El arquitecto de la casa,El arquitecto de la casa, Arturo Pérez Merino, tiene otros edificios emblemáticos en Madrid. (Infobae/Yoana Kaloyanova)

En pleno centro de Madrid, existe una casa que, por su fachada, se ha convertido en una atracción turística. Cómo y por qué se construyó es un misterio que atrae a expertos en historia y arte modernista: todos se preguntan cuál es el motivo detrás de la construcción de la famosa casa que presenta en su fachada seis penes, tres vulvas, infinitos y flechas y que se ha ganado el curioso nombre de la ‘casa genital’.

Ubicado en la Calle del Montserrat, 12, este edificio modernista ha hecho surgir varias teorías sobre sus orígenes y usos durante los años ¿Nadie se dio cuenta de los símbolos? ¿El promotor no impidió el diseño? ¿Ningún censor pasó por aquí para revestir, enfoscar o enlucir la fachada? Todo es un misterio.

Sobre la ‘casa genital’ se han dicho varias cosas, y la mayoría son teorías o sugerencias sin justificación histórica alguna.

Algunos afirman que la casa era un antiguo prostíbulo, otros que el autor lo hizo a modo de burla porque no le pagaron los propietarios, o que simplemente era una época muy liberal. En realidad, ninguna de estas afirmaciones ha sido comprobada y la única verdad se esconde en los archivos antiguos sobre la construcción del edificio.

Varias teorías han circulado sobreVarias teorías han circulado sobre el origen del edificio, pero ninguna ha sido confirmada (Infobae/Yoana Kaloyanova).

Cerca de la propia casa, donde un tiempo estaba el cuartel de Conde Duque y que ahora se ha convertido en centro cultural, hay un archivo que desvela la identidad del arquitecto detrás de esta construcción: Arturo Pérez Merino.

El arquitecto erigió la residencia en 1912 por encargo de Luis Navarrete, que, a su vez, fue representante de una dama inversora interesada en un bloque de apartamentos para alquilar. Curiosamente, los símbolos que hoy se ven en la fachada ya estaban presentes en los planos originales, según afirma El País. Ningún funcionario que los aprobó emitió comentario alguno al respecto.

Arturo Pérez Merino ya de por sí es un enigma. No se sabe con exactitud su fecha de nacimiento, y tampoco qué pasó con él después de que desapareció alrededor de 1920. Se sabe de él que se tituló en 1897 y que construyó la casa de la que tanto se ha hablado con unos 30 años. Eso sí: dejó importante huella en la historia de la arquitectura de Madrid.

Esta es la casa en Sanlúcar de Barremeda de Carlos Herrera

Además de la Casa Genital, cuya historia se merece otra mención aparte, es el autor de la casa de la calle Hortaleza, 96, en la zona de Chueca. Su fachada también es muy singular: la decoran una especie de cobras o medusas en las ménsulas de los balcones. Otro elemento distintivo del edificio son los elementos vegetales y azulejos de cerámica de más calidad. “Es un edificio más elaborado. Era de un empresario más famoso en aquel tiempo en Madrid y es mucho más cara”, comentó Óscar da Rocha, un doctor en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid, en una entrevista para El Periódico de España.

No está claro si lasNo está claro si las criaturas en las ménsulas de los balcones son serpientes o medusas (Infobae/Yoana Kaloyanova).

El otro edificio que lleva la firma de Arturo Pérez Merino se encuentra en la calle Don Pedro, 4, en el barrio de La Latina. “Curiosamente, es el edificio donde nació Lina Morgan”, comenta Da Rocha en la previamente indicada entrevista. En este edificio, se observa un dragón sobre la firma y el año de construcción, además de una importante galería acristalada y un diseño más elaborado en la rejería de los balcones.

Sin embargo, estos dos ejemplos no tienen el mismo diseño que la Casa Genital, y, de hecho, se distinguen por sus elementos de estética naturalista y menos extravagante.

A pesar del interés de los expertos e historiadores en la casa, que cada vez obtiene más atención mediática, en realidad los símbolos en la fachada muchas veces pasan desapercibidos por los transeúntes.

Ajetreados y dirigidos al destino final, muchos pasan corriendo por la calle sin pararse y darse cuenta de las pequeñas peculiaridades que lleva este edifico de estilo modernista.

Y tal vez esto es lo que más extraña cuando uno se fija primero en el infinito que lleva el año de creación, luego en los balcones adornados con flores, después en las varias ventanas, iluminadas por luces desde dentro, hasta dejar que el ojo lleve a lo verdaderamente peculiar: los símbolos en la propia fachada.

‘¿Cómo es posible que nadie se haya dado cuenta?’, se preguntarán los transeúntes que por fin han notado este pequeño y curioso guiño de Arturo Pérez Merino.

Pero quizá esta sea la huella que ha querido dejar un arquitecto olvidado en una ciudad que recuerda a pocos: un gesto pequeño y extravagante en una calle estrecha que solo los más atentos descubrirán.