En la entrada de la sede de Cinco Tintas, en plena Avenida Diagonal de Barcelona, lo primero que llama la atención es una mesa amplia cubierta de libros. Son las novedades de este otoño, títulos que resumen la identidad de la editorial: un diseño cuidado y elegante; y encuadernaciones modernas que no dejan de mirar al pasado.

Sobre ese lugar reposan ¿Quién teme a Romanée-Conti?, un ensayo que mezcla vino y cultura; Fish. Cocinar pescado de Marsella a Tokio, un recetario contemporáneo con una mirada actual; o El gran libro de la cocina china, referencia monumental e imprescindible en cualquier biblioteca culinaria que se precie de estar al día; entre otros muchos libros.

Es la carta de presentación de una editorial que cumple diez años y que ha publicado más de 200 títulos. Sus libros son unos objetos bellos, pero también son artefactos culturales (no nos vamos a poner estupendos citando a Umberto Eco, pero así es) con una carga histórica e ideológica fundamental para poder deambular por este nuestro mundo foodie. Cada título es el resultado de un proceso largo —a menudo un año— de selección, edición y producción.

El proyecto lo fundaron los hermanos Cristina y Ramón Paricio en 2015, después de haber trabajado en la editorial familiar, Ediciones Omega. Aquella empresa, creada en 1942 por su abuelo, llevaba décadas especializada en libros científicos y técnicos. Para ellos, sin embargo, resultaba imposible transformar un sello tan consolidado. “Nos dimos cuenta de que no tenía sentido intentar cambiar una identidad con 75 años de historia. Omega era ciencia, naturaleza, técnicas. Nosotros queríamos publicar otro tipo de libros”, explica Cristina.

Cinco Tintas

Ramón aporta otra perspectiva más empresarial: «Yo venía de gestionar presupuestos en la empresa familiar. Veía que había modelos de negocio que funcionaban fuera, que otras editoriales se adaptaban mejor. Estudiaba a la competencia, porque quería saber por qué ellos crecían y nosotros no. Y siempre llegaba a la misma conclusión: habían sabido adaptarse«.

El punto de partida fue claro: crear una editorial que funcionase como hogar del libro práctico ilustrado, con especial atención a la gastronomía. Sin apenas presupuesto, comenzaron a seleccionar títulos que pudieran encajar en ese esquema, convencidos de que el crecimiento debía ser lento y sostenido. “Nos planteamos la editorial como una carrera de fondo. Teníamos claro que el fondo de catálogo era lo más importante. Sin él, no hay empresa posible”, recuerda Cristina. Esa visión se nutrió también de la experiencia de Cristina en Quaderns Crema/Acantilado, donde aprendió la importancia de cuidar un buen catálogo a largo plazo.

El aprendizaje de tomar riesgos

El primer contrato de derechos que firmaron fue en 2014, con un manual de coctelería que aún hoy figura entre sus libros más vendidos. “Al principio no funcionó porque nadie nos conocía, no teníamos acceso al mercado. Pero fue curioso: dos años después, cuando lo reimprimimos, se convirtió en un éxito. Hoy imprimimos 5.000 ejemplares dos veces al año. Fue un aprendizaje brutal sobre la importancia de la paciencia”, señala Ramón.

Aquellos inicios fueron duros. Con un catálogo de apenas siete títulos en el primer año, la editorial tuvo que convencer a distribuidores, viajar a ferias y arriesgar con tiradas pequeñas. «Todo lo que entraba se reinvertía. Era un esfuerzo enorme, pero teníamos clarísimo que este proyecto solo se podía construir poco a poco», añade Cristina.

Los primeros éxitos llegaron con libros especializados, como manuales de ramen, fermentación o café de especialidad. Al principio fueron cautos, evitando títulos demasiado concretos; una década después, el catálogo consolidado les permite asumir más riesgo y publicar monografías que parecían de nichoramen, pulpo, paella— y se convierten en éxitos inesperados. La clave ha sido elevar la dimensión estética al mismo nivel que el contenido y dar espacio a voces nuevas, jóvenes y con miradas culturales y sensoriales diferentes.

