Todo lo que nos gusta de los mundiales en Europa lo hemos tenido en Ruanda

Pasados unos días de los Mundiales, lo de Ruanda ha sido un espectáculo.

Ben Healy, que se llevó el bronce en la prueba élite, lo resumió en una frase: “Nunca había visto nada igual”.

Y es que aquello fue una locura.

CCMM Valenciana

Kilómetros y kilómetros de gente, cada metro de circuito, cada rampa de Mont Kigali, lleno de aficionados gritando como si no hubiera un mañana. Excepcional.

Durante los ocho días de competición, la pasión fue de menos a más, hasta convertirse en un rugido continuo.

Lo hemos visto, el ciclismo allí no es un deporte más: es casi una religión.

Los que habían estado en el Tour de Ruanda ya lo decían, pero había que verlo y disfrutar de todo un Mundial convertido en fiesta popular ha sido otro nivel.

Y ojo, porque era la primera vez que los Mundiales de carretera pisaban África.

Color, calor, dureza, ambiente… todo lo que nos gusta de los mundiales en Europa lo hemos tenido en Ruanda, y no he leído, por suerte, nada sobre la seguridad de los corredores, otra cosa es cómo esté el país tras la pared del evento.

Más de un siglo de historia y siempre repartidos por Europa, con alguna escapada suelta a América, Asia u Oceanía.

Esta vez tocaba dar el paso, y Ruanda lo ha bordado: logística impecable, seguridad, participación récord con 108 países (38 africanos), y un ambiente que cualquier organizador envidiaría.

Las carreras no se quedaron atrás.

Circuitos duros, calor, desgaste constante.

El femenino sub-23 tuvo por fin sus pruebas en solitario, las categorías menores ofrecieron un nivel altísimo y las élites dejaron imágenes de ciclismo del bueno, con táctica, ataques y muy poquitos que lograron acabar. Todo al límite, como debe ser un Mundial.

Más allá del resultado deportivo, queda la sensación de que se ha abierto una puerta enorme.

Un país que enseña al mundo sus paisajes, su gente y su cultura.

Una oportunidad para que África no solo organice, sino que se consolide como protagonista en este deporte.

Eso sí, no todo puede maquillarse con la épica de la bici.

La sombra de los derechos humanos planeó sobre el evento y la UCI no puede seguir mirando a otro lado.

El debate sobre el sportswashing está encima de la mesa y habrá que ver dónde pone el límite.

Pero con todo, lo de Kigali 2025 se recordará como un antes y un después. El Mundial que llevó al ciclismo al corazón de África.

Imagen: Alex Whitehead/SWpix.com