El robo de bicicletas y material a los equipos se repite cada cierto tiempo en el campo profesional. Pero ninguno de estos episodios podría asemejarse a la experiencia vivida en el Giro de 2001 por el Bonjour galo, que sufrió una sucesión de sobresaltos de los que el hurto del material fue el remate definitivo.
29 de septiembre de 2025 (13:00 CET)
Bonjour.fr, fin de Giro con lo puesto
La noticia volvía a saltar tras la noche del veinticuatro al veinticinco de agosto. En esta ocasión, Visma | Lease a Bike era objeto de un nuevo robo de bicicletas al paso de La Vuelta por tierras italianas que les dejaba en una situación precaria, rápidamente subsanada con la ayuda de otras formaciones sin que las carencias derivadas del suceso pareciesen influir en su rendimiento.
Por desgracia, esta historia se repite cada poco estos últimos tiempos en el campo profesional. Recientemente sabíamos, con sólo once días de diferencia, de desventuras similares sufridas por los equipos de hombres y mujeres de Cofidis en el Tour y en la Vuelta a Bélgica, casos a los que se sumaba poco después el del Team TotalEnergies, víctima en el Tour Poitou-Charentes de su segundo robo en catorce meses.
En el pasado reciente ya hubo más situaciones similares como las vividas por Euskaltel-Euskadi y Baloise- Trek en la Vueltas a Eslovenia y Bélgica, debiendo ambos de renunciar a seguir en competición ante la imposibilidad de reponer las monturas para sus ciclistas, y otras sufridas por Israel, Bardiani-CSF, los femeninos BikeExchange y Lifeplus Wahoo, o incluso la selección italiana de pista, que perdió ¡22 bicicletas! en un hotel de Lille.
Doliesen más o menos, difícilmente ninguno de estos episodios podría asemejarse a la experiencia en el lejano Giro de Italia 2001 del Bonjour galo, una estructura cuyo hilo temporal desemboca en el actual y ya citado TotalEnergies, que en su segundo año en la máxima categoría acudía a la ronda italiana, donde vivió una sucesión de sobresaltos de los que el hurto del material acabaría siendo el remate definitivo.
El conjunto de Jean- René Bernaudeau, patrocinado por una revista de anuncios breves, comenzaba con mal pie tras ver cómo Noan Lelarge, su ciclista más destacado, daba positivo con un corticoide en el control efectuado al término de la novena etapa. Para entonces ya había perdido tres corredores, a los que se sumarían otros dos durante los días siguientes dejando al equipo con Deramé, Mainguenaud y Thomas Voeckler como pírrico terceto de representantes para la última semana, donde vivieron la recordada redada de San Remo.
Sin más afección que el sobresalto del momento y, sobre todo, el desacuerdo y enfado contra ellos del resto de participantes tras ser los únicos favorables a realizar la 18ª etapa, suspendida a la postre por iniciativa colectiva, llegaba el turno de los ladrones que les visitaron en dos ocasiones. A consecuencia de la segunda, acaecida la antepenúltima noche, el equipo se quedaba sin material ni margen de enmienda en una época donde la logística distaba años luz de la actual.
El parche llegó de la mano de la asistencia neutra, que les prestó tres máquinas de las que dos distaban de tener las medidas necesarias para que Deramé y Mainguenaud pudiesen competir. Finalmente y tras muchos problemas sólo terminaría Voeckler, muy lejos aún de la fama y el nivel deportivo que le catapultó tiempo después al primer plano ciclista. «Aquel Giro fue un castigo diario para mí, y además en el pelotón hicimos de todo menos amigos…», admitió el francés.