Ramón y Cristina Paricio en Cinco Tintas ‘Scouting’ editorial

El catálogo de Cinco Tintas se ha alimentado en gran parte de la compra de derechos en ferias internacionales. Frankfurt, Londres o Liber han sido escenarios fundamentales, a la vez que también lo eran los viajes personales de scouting. «Cada vez que vamos a una ciudad, sea París, Londres o Marsella, hacemos vida de barrio. Paseamos, observamos, entramos en librerías, hablamos con gente local. Viajamos como editores que quieren entender cómo se consume y qué se publica allí», explica Cristina.

De esas observaciones han surgido apuestas que, en su momento, parecían arriesgadas. El café de especialidad es un ejemplo. «Hace años veíamos cafeterías espectaculares en Londres o París, mientras en España apenas empezaba el movimiento. Dijimos: necesitamos un libro de café. No nos podíamos permitir el primero de James Hoffmann porque era carísimo, pero cuando sacó otro más asequible lo compramos. Funcionó tan bien que después publicamos el grande. Hoy es uno de nuestros títulos más vendidos», continúa Cristina. y puntualiza como las relaciones personales con otras editoriales han sido determinantes. «La clave es la confianza. Con algunos sellos, como Marabout en Francia o Hardie Grant en Reino Unido, hemos creado vínculos muy sólidos. Ellos saben lo que nos gusta y nos ofrecen proyectos que encajan», señala la editora.

El scouting también se apoya en la observación cotidiana: detectar cómo cambian las ciudades, cómo se consumen productos y cocinas. «Observar es el oficio: estar atentos a proyectos locales, conversaciones en redes y corrientes culturales que van tomando forma. La clave es una curiosidad dispuesta a reconocer lo inesperado y detectar cuándo un tema en apariencia menor puede entusiasmar», apuntan.

Producción propia, retos y futuro

En 2021, Cinco Tintas dio un paso clave: la producción de proyectos propios. Cocina para la tribu fue el primero, seguido de Fermentar, Floripedia o libros en colaboración con Plátano Melón. “Era el momento. Después de cinco años, teníamos el fondo de catálogo suficiente para arriesgar y crear desde cero. Fue un reto enorme: dirección de arte, fotografía, acompañar a los autores… pero también una satisfacción porque consolidaba nuestra identidad”, recuerda Cristina.

Ramón y Cristina Paricio en Cinco Tintas

La producción propia, sin embargo, ha implicado asumir riesgos económicos mayores. “Un libro así exige invertir mucho en equipo, en materiales, en diseño. Tienes que tener claro que a veces los números no salen, pero lo haces porque es un libro que debe estar en tu catálogo. Nuestra aspiración siempre es recuperar la inversión vendiendo el 55-60% de la tirada”, explica Ramón mientras muestra alguno de esos proyectos.

El modo de trabajo está muy estructurado: equipos ad hoc de editores, directores de arte, fotógrafos y traductores, con un proceso que puede alargarse un año entero. La traducción se cuida especialmente para mantener la riqueza cultural y al mismo tiempo la cercanía al lector, con extranjerismos cuando son necesarios y equivalencias cuando ayudan.

El contexto ha endurecido el oficio: el incremento de costes de papel, impresión y transporte les ha obligado a planificar mejor, ajustar márgenes y mantener precios atractivos sin comprometer la calidad ni los salarios justos. Aun así, la editorial ha pasado de 19 novedades en 2024 a 33 este año, reforzando la parte gastronómica y abriendo otras temáticas como son el arte, el lifestyle o el libro infantil, como su reciente colección firmada por el Centro Pompidou.

El futuro, como les gusta decir con firmeza, pasa por mantener un crecimiento sostenido, seguir atentos a tendencias globales y ampliar la mirada a Europa: títulos de cocina griega y de Europa del Este, un manual sobre cuchillos japoneses, un proyecto propio sobre fermentos (una debilidad de Cristina y del mercado, que les está dando la razón) y la colaboración con un restaurante madrileño del que aún no pueden adelantar el nombre. “Lo importante es que cada libro tenga sentido en el catálogo y una vida larga en el tiempo”, concluyen.