Por si alguien albergara dudas por el estado de la Fiesta, no tiene más que asomarse a una plaza de toros: ahí le darán la respuesta los chavales. La cantera bulle, las plazas se llenan de juventud y los nombres nuevos despiertan ilusión entre … los aficionados. El toreo respira futuro. Y tres nombres de ese futuro -que empieza a ser presente-, son la terna que abre una Feria de Otoño con récord de abonados.
Los tres se han presentado este año en Madrid, y se han ganado repetir en este final de temporada. Sergio Sánchez, que venía de triunfos importantes la pasada campaña, debutó este San Isidro: «Esa tarde costó por la responsabilidad de la plaza y del público, pero sirvió de mucho». Regresó en las nocturnas de julio, donde el primer novillo, un manso reservón que pegaba arreones hacia las tablas de Casa de los Toreros, le propinó dos volteretones muy fuertes. Volvió de la enfermería para pasaportar al sexto -teniendo que correr turno porque era el director de lidia-, al que toreó con una venda y una cornada en el gemelo. Estuvo cerca de cortar una importante oreja: «Creo que ha sido la tarde más importante de mi temporada, y personalmente me sirvió mucho, porque podría haber cortado una oreja. Pero todo pasa por algo, así que ahora estamos anunciados en Otoño, y espero ahora cortarla».
Sergio Sánchez
La espada le cerró el pase a la final, sin embargo «di la imagen que siempre he querido, y quiero volver a estar así o mejor». La tizona ha sido lo que más le ha lastrado este año, aunque «no sólo esta temporada, sino en general, ha marcado mi etapa con caballos, y no me ha permitido tener triunfos más rotundos». Ahora se juega la temporada que viene a esta carta venteña, aunque intenta no presionarse de más el extremeño, que sigue entrenando como si fuera a cualquier coso, «aunque, por otro lado, te ilusiona más, porque sabes que un triunfo ahí es arreglar parte de tu carrera».
Tanto es así que, en función de lo que pase el jueves, decidirá Sánchez cómo orientará la campaña próxima: «Después de Madrid no hay nada. Si Dios quiere y sale bien, se hará un planteamiento de la temporada del año que viene, y si no salen las cosas como queremos, haremos otra, pero no con la mira tan alta». ¿Está la alternativa en esa mira? «No me gusta hablar del futuro, aunque sería lo suyo. Es lo que sueño, verme como matador de toros. Me gustaría tomar la alternativa con toreros a los que admiro y en mi tierra, pero no quiero decir nada, porque todo podría gafarse luego. Dios dirá», dice entre risas.
Emiliano Osornio
Sabe Sergio que cualquier cosa en la Monumental venteña tiene especial trascendencia, como también es consciente de ello Emiliano Osornio: «España te da el privilegio de ser figura del toreo como ningún otro país». Esa convicción le hizo dejar su México natal para forjarse aquí, porque «cuando uno quiere marcar una diferencia en general, no se intenta marcar en tu casa o en tu país, siempre se intenta salir, y también porque creo que México no llega a la repercusión que se consigue aquí en general, a pesar de que en España se podría decir que es un circuito más difícil, más cerrado, pero también hay un poco más de oportunidad», en el sentido de que «la Fiesta está un poco más intacta: si llegas a una plaza importante y haces las cosas bien, aquí sí pone el toro a cada quien en su lugar».
Por eso dejó Toluca a principios del 2024 y se va abriendo camino en nuestra piel de toro. El año pasado, ya aficionados y profesionales pudieron percibir el buen concepto del mexicano, pero la suerte con los lotes no le acompañó. Tampoco en su presentación en Las Ventas el pasado marzo. Mas, llegó septiembre, mes de la novillería, y un novillo le permitió bordar el toreo en Arganda, en una faena cumbre, fuera de lo normal para alguien tan joven y poco placeado. Cortó dos orejas que perfectamente podrían haberse cortado en Madrid, y «eso es a lo que vine, eso es lo que me motiva: querer llegar lejos. Hay que tener ambición, obsesión por esto. La pasión de hacer lo que hacemos hace que dejes atrás muchas cosas, a tus amigos, a tu familia… Pero al final vale la pena».
El mes de septiembre ha sido inmejorable para Emiliano, que por fin ha podido sacar lo que se le atisbaba estos meses pasados. Y eso ha sido gracias a esos sacrificios de los que hablaba. El verano, que para los chicos de su edad significa vacaciones, los novilleros «no tenemos esa libertad. No es que nos repriman, sino que no tenemos un horario vacacional, pues nuestro día a día es lo mismo: levantarse temprano, tener la disciplina de ver un viernes a las seis de la tarde a la gente en las terrazas, y tú ir a entrenar, y evitar cualquier distracción… Pero vale la pena, porque hacemos lo que nos gusta, y yo creo que tiene su premio, siempre». Unos sacrificios que, efectivamente, están empezando a ver su recompensa.
¿Y qué se siente delante del toro? «Es complicado. Muchas veces los sentimientos no tienen definición, aunque después de torear puedas decir que te sentiste feliz o de ésta o aquella manera. Pero nunca describe por completo lo que es estar ahí. Es frustrante a veces intentar expresarlo y que no lo entiendan… Al final, sólo los que se ponen delante de un toro en una plaza sienten ese tipo de cosas. Yo intento pasarlo bien y hacer lo que hago con mucha pasión».
Ignacio Candelas
Pasión y pureza son palabras que también usa Ignacio Candelas, que cerrará la terna. «El cartel es bonito, va a haber mucha entrega por parte de los tres», apunta el malagueño, que ya ha compartido tardes con ambos compañeros. «Los veo muy preparados… y yo no me siento menos», añade entre risas. Ignacio debutó en Las Ventas en agosto. «El día antes estaba algo más nervioso, pero cuando llegué a la plaza por la mañana, me relajé. Me impresionó ver aquello, pero me tranquilizó… fueron unas sensaciones muy bonitas». A pesar de que la novillada fue «complicadilla», considera que su paso fue positivo: «El aficionado ya me ha visto, y eso te llena de responsabilidad e ilusión, porque la Feria de Otoño es muy importante».
Madrid será juez, escaparate y trampolín para tres novilleros que no vienen a probar suerte, sino a demostrar que están preparados para más. Sergio, Emiliano e Ignacio representan esa juventud que no espera a que la llamen: se abre paso con pasión, disciplina y verdad. El futuro del toreo ya no es promesa: es presente con paso firme hacia un mañana que el destino, si Dios quiere, les tiene asegurado.