Unidos.
1987-1989
Llevó al Teka a su primer título absoluto: la Copa del Rey de 1989, que abrió un ciclo histórico que se prolongó durante cerca de década
1993-1994
Fue destituido en plena temporada por los resultados y desavenencias en un equipo que después fue campeón de Europa
«He estado 32 años entrenando equipos nacionales, seis a equipos y otros cuatro como preparador físico de fútbol, más nueve como jugador de balonmano. Son 51 años en el deporte. Yo me considero un hombre de balonmano. Estuve en el fútbol, pero desde 1979 y hasta 2018 mi vida ha sido el balonmano». Así se definía el entrenador del gran Teka de los ochenta (entre 1987 y 1989) y, brevemente, en la histórica temporada 93-94, en la que regresó a La Albericia para iniciar una segunda etapa en el banquillo que duró poco, sustituido con la temporada en marcha por Julián Ruiz, pero que le permitió sumar a su palmarés la Copa de Europa. El mayor hito de las historia del deporte cántabro de clubes.
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Retirado desde 2018, su vida fue el balonmano y, por algún momento, el fútbol, tanto en sus inicios como en su etapa como preparador físico del Atlético de Madrid y de su filial. Internacional en la época de los pioneros del balonmano, fue seleccionador de cinco países, fue protagonista e impulsor del crecimiento de su deporte a lo largo de décadas y consiguió un diploma olímpico en Barcelona que en aquel momento sabía casi a medalla.
Nació en Mieres, aunque se trasladó pronto a Gijón, donde dio sus primeros pasos en el balonmano entrenado por otro pionero: José Antonio Roncero. Aprovechó su traslado a Bilbao, donde estudió Económicas, para destacar como central en La Salle y ganarse el fichaje por el Atlético de Madrid de Juan de Dios Román. 63 veces internacional entre 1968 y 1973 y capitán de España, obtuvo en 1971, aún en activo, el título de entrenador nacional como número uno de su promoción mientras se licenciaba en INEF (el actual Cadyf). Una formación que le sirvió para ser preparador físico del Atlético de Madrid, pero el de fútbol, desde 1976 cuando Luis Aragonés se lo ofreció tras comprobar su trabajo en el filial.
Tres años después decidió reengancharse al balonmano para entrenar a Estados Unidos y conocer más el deporte internacional. «Me fui de España para estar en contacto con el deporte estadounidense y aprender. Era un riesgo, claro, pero yo pienso que no soy un loco», decía hace unos meses atrás. Así fue como ganó una experiencia que le llevó en 1987 al histórico Teka, entonces un equipo en crecimiento con el que ganó el primer título de la historia del club: la Copa de 1989.
Se marchó de Santander para ser seleccionador español y, al final de esa etapa de cuatro años, regresó a La Albericia para iniciar una muy breve segunda etapa: la de aquella temporada 93-94 que no vio terminar, pero en cuya estadística figura como uno de los dos entrenadores que tuvo al campeón de Europa de aquel año: el Teka de Talant Dujshebaev y Mijail Yakimovich. Y de Olsson, Luisón, Villaldea, Domínguez, Chechu Fernández, Jota Hombrados, Urdiales y Reñones.
Después, nuevos pasos por las selecciones de Portugal, España, Brasil y Estados Unidos, donde ha pasado parte de sus últimos años, viviendo a caballo entre territorio estadounidense y Gijón, precedieron a su definitiva retirada.