Lucas de la CalCorresponsal en Asia
Actualizado Miércoles,
1
octubre
2025
–
12:37
En la provincia de Cebú, en el centro del archipiélago filipino, un potente terremoto de magnitud 6,9 derrumbó gran parte de un pueblo pesquero, San Remigio, construido hace 12 años para dar cobijo a los desplazados de un super tifón que dejó más de 6.000 muertos. La catástrofe volvió a sacudir el martes por la noche a los supervivientes, con al menos siete muertos en este lugar y varios desaparecidos bajo los escombros.
Cebú declaró el estado de calamidad tras el seísmo ocurrido alrededor de las 22:00 hora local del martes y que ha dejado al menos 69 muertos. Durante toda la noche, miles de residentes del norte de la provincia durmieron a la intemperie por el miedo a más derrumbes tras varias réplicas que se reportaron. «El suelo seguía temblando y oíamos todo el tiempo voces de niños asustados llorando a nuestro alrededor», contaba un vecino a una televisión local que grababa al día siguiente las ruinas de varios edificios.
Las imágenes del antes y el después muestran la magnitud del daño, con edificios destruidos y puentes y carreteras agrietadas. Los medios locales han descrito escenas caóticas en los hospitales y las autoridades solicitaron voluntarios con experiencia médica para ayudar a atender a los heridos. El terremoto también provocó cortes de electricidad y de agua en varios municipios.
«Estamos recibiendo cifras adicionales de víctimas. Podría haber gente atrapada bajo los edificios derrumbados. Se desconoce por ahora el número de desaparecidos», informó Rafaelito Alejandro, subdirector de la oficina de defensa civil del Gobierno de Filipinas, quien detalló que el terremoto azotó especialmente Bogo, una ciudad de 90.000 habitantes.
Imágenes procedentes de esta localidad mostraban bolsas para cadáveres alineadas en la calle y cientos de personas siendo atendidas en hospitales de campaña. El miércoles por la noche, Bogo sufrió otra réplica, esta vez de magnitud 4,7.
Filipinas se encuentra dentro del Anillo de Fuego, el lugar con mayor actividad sísmica del mundo, geológicamente inestable, por lo que son frecuentes los terremotos y erupciones volcánicas. El archipiélago también sufre más de una veintena de tifones y fuertes tormentas cada año, siendo uno de los países más vulnerables del planeta a los desastres naturales.
El terremoto del martes llegó una semana después del paso de dos tifones consecutivos que dejaron más de una docena de muertes. Durante los meses de verano y septiembre, que es temporada de monzones, las inundaciones han sido generalizadas. Esto condujo a una oleada de protestas en muchas ciudades por un enorme caso de corrupción multimillonario que estaba relacionado con la mala gestión de fondos públicos en proyectos de control de inundaciones.
«Escuché un fuerte estruendo proveniente de la iglesia y luego vi rocas caer de la estructura. Me quedé en shock y mi cuerpo no podía moverse; simplemente estaba allí esperando a que el temblor parara», relataba el miércoles para Reuters Martham Pacilan, vecina de la ciudad de Bantayan, cerca del epicentro del terremoto, donde una escuela y un centro comercial se derrumbaron.
El ejército filipino desplegó durante la jornada a sus tropas, incluida a la fuerza aérea, para apoyar las labores de socorro. En los operativos de rescate también participaron las retroexcavadoras y perros rastreadores.
«Todavía estamos evaluando los daños, pero podría ser peor de lo que pensamos», ha explicado Pamela Baricuatro, gobernadora de Cebú, en un video publicado en las redes sociales.
Desde San Remigio, el pueblo levantado para los supervivientes de un tifón, los vecinos han hecho un llamamiento urgente a los equipos de rescate porque están sin luz y la intensa lluvia del miércoles podría dificultar la búsqueda de supervivientes entre los escombros de los edificios derrumbados.
«Las siete víctimas que se han encontrado estaban jugando baloncesto dentro del complejo deportivo cuando éste se vino abajo», contó el capitán de la policía local, Jan Ace Elcid Layug. de una escuela.
Cebú, que fue una de las primeras islas filipinas colonizadas por España en el siglo XVI, quedan en pie muchas pequeñas iglesias de la época. Se han reportado daños en las estructuras de algunas de ellas, incluso en redes sociales se difundieron imágenes del campanario de una antigua iglesia derrumbándose. Por ello, el arzobispo de Cebú ha pedido a los fieles que se mantengan por ahora alejados de los templos hasta que las autoridades hagan una evaluación de seguridad.