Para Warner y Rowling, el mundo también era un lugar más bello. La última de las ocho películas estrenada a finales de 2011 había recaudado 1.150 millones de euros, y elevado la taquilla total de la franquicia a más de 6.500 millones de euros, con la promesa de una suerte de precuelas en el horizonte, Animales Fantásticos, encabezada por la propia Rowling, que se aseguró casi todo el control creativo de la nueva serie. Más varias atracciones por todo el mundo, un merchandising inagotable –todo gestionado también por Warner– y los libros, que por sí solos ya bastaban para convertir a Rowling en milmillonaria. Por aquella época, el mayor conflicto que tenía la escritora era demandar al bufete de abogados que había revelado su seudónimo para escribir lejos de la sombra de Harry Potter. Además de ganar el juicio, Rowling todavía ganaba puntos ante la opinión pública, donando la indemnización del caso a una ONG para veteranos.

En 2020 las cosas pintaban un poco peor, pero tampoco mucho. Animales Fantásticos –donde Rowling tenía crédito como guionista– había sido un bluff para lo que esperaba Warner. La primera entrega, en 2016, hizo algo menos de 700 millones en la taquilla mundial. La segunda, estrenada en 2018, 560 millones de euros, una muy mala señala para una franquicia. Nadie sabía muy bien cómo sacar partido a los videojuegos desde el final de las películas y la venta de DVD y Blu-Ray se desvanecía ante el auge de las plataformas. Libros, juguetes y golosinas, reestrenos y parques temáticos demostraban que Harry Potter aún tenía mucho tirón (el suficiente para darle a Rowling como mínimo 100 millones de euros al año), la única pregunta era cómo aprovecharlo. Pero llegó la pandemia, que encerró a todo el mundo en casa y, el 6 de junio de 2020, la autora de Harry Potter abrió las ventanas y empezó a cuestionar la existencia de las personas trans.

En pocos días, Rowling multiplicó sus mensajes, empezó a bloquear las respuestas que no le gustaban en redes sociales y se situó de lado de las terfas, en origen un acrónimo para “feministas radicales transexcluyentes”, y muchas veces usado como sinónimo de tránsfobas. Mientras, Daniel Radcliffe –el primero en contestar la postura de Rowling –, y otros miembros del reparto de las películas originales se situaban del lado de la inclusión, con Emma Watson englobándola directamente en los derechos humanos –ya en 2018, la actriz que daba vida a Hermione lució una camiseta en la que se podía leer “Trans Rights are Human Rights”. La cruzada de Rowling fue a más, así como sus fricciones con parte del equipo mágico primigenio. La escritora fue la gran ausente de Regreso a Hogwarts, el especial estrenado a principios de 2022 con motivo del 20º aniversario de la primera película. Un año también trascendente para la potterología.