Las palabras fichaje y refuerzo se utilizan habitualmente como sinónimos pero no siempre lo son. Fichaje supone una contratación pura y dura. Refuerzo va más allá. Implica que ese fichaje aporta una mejoría al equipo. Etimológicamente significa ‘hacer más fuerte’.

Y hete aquí al Real Valladolid, que ha firmado diez jugadores el pasado verano. Tras siete jornadas de Liga y un mes después del cierre del mercado, cinco de ellos son fichajes (Lachuer, Ponceau, Federico, Bueno y Trilli), tres refuerzos (Guilherme, Alejo y Tomeo) y dos permanecen aún en el limbo. Jaouab no ha debutado por lesión y Canós gozó de unos primeros y prometedores minutos ante la Cultural. Solo convence hasta ahora el 30% de los nuevos. Mal porcentaje para los intereses blanquivioleta.

El fútbol es como la bolsa y quienes hoy son sólo fichajes se pueden convertir con el tiempo en refuerzos, y viceversa. Pero a día de hoy, y tras consumirse un sexto exacto del campeonato de Liga, llama la atención la inanidad de la contribución de los tres jugadores llamados a marcar diferencias en el equipo: Lachuer, Ponceau y Federico.

Ninguno de ellos ha mostrado ni la calidad diferencial ni la capacidad de ayudar para decidir partidos que se les presuponía. Es más, a menudo se han convertido en pesos muertos para el equipo.

Lachuer originó el gol de la Cultural y es tan invisible en la medular como Ponceau en la mediapunta. Aquél llegó libre a Zorrilla al filo del cierre del mercado porque esperaba llamadas de Primera que nunca se dieron. Federico, extremo, apenas intenta el regate y no ha mostrado punta de velocidad ni capacidad de centro.

Es cierto que ninguno llegó antes del comienzo de la Liga y les resta tiempo de acoplamiento, pero la espera no puede ser eterna. Además Ponceau ha tenido presencia en cinco partidos, Federico en tres y Lachuer en dos. A Canós, último en llegar, ya se le ha visto más el domingo en media hora que a los otros tres.

Dos jugadores no llamados a marcar diferencias tampoco se están ganando el sitio. Bueno está lejos de convencer en el lateral izquierdo, tanto en defensa como en ataque. Garri está poniendo todo para adelantarle. En la banda opuesta, Trilli ha sido en todos los partidos el lateral suplente de Alejo pero nunca ha mejorado las prestaciones del canterano, ni siquiera pillando al rival cansado. Koke, titular en pretemporada, ha dejado de contar.

El lado bueno lo aportan Guilherme, el citado Alejo y Tomeo. El portero luso ha evitado goles y salvado resultados. Su único error grosero, al caérsele un balón ante el Almería que ya tenía embolsado y acabar la jugada en gol, no pasó factura al quedar anulada la jugada. Y en el mismo partido paró un penalti. El cedido por el Betis tiene personalidad y manda a la defensa sin complejos.

Alejo ha demostrado que no viene a su casa retirarse sino a aportar todo lo que no pudo dar en los años en que quiso fichar por el Real Valladolid y no le dejaron. Canterano que por fin milita en el primer equipo, se ha destapado con la fuerza de una bebida gaseosa y su contribución en el puesto de lateral, que no es el suyo, es de una intensidad remarcable. De hecho interviene más en ataque, centros incluidos, que los extremos Amath o Federico.

En cuanto a Tomeo, se ha consagrado como kaiser de la defensa aunque su rendimiento ha bajado precisamente en los dos últimos partidos que han acabado en derrota. Es limpio, anticipativo en el corte y expeditivo por arriba. Le falta salida de balón aunque, de tenerla, quizá no estaría aquí.

Canós, como ya está dicho, dejó minutos prometedores por verticalidad y capacidad de centro ante la Cultural, mientras que el inédito Jaouab está llamado a formar dúo con Tomeo en el eje de la zaga.