Texto de análisis
29 sep 2025 . Actualizado a las 21:29 h.

Escaso análisis futbolístico cabe para explicar la derrota que sufrió el Real Sporting de Gijón a manos del Albacete BP, cayendo por 3 goles a 4 después de iniciar de manera brillante poniéndose 3-0 por delante. Un partido en el que lo anímico y mental tuvo un peso mayor que lo táctico, pero aun así analizamos en 4 claves la derrota rojiblanca:

Gran propuesta de inicio en ataque posicional y verticalidad

El Sporting salió al encuentro mostrándose dominador de la posesión de balón, asentado en campo contrario y pudiendo recuperar rápido para reiniciar sus ataques. Una fórmula que en esta ocasión fue muy diferente al de partidos anteriores, con el equipo tejiendo pacientemente largas posesiones, con combinaciones de lado a lado, sin asumir riesgos de más con envíos directos, hasta poder tener la ocasión de verticalizar desde el pase. Así, el equipo generó varias situaciones de área, además de la alternativa de los centros laterales. Sin un volumen de ocasiones muy grande, el buen hacer en los pasos previos le permitió llegar con buenas posibilidades de finalización. Así, al menos, esta vez no hizo falta lamentar la falta de acierto, sino que se vio un equipo efectivo con una positiva capacidad de crear situaciones de área. Todo parecía rodado hasta que Gelabert marró un mano a mano que hubiera supuesto el 4-0 en cuestión de media hora. Casi nada.

Defensa de primer palo en situaciones de centro lateral

El primer traspiés llegó mientras se iba cocinando poco a poco un contexto de partido bien diferente. La acción del primer gol visitante, en el añadido del primer tiempo, que descontando lo que se perdió por las asistencias médicas requeridas a dos aficionados equivaldría al minuto 37 de partido aproximadamente, fue un calco del tanto que abrió el marcador en el último duelo en casa frente al Burgos. Un centro muy preciso al primer palo, nuevamente desde el costado diestro de la defensa y sin la oposición suficiente -aunque esta vez Smith sí encimó más que Dubasin en aquella ocasión-, terminó llegando al espacio a la espalda del central más próximo, Pablo Vázquez por ese perfil, para cabecear libre prácticamente en la frontal del área pequeña. Un error puntual puede quedar en anécdota, si se repite y más en un lapso de tiempo tan corto, puede llegar a considerarse una carencia a corregir y en la que deben focalizarse.











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Cesión de la iniciativa y pérdida del control de balón

Ya en ese largo añadido de unos 15 minutos que se prolongó el primer tiempo empezó a verse un contexto que se acentuó en el segundo tiempo. El Albacete comenzó a tener más control de balón, logrando adelantar unos metros su bloque, mientras el Sporting pasó a ser más reactivo, priorizando el orden defensivo en campo propio. Con una menor incidencia de la presión y con los manchegos ganando enteros a la hora de poder atacar área, el partido se fue desbalanceando en favor de los visitantes. Su generación de ocasiones no fue tampoco excesiva, pero sí se producían más acercamientos. Con su primer cambio (Lazo) para el comienzo del segundo tiempo, y ya con los sucesivos, Alberto González introdujo una pieza más que se ubicaría por delante de la línea de balón, lo que fijaría una marca en la zaga rojiblanca y con ello impediría poder dar un paso al frente mientras los asturianos no lograsen tener el balón, un déficit que estuvo presente en toda la segunda parte y que les afectó a la hora de pausar el ritmo o controlar el juego. Sin capacidad de reacción, el Albacete tenía el partido donde quería, solo era cuestión de lograr generar más y, una vez se diera, tener acierto. Lo primero fue cayendo por su propio peso, mientras que lo segundo, al final, estuvo más en lo emocional; un equipo que se lo creía frente a otro que era un manojo de nervios y miedos. Algunos no lo queríamos asumir, pero acabó sucediendo lo inevitable.

Cambio de sistema en el segundo tiempo que no benefició

Una de las cuestiones más comentadas, como es habitual cuando se dan resultados tan atípicos o marcados por los minutos finales, estuvo en la elección y los tiempos de los cambios de Garitano. Más allá de cuestiones individuales, el técnico apostó por modificar el sistema, o al menos introducir perfiles diferentes para inducir a ello, dando entrada a Pablo García y prescindiendo de un atacante, al tener que variar las posiciones por dentro al sacar del campo a Justin Smith, amonestado. Un ajuste que no benefició al equipo, ya con 3-2 en el marcador y más miedos que certezas.

La presencia del carrilero permitía cerrar con 5 atrás, aunque no fuese ese el sistema de partida con balón, e interiorizar la posición de Diego Sánchez, algo pensado para defender con más efectivos los centros laterales, ya que en el juego interior se estaba conteniendo mayormente bien. Una intención que se fue al traste a las primeras de cambio y en un momento clave cuando el propio Pablo no se perfila para cerrar el interior en el uno para uno con Morcillo, dejando que el extremo se habilite para definir con su pierna buena, y de ahí llega una gran definición para el 3-3. Se consumaba una tragedia que a la postre terminaría siendo peor, todo ello reflejado en esos minutos hasta el 3-4 con un equipo excesivamente precipitado con balón, buscando cualquier amago de desmarque de Amadou como única posibilidad, y que en defensa todos pasaron a mostrar su peor versión, visible incluso en un Yáñez al que se le escapó un remate sencillo. Era cuestión de tiempo.

Los cambios

Queipo y Pablo García por Otero y Smith. Primera ventana de cambio que prácticamente condicionó todo lo demás. Individualmente, Queipo y Pablo tuvieron un efecto negativo en el partido, y estructuralmente el equipo tampoco se vio beneficiado por la entrada de perfiles diferentes al campo, con su sucesivo ajuste táctico de sistema. Todo lo que pudo salir mal, salió mal. El de Otero, eso sí, forzado por los problemas musculares del colombiano.

Mbemba y Amadou por Gelabert y Gaspar. Cambios en el tramo final aún con el 3-2, reforzando el medio del campo con un perfil más natural y con otro tipo de delantero para tratar de atacar más los espacios. Se notó, especialmente esto último, pero la dinámica del partido se sobrepuso.

Loum por Kevin. Cambio derivado de unos calambres ya en el añadido, pasando a Mbemba al lateral como única alternativa posible a ojos del cuerpo técnico. Sin tiempo para influir.











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Nota a Asier Garitano y el resto del cuerpo técnico

Insuficiente. Si se me pregunta, esta nota estaba descartada después de la primera media hora larga de partido, en la que cabía valorar incluso el sobresaliente. Todo lo que vino después, tanto la gestión del control del partido, como los ajustes posteriores en el tramo final, terminan por penalizar la nota al máximo. No será solo una cuestión de entrenador, también la plantilla en su conjunto -y por ende su planificación- y los propios futbolistas a título individual, tienen mucho que decir en un descalabro de esta magnitud. Pero en un histórico día para el olvido, ninguno se termina librando de la quema. No hay muchas palabras tras algo así.


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Sporting de Gijón